En 1997 Jared Diamond era conocido por sus investigaciones ornitológicas en Nueva Guinea, los estudios sobre ecología y conservación de comunidades, y algunas obras de divulgación. Entonces sorprendió con un libro de 500 páginas, Armas, gérmenes y acero, donde se preguntaba, nada más y nada menos, por qué los pueblos euroasiáticos habían dominado a los del resto del mundo y no al revés. Era antirracista: hombres y mujeres de Eurasia no eran más inteligentes, fuertes o innovadores; básicamente, habían encontrado mejores condiciones ambientales, en concreto un mayor número de especies animales que domesticar y una disposición este-oeste de la tierra firme que hacía posible extender la agricultura y ganadería a través de lugares con clima similar. Aunque objetable, como toda explicación simple de asuntos complejos, el libro era inteligente y sus argumentos sugestivos.
Entre las principales críticas se mencionó el aparente determinismo ambiental. ¿Acaso las decisiones humanas no pintaban nada en el devenir de los pueblos? Diamond respondió en 2005 con otro libro aún más extenso, titulado Colapso: cómo las sociedades escogen fallar o tener éxito. La palabra esencial, desaparecida en la versión castellana, era escogen: el ambiente condiciona qué puede y no puede hacerse, pero en última instancia el destino de las sociedades depende de su comportamiento, fundamentalmente al gestionar los recursos. ¿Cómo probarlo? De encontrar dos lugares ambientalmente similares, pero utilizados de diferente forma, podrían usarse como un experimento no planeado. Tal vez ya imaginan donde lo analizó, pues estos días hablan de ello los periódicos.
La isla de
Miguel Delibes De Castro
* Profesor de investigación del CSIC