El mapa internacional continúa moviéndose porque desde finales de los imperialismos coloniales decenas de pueblos adquieren la libertad y crean su Estado. El próximo mes de enero es el turno de los pueblos africanos que forman la actual Sur de Sudán ( dinkas, nuer,…), unos diez millones de personas. El 9 de enero de 2011 está previsto el referéndum en que la población decidirá si quiere seguir siendo sudanesa o ser independiente y disponer de su propio Estado. Será el cumplimiento de los acuerdos de paz de 2005 por los que se puso fin a veintidós dos años de guerra entre el Norte musulmán y el Sur cristiano y animista que causó dos millones de muertos.
Un segundo referéndum simultáneo servirá para decidir si la población de la zona de Abyei (10.000 kilómetros cuadrados ), situada en la frontera entre Norte y Sur y rica en petróleo, quiere seguir con su estatuto especial dentro de Sudán o incorporarse al nuevo Estado independiente. Si los pueblos que habitan el Sur de Sudán escogen ser independientes, el actual Sudán (40 millones de habitantes ) perderá el 80 % de las reservas petroleras, ya que están en el Sur, un 50 % de sus actuales ingresos por la exportación de petróleo y una tercera parte de su población.
Desde hace tiempo la comunidad internacional no tiene nada claro que el régimen de Jartum, dirigido por el general Omar Al Bachir, que está encausado por el Tribunal Penal Internacional por genocidio en Darfur, juegue limpio y teme el inicio de una nueva guerra. El gobierno sudanés ha levantado una serie de obstáculos al proceso del referéndum porque las previsiones apuntan a que el resultado será favorable a la independencia. Mientras que en el Norte gobierna el Partido del Congreso Nacional, del presidente Al- Bachir, en el Sur las elecciones del pasado mes de abril las ganó el Movimiento de Liberación del Pueblo Sudanés ( SPLM ), liderado por Salva Kiir, partidario de la independencia.
De hecho, el fundador y líder del SPLM fue John Garang, que había sido oficial del ejército sudanés antes de dirigir la guerra de los rebeldes del Sur, era unionista y luchaba por un Sudán laico. Una de las principales causas del conflicto ha sido que el Norte musulmán ha impuesto la » sharia » ( ley islámica ) en todo el Estado. El actual régimen surgió de un golpe de Estado dirigido por general Al- Bachir con una fuerte influencia de los fundamentalistas islámicos.
Poco después de firmados los acuerdos de paz, en 2005, que establecieron que el líder del SPLM sería vicepresidente, Garang murió en un accidente de helicóptero.Los sucesores quieren un Estado africano, libre del dominio político y económico de los árabes del Norte. El punto más caliente se sitúa en Abyei, la región habitada por dinkas sedentarios y misseriyas ( árabes nómadas ganaderos ). Estos últimos viven durante seis meses en la región con sus rebaños y el gobierno de Jartum quiere que voten en el referéndum de esta zona porque los dinkas son partidarios de la independencia y los misseriyas no. Los dinkas se oponen.
Hace unos días, el pasado 24 de septiembre, el mismo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, intervino en la ONU ofreciendo la normalización de relaciones con Jartum y el fin de las sanciones si el referéndum se celebraba con normalidad y se detenía la violencia en Darfur (oeste de Sudán, donde hay guerra ). El vicepresidente sudanés, Ali Osmane Taha, prometió ante la ONU que su gobierno aceptará el resultado de los dos referendos de enero del 2011.
Una regla no escrita, pero sagrada
En el continente africano este referéndum también causa inquietud ya que significa la ruptura de una regla no escrita, pero sagrada, desde la desaparición de los imperios coloniales y la creación del actual sistema de Estados en la segunda mitad del siglo XX. La regla no escrita pero sagrada es que las fronteras heredadas del colonialismo no se tocan. Las potencias europeas coloniales se repartieron el continente africano trazando líneas rectas sobre el mapa sin tener en cuenta ni la geografía ni los pueblos sino sólo sus intereses políticos y económicos.
La independencia de los actuales estados africanos fue en base a las fronteras de la época colonial y los dirigentes africanos acordaron tácitamente no tocarlas para evitar una retahíla de conflictos. Esta regla no escrita, pero sagrada, se ha mantenido hasta hoy día con la excepción del caso de Eritrea, que accedió a la independencia después de muchos años de guerra con Etiopía. Ahora el Sur de Sudán puede ser un nuevo caso de ruptura de la regla no escrita, pero sagrada. De todos modos, será un nuevo ejemplo de que la lucha de un pueblo o pueblos es capaz de romper con las reglas más sagradas y reconsagradas que regulan las relaciones internacionales. Y como el próximo nuevo Estado es rico en petróleo no le tardarán nada en llegar los reconocimientos de la comunidad internacional.