No hace muchos años, concretamente 140, el día 4 de marzo de 1883, se pusieron las bases de la denominada Futura Constitución Navarra. No fueron nacionalistas navarros, eran navarros que se sentían españoles. Las bases de la aquella futura Constitución estaban basadas en los Antiguos Fueros Navarros.
El punto que más crispación les ocasionó fue el relacionado con la intransigencia de la Iglesia Católica y la libertad de culto. En el preámbulo de las bases hablaban de la Federación Hispana y se hacía constar el derecho a la autonomía completa de Navarra e incluso se decía: “…quedando Navarra, Estado de por sí…”.
En su Base Segunda, De Navarra y los navarros, llegaban a estas conclusiones: “Navarra dentro de sus actuales límites, se constituirá en Región, porque está dispuesta a admitir la libre reincorporación de los territorios de Rioja, Vascongadas y la Sexta Merindad de Ultrapuertos (hoy francesa, que antes fueron navarros; constando ya que, en algunos de ellos, existe la patriótica tendencia a tan fraternal y conveniente unión cuando las circunstancias lo permitan)”. Lo que a día de hoy es utilizado por sectores de la derecha y la izquierda navarra como algo escandaloso y que no tiene nada que ver con Navarra, hace muy pocos años era intelectual y políticamente hablando algo normal y habitual en Navarra.
En aquellas Bases no solo se reconocía la reincorporación de todos los territorios históricos, sino que incluso se dio derecho a todos los ciudadanos de dichos territorios a tener los derechos de ciudadano navarro si así lo solicitaban. Por si quedaban dudas en su Base 5ª , se decía: “ No es una novedad absoluta, pues se halla establecido el disfrute de los derechos de navarro a favor de los navarros franceses desde 1530, en que abandonó a estos el Rey Carlos IV de Navarra, I de España, V Emperador de Alemania, confirmándoles en tales derechos su sucesor Felipe IV de Navarra y II de España, en 28 de enero de 1596, siendo repetido por varias cedulas reales de otros reinados, y observándose la multitud de sentencias, por los Tribunales, así de Navarra como de Castilla.
De modo que esta Base no haría más que ampliar el principio, extendiendo su aplicación a Rioja y Vascongadas, “por previsión justa y prudente de política y de Gobierno, encaminada a legítima gloria y aumento de Navarra”.
Todo esto y mucho más se firmó en aquel 4 de marzo de 1883, en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Tudela, antiguas Salas Consistoriales, por un grupo de republicanos navarros, demócratas con tradición federalista, y que posteriormente enviaron copia del Acta de aquella Asamblea Navarra a Pi y Margal, a Madrid.
Entre los firmantes se encontraban Juan Burgaleta, en calidad de Presidente de la Asamblea, Mariano Escribano, Martin Las Heras, Braulio Forcada, Matías Diez, José Ariza, José Arbiol, José Blasco, Manuel Ibarra, Victoriano Hernández, Florencio Benedy, Francisco Ochoa, Vicente Cuadra, Pedro Miranda, Pedro Salcedo, Román Monguilot, Constancio Salvatierra, Lucas Garate, Esteban Francés… apellidos todos ellos, que a muchos tudelanos no nos son lejanos.
En fin, que ya había mucho “tudelano pro-vasco suelto por la ciudad” hace casi dos siglos, lo digo para que se lo hagan mirar algunos de derechas y de izquierdas.