No tiene cara, no tiene alma y no habla, pero está en todas partes. ¿Cómo combatirlo o cómo comprarlo? No se sabe dónde o a quién dirigirse para evitar que su sombra se vaya esparciendo y llegue a todos los rincones del país. He aquí la fuerza del fantasma. Sus víctimas sólo pueden disparar tiros en la oscuridad. El pánico les acaba dominando y se convierten en juguetes de su voluntad.
Pese al aire cinematográfico de mi descripción, no exagero lo más mínimo si afirmo que el fantasma de la abstención domina ahora mismo en Cataluña la campaña electoral del 23-J. El triunvirato del proceso (ERC, Junts y CUP) viven atemorizados por su presencia. Han llamado a rebato y todos son trabucazos contra un espectro.
Bien mirado, sus cañonazos desesperados hacen reír. ¿Quieres una pequeña elección? El candidato de ERC, para llamar a las urnas, dice que en estas elecciones españolas nos jugamos… ¡los derechos humanos! ¡Ay! Esto significa que si no les votamos, perderemos el derecho a la educación, al trabajo o la propiedad privada, que son algunas de las facultades que contempla la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. PP y Vox no nos permitirán ni trabajar ni tener un pisito. ¡Líala más si puedes! Ni a los países más desgraciados les amenaza una calamidad como ésta.
También han sacado el santo cristo gordo de la Mesa del Tercer (Sector) Social de Cataluña (https://www.tercersector.cat/es). Sus dirigentes fueron entrevistados por TV3 y pronosticaron el apocalipsis para los más desfavorecidos si no íbamos a votar. La pobreza más absoluta se abalanzará sobre Cataluña si usted, querido votante, no deposita su papeleta por Nogueras, Rufián o alguien de la CUP. Están avisados. Porque, claro, el dato de riesgo de pobreza o exclusión social en Cataluña del 25% de la población que ellos han sido incapaces de detener son falacias que nos inventamos todos aquellos que promocionamos no ir a los colegios electorales.
Dentro del catálogo del chantaje emocional para mendigar el voto, tampoco podía faltar la llamada solidaria a los “políticos represaliados”. Ayer mismo, RAC1 hacía una entrevista a Dolors Bassa donde le planteaban la posibilidad de que los indultos fueran reversibles si ganara el PP y Vox. Ella afirmaba que era factible. ¿Quién no nos votará, piensan ellos, para evitar que volvamos a Soto del Real? No hay propuestas ni ideas. Todo se reduce al voto del miedo o de la compasión. La mejor receta para mantener infantilizado a un pueblo.
Pero lo que realmente les preocupa es que no pueden negociar con nadie. No hay teléfono alguno al que llamar y poder ofrecer alguna canonjía a cambio de no molestar y que todo siga el guión marcado por la partitocracia. Su impotencia les hace perder los papeles y acaban insultando (pueden encontrar los ejemplos que deseen en las redes sociales de estos últimos días) al potencial votante. ¿Se imaginan a un vendedor llamando pelagatos al cliente que no le quiere comprar? Seguramente lo perdería para siempre. Precisamente lo que les puede acabar pasando.
Sin embargo, no son conscientes de que se avecina un fin de etapa. Mejor dicho, su etapa. Viven inmersos en sus trapicheos particulares. Son como niños malcriados que siempre han hecho lo que han querido con los votos del ciudadano. Los venden al mejor postor, según el pacto que mejor garantice mantener el pesebre. No existe ningún idealismo. Es un simple negocio como el que hace cualquier empresario.
Por primera vez los vemos sufrir como también sufre gran parte de nuestro pueblo. Seguramente, es el mejor castigo para quienes ha jugado impunemente con el sentimiento nacional de los catalanes. La abstención hará limpieza. ¡Y buena falta nos hace!
EL MÓN