¿Y el Barça por qué juega todavía en la liga española?

Vistas las nuevas maniobras contra el Barça, hay que preguntarse por qué el fútbol debe respetar unas fronteras estatales si ninguna otra empresa europea ya las respeta

Este Año Nuevo ha sido muy movido deportivamente hablando. Pese a que no ha habido competición de fútbol, ​​el Barça ha vivido otro episodio inusual porque le han retirado dos jugadores de la competición liguera española. El organismo que la rige se ha servido de una regla particular y de un cálculo muy discutido para dejar al Barça sin dos titulares a media competición.

Yo no entiendo mucho de deportes, pero me dicen que se trata de una maniobra claramente orquestada contra el F.C. Barcelona, ​​de una jugada de desestabilización. La historia del club está llena de decisiones de este estilo, pero parece que ésta es de las más escandalosas jamás vistas.

Según se ve, o eso he entendido, el club acabará tocado y la competición, adulterada con esta decisión tomada en Madrid por los estamentos deportivos españoles. De modo que la pregunta que me hago es por qué el F.C. Barcelona sigue jugando en la liga de fútbol española.

El club es una entidad privada, la liga española es una entidad privada, así como las otras ligas del continente; incluso la UEFA y la FIFA son entidades privadas –ambas, asociaciones de derecho suizo–, sin vínculos directos ni oficiales con los estados.

La pregunta, por tanto, es pertinente: ¿por qué el fútbol debe respetar unas fronteras estatales si ninguna otra empresa europea ya las respeta? Imaginémonos que el club decidiera jugar, por ejemplo, en la ‘Premier League’ inglesa, incluso por una simple cuestión económica. ¿Quién podría impedirlo, legalmente hablando y con la legislación europea en mano? Evidentemente, podría impedirlo la propia liga inglesa si quisiera, pero también cuesta mucho imaginar que cerraran la puerta a un club tan importante como el Barça, que aumentaría aún más el prestigio y el interés de su competición.

Nosotros mismos, en nuestro país, tenemos un ejemplo muy bueno a seguir, en este caso, del rugby. Los Dragones Catalanes de Perpiñán juegan desde hace años en la Superliga inglesa de rugby de 13, y bien contentos que están. Del reparto de beneficios en la cobertura televisiva, todo son ventajas para ellos y para la ciudad. Incluso a la hora de viajar. La mano de turistas ingleses que pasan por Perpinyà cada semana que hay partido es importante. Y viajar a Londres –¿es necesario explicarlo?– es mucho más fácil hoy en día que ir a Vigo o a Sent Gaudenç, por ejemplo. La ‘Premier League’, para continuar con el ejemplo, tiene siete equipos en la ciudad de Londres, por lo que las oportunidades en ambas direcciones no faltarían, seguro.

Hay que aclarar que, en caso de hacerlo, tampoco sería un caso único en el país. La Unión Deportiva Bossòst, del Vall d’Aran, juega en la liga de fútbol francesa y Andorra juega en la española. Y no pasa nada. En la liga francesa, como es sabido, juega el Mónaco, y en la inglesa, dos equipos galeses. El Derry City, por motivos políticos que aquí obviamente también cuentan, juega en la liga irlandesa. Y también por motivos políticos el Banja Luka y varios equipos kosovares juegan en la liga de Serbia y no en la bosnia o la kosovar.

Habría razones, estrictamente profesionales, para que el Barça decidiera abandonar la liga española. Pero creo que todos tenemos claro que, evidentemente, también sería una decisión con implicaciones políticas significativas. El propio Eric Hobsbawm ya dijo que los deportes, especialmente aquellos que tienen competiciones internacionales, actúan como “sustitutos de la guerra” en términos simbólicos y refuerzan el nacionalismo dominante. Y hace ya muchos años que Manuel Vázquez Montalban contó con pelos y señales que una de las grandes herramientas de propaganda de masas del nacionalismo español había sido, es y sería mientras durase, la liga de fútbol.

Una razón más, pues. ¿No?

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