HAce 30 años viví una temporada en un ranchito en Petare, un barrio de Caracas, lejos de lo que su nombre sugiere, un ranchito es una chabola de cartón, con tejado de hojalata y a veces refuerzos de madera, es fácil imaginar lo que sucedía cuando llegaban las lluvias. En aquel tiempo miles de ranchitos rodeaban Caracas, había desde personas entrañables, hasta la delincuencia más criminal, dos partidos políticos, adecos y copeianos se turnaban en el poder, haciendo posible ese espantoso estado de miseria, analfabetismo y desolación. La corrupción estaba a la orden del día, y a nadie parecía sorprender en un país riquísimo, sin apenas clase media, unos cuantos millonarios y el resto el desastre.
De los refugiados vascos perfectamente se puede decir que estaban tan cerca de sus respectivas organizaciones como de sus lugares de origen, 8.000 kilómetros, y que muchos de ellos (entre los que me incluyo) habían abandonado todo tipo de militancia antes incluso de que llegara el fatídico día de tener que correr. Si en los primeros años 80 había 100 refugiados, todos fueron volviendo, y de aquéllos quedan hoy una docena ya establecidos y con hijos y nietos venezolanos.
El único hecho relacionado con el terrorismo en todo ese tiempo sucedió en diciembre de 1980, fueron asesinados en su domicilio de Caracas los promotores de un recién creado comité de apoyo a los refugiados vascos. Jokin y Espe eran una joven pareja de Eibar, vi sus cuerpos totalmente acribillados, los familiares decidieron donar sus pertenencias a los refugiados más necesitados y yo recibí varias prendas del finado Jokin, la solidaridad era absoluta.
Cuando el embajador de Venezuela pone en tela de juicio los métodos usados en las comisarias de este país, y por tanto el valor como pruebas de esas confesiones está señalando algo que a nadie debiera sorprender, todas las organizaciones de defensa de los Derechos Humanos, empezando por Amnistía Internacional, denuncian en sus informes año tras año torturas y malos tratos en las comisarías de este país (…).
Pregunte usted a cualquiera por un país dictatorial y sin libertad de expresión y le dirán: Cuba y Venezuela no debía ser real cuando veíamos todos los días a los disidentes cubanos en huelga de hambre de 6 meses rodeados de reporteros y cámaras las 24 horas, los mismos que han rechazado por barato un hotel en Madrid. Venezuela es diferente, el 75% de sus medios de comunicación son de la oposición, pero no es cualquier oposición, la mayoría son de cubanos anti-castristas afincados en Miami, de una virulencia contra Chávez exagerada y no hay que olvidar que ha ganado en las urnas todas las consultas hasta ahora, que ya son 12. Los pocos medios que han sido cerrados pedían abiertamente otro golpe de estado, y no hay en Europa un solo gobierno que permita a nadie llegar tan lejos. Por mucho menos se han cerrado aquí Egin, Egunkari…
Todo el mundo sabe que Chávez está proponiendo una América unida, sin hambre, fuerte, capaz de solucionar sus necesidades, y entiende y hace entender que los problemas de un país no los soluciona el capitalista que sólo busca beneficios, sino el Estado. Chávez es una de las voces más claras contra el neoliberalismo y el imperialismo de los EEUU y de la Unión Europea (…).
Lo que está en marcha en Venezuela es una revolución y por más esfuerzos de los EEUU y la Unión Europea por frenarla, ya nada la puede detener, las amenazas que se orquestan contra Chávez son tan viejas como la misma historia de la lucha del hombre por su libertad, el movimiento bolivariano ha entrado en una fase de no retorno. Hace 120 años se impuso en todo el continente la doctrina Monroe: América para los americanos del norte, hoy está llegando su final.
* Josu Goñi Tirapu. Miembro del Comité Provincial del PCE-EPK y del Consejo Político de IU de Navarra