Un serio toque de atención

Los hechos de ayer en Barcelona creo que representan un serio toque de atención al gobierno y en general a la clase política catalana.

La manifestación de Jusapol era una provocación política de Ciudadanos para conseguir las imágenes que no había conseguido aún arrancando lazos y paseándose provocativamente por pueblos y ciudades. Esto lo tenía que saber el gobierno. Incluso los otros sindicatos de la policía española ayer denunciaron la movilización de Jusapol. Se sabe que Ciudadanos los financia o instrumentaliza y ayer dos diputados de este partido fueron la única representación política en una manifestación tan exigua por el número de personas como indignante por lo que representaba.

Rendir homenaje de manera pública en el centro de Barcelona a los criminales uniformados que atacaron nuestras escuelas el primero de octubre no podía sino indignar a muchísima gente. Indignó hasta el extremo de obligarlos a trazar una raya en el suelo. Algunos han querido focalizar los incidentes en ‘Arran’ (CUP) pero la indignación iba mucho más allá y desbordaba un operativo policial de Interior completamente erróneo.

Esta manifestación no se debería haber permitido. Lo dije el pasado viernes y hoy, después de todo lo que ha pasado, me reafirmo. La solución más sensata que debería haber adoptado el gobierno era prohibirla. Sabiendo que habría contado con un apoyo popular grande.

Aceptemos, sin embargo, que podía haber varias opciones. La primera prohibirla, por su contenido pero también porque los organizadores engañaron a las autoridades cambiando el sentido de la misma cuando ya estaba autorizada. Una segunda opción habría sido dejarlos manifestarse pero en un lugar alejado -llevarlos a Montjuïc y que se manifestaran solos en medio de la montaña como tantas veces se ha hecho ya con la ultraderecha. Y había una tercera todavía, que era encapsularlos completamente por una enorme fuerza de Mossos y obligarlos a bajar del autobús, moverse por un espacio completamente controlado y devolverlos a los autobuses para que se fueran por donde habían venido. Se eligió en cambio la que creo que era la peor opción. Dejarlos desfilar por el centro de Barcelona por espacios abiertos, donde la indignación ciudadana era evidente que se iba a expresar y ordenar a las unidades de intervención cargas contra los ciudadanos que protestaban, cargas que un año después del primero de octubre hacen mucho daño. Hay un par de escenas que si no se investigan a fondo y motivan ceses o medidas disciplinarias contundentes contra los policías concretos que las protagonizan harán un mal inmenso al departamento de interior y al mismo gobierno.

El presidente Torra, por la noche, mostró su incomodidad cuando los compañeros de TV3 le enseñaron algunas de estas imágenes. No cayó en la trampa de criminalizar a ningún manifestante y esto no era nada fácil y hay que valorarlo. Pero el toque de atención de ayer no puede dejarlo caer en el vacío. Era una entrevista muy difícil y él es un presidente acosado por los partidos. Pero debe liderar, porque es el presidente, y ayer tenía una oportunidad que se le escapó.

Sería injusto, sin embargo, centrarlo todo en él. A medida que iba avanzando el día mi estupefacción iba en aumento al ver cómo primero Junqueras anunciaba que será candidato a las europeas y después el PDCat hacía un cónclave hablando de unas hipotéticas elecciones catalanas. Mientras en el centro de Barcelona pasaba lo que pasaba.

Cuando los dos partidos principales del independentismo decidieron practicar la esquizofrenia política. Tras el 21-D las cosas se complicaron mucho a todos. Ha pasado casi un año y es evidente que no se puede apelar al mandato del primero de octubre mientras se intenta gobernar una institución autonómica y se piensa sólo en las elecciones que vendrán. Ayer el presidente Torra repitió mil veces que hay que implementar la república y estoy seguro de que ésta es la única razón por la que él está en el lugar donde está. Y estoy convencido de que en torno al juicio hay posibilidades serias de hacerlo. Pero entonces no pueden pasar cosas como las que pasaron ayer. Porque hacen perder la confianza en la clase política y en los partidos. Y a los anti-partidos hay que recordarles que si el primero de octubre fuimos capaces de derrotar al Estado español esto fue por la comunión intensa que hubo entre la clase política y la calle.

Reconstruir esta comunión hoy es difícil porque es evidente que hay políticos clave de este país que quieren echar el freno. Para salvar su situación personal, para salvar la de sus compañeros, porque después de vivir el octubre republicano creen, y tienen derecho a hacerlo, que fue todo un error o por la razón que sea. Hay otros, sin embargo, que saben que sólo la república nos devolverá la democracia y que no es lícito, después del primero de octubre proponer al país volver atrás a los tiempos en que un político socialista nos prometía cosas que nunca cumplía y todos nos quedábamos tan contentos.

Después de muchos meses de desconcierto ayer mucha gente decidió trazar una raya en el suelo, marcando claramente la separación entre la dignidad y el conformismo político del ir tirando. Ahora es necesario que si, entre los políticos, hay gente dispuesta a aceptar que la esquizofrenia no funciona, comiencen a hablar cada día más claro y sobre todo a actuar de forma contundente e inmediata. O el toque de atención de este sábado marcará un divorcio difícil de superar. Y seguramente como dice en su interesante artículo de hoy el compañero Andreu Barnils, a la gente nos tocará hacer solos el camino final.

VILAWEB

 

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El trozo que falta

Andreu Barnils

 

Soy de los que pienso, ¡ay ahora!, qué suerte que hayamos tenido estos políticos. Sé que no queda bien decirlo, pero pocas horas antes de celebrar el aniversario del 1-0, para mí hay que decirlo más aún: los políticos electos cumplieron con su palabra de celebrar un referéndum, primero, y declarar la independencia, después. Para sorpresa de muchos, lo hicieron. Y hoy en día la inmensa mayoría de los miembros de aquel valiente gobierno los tenemos o encerrados en la cárcel o en el exilio. En general, pues, se puede decir que los políticos se comportaron mucho mejor que nosotros, los no políticos. Ellos hicieron su parte de trabajo. ¿Hicimos nosotros la nuestra?

 

Y para mí la respuesta es que no. Nosotros fallamos más que ellos.

 

Nuestra parte era defender la independencia. Lo que no hicimos. Donde fallamos, hace un año, es justamente aquí: esperar las órdenes desde arriba. Creer que el gobierno, entidad de orden, actuaría de manera revolucionaria. Utilizando la fuerza, si era necesario, para defender la independencia. Creer que Puigdemont y Junqueras enviarían a los Mossos a rodear el aeropuerto, o a cerrar las fronteras, ¿no era pedir demasiado a la Generalitat, a los Mossos, a Puigdemont y Junqueras? ¿Quiero decir que podíamos esperar acciones de este tipo en un gobierno autónomo? Diría más: ¿veis vosotros en los próximos días, meses o años, a unos Mossos yendo al aeropuerto, o a cerrar fronteras? ¿No veis más bien un enfrentamiento entre pacifistas gandianos catalanes y piolines, más que entre Mossos y Policía Nacional en los tiempos próximos? ¿Quién hará el tramo que falta?

El trozo que faltó (defender la República) desde un punto de vista práctico, ¿no habría sido mejor que lo hubiera asumido la Asamblea Nacional Catalana (ANC) u Òmnium? Pregunto. ¿Por qué la ANC se dedicó a esperar las órdenes del gobierno catalán? ¿Por qué yo, y tú, y él, esperamos las órdenes de arriba? ¿Por qué no fuimos, nosotros, al aeropuerto directamente? ¿Presionó la ANC desde abajo lo suficiente en aquellos días post 1-O? ¿Y Òmnium? ¿Por qué no salimos a la calle sabiendo qué queríamos, y no tanto a ver qué pasaba? ¿Por qué no estábamos preparados?

No hicimos el tramo que faltaba porque el debate sobre el uso de la fuerza, el rechazo de la violencia, los posibles riesgos, los muertos, los heridos, y los salvados no lo teníamos sobre la mesa. Ni antes, ni ahora, no nos atrevimos a decirlo, y por eso disimulamos con referéndums, pactados o no. Pero es así: el tramo que falta no lo haremos votando. Sin votos no vamos a ninguna parte. Quede claro. Sin votos todo el entramado se cae. Pero si algo enseña el 1-O es que sólo con votos, tampoco vamos a ninguna parte. Votamos. Ganamos. Y no tenemos República. Esto quiere decir que algo, y no votos, nos falta.

Enfrente tenemos un equipo rival con este eslogan: ‘todo por la patria’. ¿Nos tocaría, ahora, a nosotros, elegir nuestro eslogan (Para mí, ya lo digo de entrada, todo todo, no. Pero ‘nada por la patria’, tampoco. Faltará poner algo. Digo).

Un año después del magnífico 1-O, vendrán el cumpleaños de un no tan magnífico 10 de Octubre, y 27 de Octubre. Y me pregunto ¿por qué nos fijamos tanto en lo que hicieron, y dejaron de hacer, los políticos en aquellos días? ¿Por qué no nos fijamos también en el resto de actores? ¿Qué hubiera pasado si la ANC, una vez montada la operación ‘Castell’ (‘Castillo’), y con todo el Palau de la Generalitat rodeado, hubiera decidido parapetarse, y aguantar el embate? Por qué Òmnium no llevó premios Nobel en la ciudad para defenderla? ¿Por qué Andreu Barnils no encontró tiempo para ir al aeropuerto? Y tú, lector, ¿qué habrías podido hacer y no hiciste?

El trozo que falta es no esperar órdenes del gobierno catalán. Ni es nuestro mesías, ni es nuestro enemigo. El trozo que falta es no obsesionarse con el gobierno catalán. El govern es muy potente, y sin él no estaríamos donde estamos. Pero tiene límites. Y uno de ellos es la revolución. O el uso de la fuerza (nunca de la violencia). No lo hará él. O, mejor dicho. No lo hará sin ayuda. Esta es la gran lección, para mí, de Octubre 2017. ¿Donde estábamos nosotros presionando desde abajo? Y sobre todo sobre todo sobre todo: ¿cómo organizas, ahora, el uso de la fuerza, además de la violencia, por tu cuenta, sin permiso, y sin entorpecer?

Y qué momento eliges. Y cómo te organizas para el trozo que falta.