Escocia: mucho más que un referéndum

Con la reciente victoria electoral por mayoría absoluta del Partido Nacional Escocés (SNP) en las elecciones escocesas, la pregunta ya no es si habrá o no un referéndum por la independencia sino cuando se hará. Sin duda será un proceso interesante y sería bueno que los catalanes hiciéramos un seguimiento exhaustivo del mismo. Especialmente ahora que el 43% de nuestra población ya se decanta por la independencia. Así pues, hay que extraer lecciones para cuando llegue el momento. Es por ello que hay que tomar nota de los argumentos a favor y en contra, de las actitudes de los gobiernos democráticos de Escocia y del Reino Unido y de las reacciones de la sociedad, el empresariado, la UE y la comunidad internacional.

Escocia y el Reino Unido inician un proceso democrático ejemplar en el que serán aquellos que pagan los impuestos los encargados de decidir quién debe gestionar los recursos del país y cuál debe ser el encaje de Escocia en este mundo tan interdependiente. Escocia, sin embargo, es mucho más que un referéndum. Es un país que ha conseguido una base sólida a partir de la cual el SNP ha podido crear ilusión. Son muchos los ejemplos de todo lo que el gobierno del primer ministro Salmond ha conseguido en tiempos de crisis: universidad gratuita para los estudiantes, frente a los 10.000 euros que pagarán los estudiantes en Inglaterra; reducción del número de alumnos por clase en las escuelas, cero despidos obligatorios en el sector público, atención a las personas mayores gratuita, incluyendo la atención a domicilio; congelación de los impuestos locales durante más de cuatro años, prescripciones médicas gratis, eliminación de los peajes, mantenimiento de la tasa de paro por debajo del 7%, y un largo etc.

El SNP está decidido a ganar este referéndum, y el señor Salmond sabe perfectamente que esto sólo se podrá conseguir si el gobierno sigue demostrando que puede manejar el país mejor que nadie. Obviamente, esto no es una tarea fácil, y es por esta razón que Salmond siempre ha tenido muy claro que hay que promover la meritocracia tanto a nivel de gobierno y de parlamento como de partido. Sabe que sólo teniendo los mejores podrá crear las políticas adecuadas y, sobre todo, podrá identificar las fórmulas convenientes para financiarlas y hacerlas posibles.

Sin embargo, en Escocia no todo el monte es orégano. El sistema de financiación de su gobierno no tiene poderes ni para emitir bonos ni para endeudarse, y su presupuesto aún depende completamente de Londres, que cada año que pasa le extiende un cheque más pequeño. Ahora bien, es un país que utiliza todos los recursos para hacer políticas que amplían de forma progresiva el bienestar de su población y promueven la competitividad de su economía para conseguir hacer de Escocia un país más próspero.

Quizás uno de los ejemplos más sorprendentes de ahorro de recursos lo encontramos en la misma estructura de la administración pública. Escocia, con más de cinco millones de habitantes, sólo tiene 32 ayuntamientos, un gobierno y un parlamento. Lejos de la situación en Cataluña, con 945 ayuntamientos, 41 consejos comarcales, 4 diputaciones, un parlamento y un gobierno. Y ya veremos qué pasa con las veguerías. Por otra parte, Cataluña tiene un sector privado que funciona de forma extraordinaria, pero hay que aprender de las experiencias exitosas en otros países para conseguir minimizar el gasto, ampliar el estado del bienestar y ayudar al sector privado a prosperar y competir internacionalmente. Esta nueva Escocia está dando pasos de gigante, y el secreto es bien sencillo: meritocracia, transparencia, sentido común y responsabilidad (quien la hace la paga). El resto viene solo. No parece tan difícil, ¿verdad?

Publicado por Avui – El Punt-ek argitaratua