El filósofo Xavier Rubert de Ventós responde a dos preguntas sobre la independencia y el futuro de Cataluña en el mundo. Es otra entrevista de la serie ‘Faces of independence’ de la edición en inglés de VilaWeb, que reproducimos en catalán.
– ¿Por qué y para qué quiere la independencia de Cataluña?
– El Estado nación actual es una segmentación del país que ya no es funcional. Seguramente esto es una consecuencia de la crisis mundial. Francia es un caso clavado al de España, porque son estados con el diseño caducado. A medida que van dejando de ser funcionales, estos países acostumbrados a la soberanía nacional se empiezan a encontrar que no pueden justificar el Estado nación porque en realidad dependen de lo que diga Merkel, los chinos y los americanos. Como no se sabe muy bien por qué existen, los estados nación buscan maneras de justificarlo y hablan de identidad. Aunque hoy incluso la socialdemocracia la marca Merkel. Los catalanes hace tiempo que tenemos el culo pelado de vivir sin esa especie de legitimación.
Hace más de veinte años escribí el libro ‘De la identidad a la independencia’ en el que exploraba esta cuestión. La soberanía ya no es lo que había sido y nosotros tenemos la oportunidad de dar una lección. La soberanía ha pasado de ser un concepto binario (tengo o no tengo) a un tema analógico (¿dónde tengo la soberanía?, ¿en qué?). Lo hicimos juntos, con Maragall y no estábamos del todo de acuerdo. Coincidíamos, sin embargo, en que, a pesar de que nuestro motor, aunque depende del sentimiento, sea el catalán, el volante no tiene que serlo. Es decir, este tipo de sentimiento no puede ser la base de que nos haga tomar decisiones.
-¿Qué puede aportar una Cataluña independiente al mundo?
– Precisamente podemos mostrar que sabemos dejar de lado la identidad. Podemos enseñar a Europa que la soberanía no es monográfica. A mis amigos franceses les digo: sois más pesados que los catalanistas, habláis constantemente de Asterix, del acento ‘français’ y de la tradición nacionalista francesa.
Nosotros tenemos la oportunidad de limpiar eso que pasa aquí de los colores sentimentales e identitarios y de hacer simplemente un plebiscito cotidiano.
Sorprendentemente, mientras que los franceses siguen defendiendo la ‘France éternelle’, nosotros somos más civiles. Resulta que los catalanes nos hemos hecho estatistas y los franceses se han hecho nacionalistas. Lo que tenemos que hacer aquí es el ‘national-building’.
Yo soy bastante españolista y por eso creo que nos hemos de separar: su recelo es profundo y sistémico. El contraste entre unos y otros es abismal. Todos nos hemos topado con ello. Una vez me había reunido con un ministro español cuando me llamó mi hijo porque tenía problemas con la bicicleta y hablamos, claro, en catalán. Cuando colgué me preguntó: ‘ ‘Javier, cuando les hablas a tus hijos en catalán es como para dar testimonio de afirmación nacional, ¿no?’ Me quedé de piedra: ¿piensa que yo puedo hablar con mis hijos, con los que he hablado siempre en catalán, en otra lengua? ¿Quieres decir que esta gente son liberales? No, esta gente no quiere entenderlo. Nosotros, sin duda, aportamos una versión más flexible de la soberanía. Ellos, en cambio, tratan de hacer revivir una soberanía que serviría para la ciudad-estado de Roma, pero que hoy en día tiene muy poca eficacia.
VILAWEB