Tres planes Marshall
Joan F. Mira
El Temps
Tres planes Marshall, explica el periodista Enric Juliana. Este es el equivalente del dinero que ha recibido de Europa el Reino de España desde 1985. Si se cuenta por habitantes, son tres veces más por persona. Si se cuenta por el grueso del dinero, son 140.000 millones de euros, sin incluir las subvenciones derivadas de la política agraria, protectora del cereal, del olivo, de la leche, o de los girasoles de la Mancha (que se plantan , crecen, se cobran, y a menudo ni siquiera se recogen: verídico, comprobado personalmente por mí). Pero no protectora -ni la política agraria ni la de los fondos regionales- de nada que no sea valorado, cobrado y decidido en Madrid o a través de Madrid. Un acontecimiento único en la historia de occidente, esta transferencia masiva de recursos, un donativo nunca visto con este volumen y proporciones. Y cita dos economistas solventes, que lo han analizado y que escriben: «España se ha convertido en el país del mundo que históricamente más se ha beneficiado de una corriente de solidaridad proveniente de otros países». Tres veces el plan Marshall , más de treinta veces, recuerda Juliana, el dinero que recibió la Alemania Occidental, arrasada por la guerra, a fin de ayudar a levantar la cabeza. La cabeza del Reino de España, con esta lluvia milagrosa de dinero del cielo, se ha ido levantando los últimos 25 años, a razón de más de un punto del PIB por año, de modo que, ahora mismo, es una cabeza orgullosa en materia de renta por cabeza. Hace un cuarto de siglo, los españolitos hacían figura de pobre, con un modesto 68% de la renta media europea. Ahora piensan que hacen figura de ricos. Vanidad, poca memoria: la sabiduría antigua ya decía que quien recibe un favor grande suele perder la modestia del agradecimiento. La España del Reino de Castilla (Galicia, la Meseta entera, Andalucía, Extremadura …), gran beneficiaria del gran trasvase, se guarda muy bien de reconocer a quien debe, en grandísima medida, el cuarto de siglo de prosperidad que ahora parece que acaba. Quizá no es casual que, al reducirse el sinfín de marcos y de euros que llegaban a raudales, la crisis famosa haya dejado a todos con las vergüenzas al aire. Se acabó la chulería de los gobernantes, Zapatero especialmente incluido, que anunciaban con impávida seguridad que en dos o tres años España pasaría la mano por la cara en Francia y Alemania.
Y el periodista, tras comentar el peso de la «Liga Sur» (¡nada de una imposible Liga Norte hispánica!), El peso político determinante de Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura, en el reparto del maná europeo, acaba recordándonos que, en efecto, los efectos son visibles. Autopistas gratuitas (excepto las que ustedes saben, evidentemente), la mayor red (radial, por Supuesto) de alta velocidad del mundo (¡lo que los alemanes no se pueden permitir, y los españoles sí!), Parques tecnológicos y logísticos todas (y muchos, medio vacíos), el boom inmobiliario, la alegría bancaria, y todo eso que ustedes saben y ven. Y la consagración del Gran Madrid como centro absoluto del poder financiero y empresarial. Donde residen, también, las grandes empresas beneficiarias de la gran obra pública subvencionada. Como estos túneles del Guadarrama, recuerda el periodista, una de las más grandes obras de ingeniería de Europa, para acortar el paso del tren velocísimo hacia el norte, que cuestan más de 1.200 millones de euros … financiados al 85% por los famosos fondos de cohesión. Cohesión española, finalmente, pagada con dinero europeo. Y pocos días después, un artículo del señor Rafael Simancas (portavoz socialista en la comisión de Fomento del Congreso de los Diputados) se despacha con injurias y sarcasmos contra el profesor Germà Bel, afirma que esto del sistema radial de ferrocarriles y autopistas es un mito del victimismo nacionalista catalán (el que «se RESISTE a reconoces lo obvio: todas las administraciones, especialmente la actual, se esfuerzan en el Desarrollo de ejes transversales»: sólo hay que mirar el mapa, sí señor …), y que Madrid jamás no ha recibido ningún trato de privilegio. Nunca jamás, no señor. Es difícil decidir si se trata de cinismo o de perturbación. Dejémoslo correr.
Enric Juliana
Tres planes Marshall
La Vanguardia
España ha recibido de Europa más de 120.000 millones de euros, con énfasis en Andalucía
Tres planes Marshall. España ha recibido de Europa una suma de dinero tres veces superior a lo que supuso el plan ideado en 1947 por el secretario de Estado norteamericano, general George Marshall, para ayudar a la reconstrucción de los países europeos después de la Segunda Guerra Mundial y bloquear el avance de la influencia soviética. España ha percibido más de 120.000 millones de euros desde su ingreso en la Comunidad Económica Europea en 1985, frente a los 12.841 millones de dólares que Estados Unidos transfirió a los gobiernos de Europa occidental entre 1947 y 1951, con la única excepción de España y los pequeños estados de Andorra, Liechtenstein y San Marino. Tres veces más si actualizamos el valor de la divisa estadounidense en la posguerra.
Mr. Marshall pasó de largo y dejó a Pepe Isbert con un palmo de narices en la plaza mayor de Villar del Río. Cuarenta años después –la unidad de tiempo del franquismo–, llegó la hora del resarcimiento. La hora del Gran Drenaje. Un acontecimiento único en Occidente. “España se ha convertido en el país del mundo que históricamente más se ha beneficiado de una corriente de solidaridad proveniente de otros países”, escriben los economistas José Luis González Vallvé y Miguel Ángel Benedicto Solsona en La mayor operación de solidaridad de la historia (Plaza y Valdés, 2007), la crónica mejor documentada sobre el efecto de las ayudas comunitarias en una España deseosa de bienestar, que en junio de 1985, fecha de ingreso en la CEE, apenas alcanzaba el 68% de la renta per europea.
Tres planes Marshall. Más de treinta veces el dinero que recibió Alemania Occidental (1.440 millones de dólares) para que pudiese levantar cabeza. Una ayuda gigantesca que se ha concentrado, de manera preferente, en la España meridional, en la meseta castellana y en Galicia. Un evento de tal magnitud justificaría la colocación de una placa de homenaje al ciudadano alemán en la plaza mayor de cada municipio de las Españas. Una cívica señal de agradecimiento al Carolingio Solidario. Al anónimo contribuyente de la Blue Banana, puestos a ser puntillosos, justos y geográficamente modernos. (Banana Azul es el nombre que recibe la macrorregión formada por los nódulos europeos más poblados y con mayor nivel de desarrollo, una dorsal rica y curvada: el norte de Italia, la cuenca del Rin, el valle del Ródano, el área de París, el Benelux y el sur de Inglaterra). “Villar del Río, que un día vio pasar a Mr. Marshall, para siempre agradecida al Plátano Azul”. No menudean en España las placas de homenaje a la ayuda extranjera –ese carácter siempre altivo y orgulloso– pero la bandera de Europa ondea en cada municipio.
Y hay un mapa. Un mapa que en esta página nos explica muchas cosas. La distribución territorial de las ayudas europeas en el periodo 1986-2006, laboriosamente documentada por los dos economistas antes citados, es del todo imprescindible para entender el auge y caída del denominado milagro español. Ese mapa nos acaba de explicar el café para todos, del que ya sabemos, contrariamente a lo que dice la leyenda, que no fue una imposición directa de los militares, sino el fruto de una conjunción de factores: el pertinaz tacticismo de Adolfo Suárez, la férrea voluntad de poder del joven núcleo dirigente del PSOE, el terrorismo de ETA, el pragmatismo catalán, la sombra militar, por supuesto, y el ímpetu de unas élites locales que, desde Santander a Algeciras, exigieron su lugar en la nueva planta democrática al grito de “¡Nosotros no vamos a ser menos!”. El mapa nos enseña cómo el precario sistema autonómico español –un federalismo vergonzante hoy en crisis de relato– ha conseguido legitimarse durante dos décadas en tanto que eficaz instrumento de drenaje de una monumental ayuda extranjera. Nos ilustra sobre la preponderancia electoral del Partido Socialista Obrero Español durante veinte de los treinta y tres años de Restauración democrática. Nos demuestra el papel clave que ha tenido y seguirá teniendo Andalucía. Nos ofrece la base documental suficiente para que empecemos a hablar de la Liga Sur como el más potente poder fáctico de un país sin riesgo de golpe militar. (Retengan la idea: en España, a diferencia de Italia, no hay Liga Norte; en España hay Liga Sur). Nos engaña, el mapa, sobre los beneficios obtenidos por Madrid en el Gran Reparto (más adelante veremos por qué). Y nos ofrece un punto de referencia imprescindible para leer mejor la actual crisis y la inevitable subordinación de España al Directorio Europeo y a la disciplina alemana en los años venideros.
Imaginemos las dos ilustraciones de estas estas páginas en una sesión de power point en Frankfurt, Hamburgo, Colonia o Rotterdam. O en la cancillería de Berlín. Señoras y señores, la mayor operación de solidaridad de la historia ha concluido con el estallido consecutivo de tres burbujas en el solar hispánico: la burbuja inmobiliaria (con los bancos alemanes pillados en salva sea la parte); la burbuja de los bancos de desarrollo regional (las cajas de ahorro que se están viniendo abajo), y la burbuja de los parques fotovoltaicos, cuyas primas de escándalo han generado un negocio especulativo apenas disimulado por la nueva religión del medio ambiente. A los tres planes Marshall concentrados en 25 años (más de 120.000 millones de euros) hay que añadir ahora el Fondo de Estabilización Financiera de la eurozona (440.000 millones de euros, especialmente destinados a evitar el default español, que podría llevarse por delante la moneda común). He ahí la dimensión histórica de la actual crisis. En muchas autonomías españolas –pendientes de las elecciones del 22 de mayo– nadie se atreve a hablar aún de recortes. En Catalunya lo han hecho y ya se están asustando. Debajo de las alfombras ya no caben más disimulos. Toda es culpa de José Luis Rodríguez Zapatero, dice la oposición, y el aserto ha hecho mella en el hombre de la calle. El PSOE, aterrorizado por los sondeos, ha decidido esconder al presidente, que se halla en jaque mate. Un power point con ritmo e intriga final.
Pide la palabra el abogado defensor del orgullo hispánico. Cuidado con una excesiva mitificación del plan Marshall. Tuvo tanta importancia –o más– en el plano político. Sentó las bases de la OTAN y de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, embrión de la actual Unión Europea. Redujo la angustia de las cartillas de racionamiento y atemperó el prestigio de los partidos comunistas en el mundo obrero tras el arrollador avance del Ejército Rojo. Contribuyó, también, ojo al dato, al crecimiento de Estados Unidos, puesto que la devastada Europa Occidental (más Grecia y Turquía) dedicó buena parte de las ayudas a comprar víveres y demás productos de primera necesidad a Norteamérica. El general Marshall ayudó a muchos países a levantar cabeza, pero la gran recuperación de Alemania no se entiende sin la reforma monetaria de 1948, que alumbró el marco y puso las bases de una eficaz política antiinflacionista. Gracias a esa reforma monetaria existe el euro y Alemania, sesenta años después, vuelve a ejercer un papel imperial en el interior de las acolchadas estructuras europeístas. El plan Marshall es un mito singularmente español gracias a la extraordinaria película de Berlanga. La autarquía. Carpanta que se queda sin pan. El aislamiento. La vergüenza de ser español (“Son españoles los que no pueden ser otra cosa”. Cánovas del Castillo, 1876). La imperiosa necesidad de salir del hoyo. La pacífica y gradual recuperación de la democracia. El “nosotros no vamos a ser menos” de 1977-80. La euforia europeísta –bien regada– de los últimos veinticinco años. Y la enorme perplejidad actual.
Sigue el abogado defensor español. Hemos aportado más de cuarenta millones de consumidores al mercado europeo. Y hoy tenemos un país con excelentes infraestructuras: autovías libres de peaje (excepto en Catalunya, en Levante y en el corredor del Ebro), la mayor red de alta velocidad ferroviaria del mundo, parques tecnológicos y logísticos en cada esquina… Han sido unos años extraordinarios. El excelente drenaje de los fondos europeos ha legitimado la España de las autonomías, un federalismo camuflado que en los próximos años será retocado y uniformizado por dentro sin tocar la fachada. Y hemos consagrado el Gran Madrid. Observen el mapa. Qué finura: modestia en las ayudas recibidas de manera directa y un chorro de dinero repartido aquí y allá para ampliar los mapas radiales de carreteras y ferrocarriles. Un salto de gigante para el centro y sus empresas constructoras. Les pondré un ejemplo, uno sólo: los túneles del Guadarrama, una de las mayores obras de ingeniería acometidas en Europa en los últimos años, dos túneles de 28,4 kilómetros imprescindibles para llevar el AVE a Galicia, a Oviedo, a Santander y al País Vasco, han costado 1.219 millones de euros y han sido financiados en un 85% por los Fondos de Cohesión de la Blue Banana.