Tortilla de patatas con atapurres, la de los navarros

LAS primeras referencias a tubérculos oriundos de América se remontan a 1516 cuando Pietro Martire d»Anghiera, cronista de Indias, registró la existencia del boniato o batata, veinticuatro años después del primer viaje de Colón. Las primeras patatas llegaron a Europa poco después, hacia 1560, y patatas le fueron entregadas como obsequio al emperador Carlos y al papa Pío IV. Y, a pesar de no haber sido muy bien acogidas, poco tiempo después se registra el empleo culinario de la patata ya que, antes de 1557, en Flandes, Lancelot de Casteau, cocinero de Robert de Berghers y del cardenal Gerars de Groesbeck, mencionó el revuelto de patatas en su recetario Overture de Cuisine, dos años después de que Agustín de Zarate la mencionase en su obra Historia del descubrimiento y conquista del Perú. Pero esta tortilla estaba hecha con batatas, ya que la patata no se introdujo en Flandes hasta el año 1587, en que fueron estudiadas por el botánico Carlos de L»Ecluse quien las bautizó como papas peruviarum.

En cualquier caso, tal como apuntó José María Iribarren en su libro Espoz y Mina el liberal, el primer documento conocido en el que se hace referencia a una receta de tortilla de patatas es el Memorial de la ratonera, un anónimo dirigido a las Cortes de Navarra en 1817. Este Memorial fue mencionado por vez primera por Ramón Mesonero Romanos en su obra Memorias de un sesentón, de 1890, y en el mismo se explica cómo y quién hacía tal arrautzopila: «…dos o tres huevos en tortilla para cinco o seis, porque nuestras mujeres la saben hacer grande y gorda con pocos huevos, mezclando patatas, atapurres (migas) de pan u otra cosa». Con ajo la degustaba Enrique III de Navarra en su palacio de Pau. Más aún, la tortilla de patatas, conocida licenciosamente como tortilla española, fue plato habitual en estas tierras durante la Primera Guerra Carlista que azotó nuestro suelo entre 1833 y 1839.

Conocer y transmitir nuestras tradiciones tiene un precio cultural y social, pero también económico

Cuenta una de las varias tradiciones que sitúan el origen de la tortilla de patatas en Navarra, que el comandante Tomás Zumalakarregi, el rey Tomás, a fin de que no se desperdiciaran las enormes cantidades de huevos de las que le proveían las gentes fieles a la causa carlista, obtuvo de su mujer, Pancracia Ollo, la idea de elaborar tortillas de patata con cebolla.

Nutritivo, económico, sencillo y fácil de transportar: un plato de guerra.

Alejandro Dumas, padre del escritor, viajó en 1846 como cronista del rey Luis Felipe para asistir al enlace de Luis de Orleans y la infanta Luisa Fernanda. En el curso de tal viaje, concretamente en la posada de Calixto Burguilla de El Escorial, presenció el 23 de octubre la elaboración de una tortilla con dos pirámides de patatas que describió como gigantes que en su obra Impressions de voyage: de Paris à Cadix. Y su hijo, Dumas el escritor, mencionó este plato en varios de sus libros, como en Histoire de mes bêtes, en la que habla de una sustanciosa y cremosa tortilla, de un fino y profundo color naranja, que mereció los elogios de los comensales. Pero a Dumas no le entusiasmaba la tortilla con verduras, porque en La reine Margot hace cenar en la humilde posada de La Belle Etoile a Coconnas y La Mole -a quien no ha recibido el rey de Navarra- una recatadamente modesta tortilla y, en la novela Les trois mousquetaires, el gascón Aramis hizo tirar al suelo la tortilla de espinacas que le sirvió el fiel Bazin, con contundente desprecio, porque en nuestros montes nadie comería menos que una liebre untada con manteca, un gran capón, una pierna de cordero con ajo y cuatro botellas de vino. En cualquier caso, a finales del siglo XIX a la tortilla de patatas se le añadía tomate, y esta forma de hacer la tortilla aún se conoce como tortilla a la Navarra.

La Asociación Navarra de Pequeña Empresa de Hostelería ha organizado la primera edición de la Semana de la Tortilla Tradicional del 26 de mayo al 2 de junio, en la que esta fórmula de nuestra cocina se servirá regada con vinos de Denominación de Origen Navarra. Es un buen paso, porque a fin de atraer turistas de más allá de nuestros montes, debemos proteger y promocionar nuestros productos y reivindicar la naturaleza y denominación de nuestros recursos naturales, culturales o industriales, de modo que aquél que quiera visitar otras tierras sepa que si quiere degustar una genuina tortilla de patatas -o cualquier otra de nuestras recetas tradicionales- lo haya de hacer en el fogón de uno de nuestros cocineros. Conocer y transmitir nuestras tradiciones tiene un precio cultural y social, pero también económico, y si no sabemos amar y preservar lo propio, no seremos capaces de que nadie lo valore más allá de nuestras mugas.

Publicado por Noticias de Navarra-k argitaratua