CON multitudinaria manifestación de por medio o sin ella, la realidad es que el juez Garzón ha enviado a prisión, incondicional aunque comunicada, a varios de los dirigentes de la izquierda abertzale detenidos días pasados bajo la acusación de querer recomponer Batasuna o, cuando menos, formar un frente soberanista e independentista (en las noticias se hace especial hincapié en esta calificación, como se hace de manera gratuita e interesada a la relación familiar de una de las detenidas con el líder de Aralar) con objeto de participar en las próximas elecciones.
Otras versiones hablan de que lo que trataban esos políticos es de organizar una nueva formación política abertzale y radical al margen de la tutela de ETA, con expresa opción a las vías políticas y consiguiente rechazo a la violencia. El auto de Garzón está redactado para orientar la instrucción en el sentido de que esto no es así, sino de que ETA sería la auténtica inspiradora de ese nuevo frente.
A Arnaldo Otegi en concreto se le acusa de estar en relación directa con ETA para, de la manera que sea, contar con ella y con el cese parcial y territorial de su actividad armada para llevar adelante el proyecto de frente abertzale, dándole expreso espacio de decisión en éste. La acusación, recogida en el extenso auto de prisión del juez Garzón, es grave. Y es más grave en la medida en que la acusación de estar en relación con ETA sólo alcanza de manera plena a dos de los detenidos -a Otegi y a Rafa Díez Usabiaga-, y no al resto de los dirigentes encarcelados o liberados bajo fianza. Quedan por delante meses de instrucción sumarial que no sabemos en qué puede parar, porque hasta ahora el auto de Garzón habla de indicios (razonamiento jurídico primero) y no de pruebas concluyentes, y abre sus diligencias declarando que se siguen «por el presunto delito de integración y/o colaboración con organización terrorista y en averiguación de las actividades presuntamente delictivas de las personas que forman la nueva Mesa nacional de Batasuna».
Entre los indicios recogidos en el auto de Garzón hay citas de diversos documentos internos de ETA, intervenidos en varias detenciones, en los que se habla de la formación de un frente nacional de referencia. Por otra parte, el análisis somero del auto del juez Garzón revela un seguimiento exhaustivo de todo lo relacionado con ETA y la izquierda abertzale en los último meses: atentados, artículos en prensa, actuaciones, reuniones, encuentros, documentos…
La incógnita ahora es otra. La incógnita es el inmediato futuro político que les aguarda a los militantes, votantes y simpatizantes de la izquierda abertzale. Está visto que la muy activa presión judicial, policial y de los servicios de información sobre los activistas de la izquierda abertzale es extrema, tanto que, en la práctica, impide cualquier intento de reorganización o fundación de nuevas formaciones políticas adquieran la forma que adquieran éstas.
La expulsión de la izquierda abertzale radical de las instituciones es algo más que un hecho, es un objetivo político, y éste se está cumpliendo a rajatabla. En las actuales circunstancias la izquierda abertzale radical que estuvo representada por Batasuna no va a poder regresar a las instituciones políticas ni, por supuesto, concurrir a las próximas elecciones generales y autonómicas. Están fuera.
Queda la incógnita de saber si de lo que se trata es de presionar a ETA para que abandone de manera definitiva la lucha armada y deje de tener secuestrada a una parte de la ciudadanía vasca. ¿Abandono de las armas, autodisolución? No parece creíble a la luz de sus últimos comunicados.
Está visto que a estas alturas una mera tregua no es admisible para el Gobierno español, y que la posibilidad de negociaciones se ha esfumado, como se ha esfumado la posibilidad de que la izquierda abertzale ex Batasuna, independentista y soberanista, regrese a las instituciones, con condenas de la violencia de por medio o sin ellas.
Lo sucedido en los últimos meses prueba que la totalidad de los dirigentes que intentan regresar a la vida pública y a las urnas están quemados por haber estado de manera directa o indirecta en relación con las organizaciones proscritas declaradas fuera de la ley. De la organización de formaciones políticas a la convocatoria de ruedas de prensa o actos populares, la personalidad de los convocantes o peticionarios es causa de prohibición inmediata.
Vista su trayectoria, no parece que ETA se vaya a dejar presionar o tomar como rehén para la recuperación por parte de la izquierda abertzale de las vías democráticas de las que ha sido expulsada, y tampoco resulta del todo creíble el machacón mensaje gubernamental de que mientras haya violencia no habrá regreso a las instituciones. El actual mundo abertzale radical no va a romper con ETA porque no creo que pueda. Crece la sospecha de que ya no se trata sólo de acabar con ETA, sino de impedir que cualquier formación política con claros objetivos independentistas y soberanistas acceda a las instituciones de un estado sostenido en una constitución en la que no caben esas pretensiones políticas. Objetivo político éste que es aplaudido de manera generalizada por el público y la mayoría de los medios de comunicación. Para la opinión pública española es todo un triunfo que Otegi haya regresado a prisión. La opinión pública no quiere a la izquierda abertzale ni dentro de las instituciones ni fuera de ellas, sino en la cárcel, y a ser posible de por vida. Y en estas circunstancias no es descabellado pensar que aunque el listón está por el momento en la prohibida Batasuna y su entorno, puede muy bien desplazarse hacia otras formaciones nacionalistas que no comulguen con las políticas de los partidos en el Gobierno. Cuestión de tiempo.
En consecuencia, y como hasta ahora, con o sin detenciones policiales, por muy constantes que sean éstas, con permanente actividad judicial de acoso y derribo (condenas y llenado de las cárceles), vamos a seguir teniendo ETA para rato, y un significativo porcentaje de votantes desprovistos por ley de su derecho al voto. La normalización y pacificación de la sociedad vasca está tan lejos como ayer. La puerta del callejón salida está abierta de par en par como boca de lobo.