Toneladas de muerte sobre Gernika

28.000 kilos de bombas redujeron a meros escombros la villa en el bombardeo del 26 de abril de 1937

Tres horas cambiaron para siempre Gernika. Tres horas de bombas que esparcieron el terror, el fuego y la muerte por una villa simbólica para los vascos, que aquel infausto 26 de abril de 1937 vivió su jornada más negra, la del terrorífico bombardeo sobre una población civil indefensa en la que más de 28 toneladas de proyectiles de diversas características fueron lanzados por aviones alemanes e italianos. Entre las 16.30 y las 19.45 horas, las bombas causaron 126 muertos contabilizados hasta la fecha por historiadores locales, aunque pudieron ser más. Reducido a escombros su casco urbano, la hasta entonces pacífica villa fue pasto de las llamas. Gernika casi había desaparecido: en total se desplomaron 271 edificios y tan sólo una cuarta parte del municipio resistió al ataque aéreo.

Difieren las versiones de cuándo sonaron las sirenas que alertaron a la población sobre la devastación que se avecinaba, pero fue minutos antes de que los primeros aviones hicieran acto de aparición. Lo que sí se sabe es que sobre las 16.30 horas la Legión Cóndor de la Luftwaffe -fuerza aérea nazi- hace acto de presencia con un avión al lanzar las primeras bombas. Una primera docena de proyectiles de 50 kilogramos alcanzan varios puntos como la iglesia de San Juan. Comenzaba el desastre y los gernikarras únicamente pueden refugiarse. Los más afortunados llegan a los búnkeres habilitados; otros huyen en dirección a Lumo. A la villa, y siendo lunes de mercado -aunque diversas fuentes citan que la feria se había prohibido- se habían acercado muchos vecinos de los pueblos de los alrededores y tres batallones de gudaris -Loiola, Saseta y Gernikako Arbola- estaban apostados, además de las 5.000 almas que habitaban en el municipio.

La pesadilla tuvo un segundo episodio, tal y como recoge el DVD El bombardeo de Gernika que DEIA ofrecerá a sus lectores este domingo, en este caso, protagonizado por la Aviazione Legionaria italiana pocos minutos después del sobresalto inicial. Tres aviones lanzan otras 36 bombas de 50 kilos. Hacia las 17.00 horas aparecen más sombras en el cielo. La devastación se cierne sobre Gernika, en este caso, con proyectiles de mayor calibre. Un Heinkel 111 germano escoltado por otros cinco Fiat CR-32 italianos -de menor envergadura- sobrevuelan la villa generando más destrucción y muerte. Pero lo peor está aún por llegar.

Una nueva tanda de aviones enfiló Gernika sobre las 18.00 horas. Las alarmas antiaéreas de Andra Mari vuelven a sonar tras un pequeño periodo de calma. En esta ocasión son los temibles bombarderos nazis Junker 52 los que arrojan 20 toneladas de bombas incendiarias sobre la villa en tres escuadrillas, en dirección de norte a sur. El fuego se come las viviendas del municipio, que una a una van cayendo a merced de las bombas incendiarias de fósforo que penetran en los edificios que, en ataques anteriores, habían sufrido serios daños de los proyectiles rompedores. Las densas columnas de humo abiertas sobre el cielo y visibles desde toda Busturialdea generan que los aviadores nazis lancen a ciegas su última munición. Minutos después la táctica cambia: ahora son los acompañantes de los bombarderos los que pasan a la acción. Diez cazas, cinco alemanes y otros tantos italianos, ametrallan a la población que busca escapar del infierno. Una rendida Gernika clama por que el ataque termine. Sobre las 19.30 horas la pesadilla acaba y la cruda realidad se abre paso: la villa ha sido arrasada.

Un total de 28 toneladas de artefactos fueron arrojadas, según los historiadores, con tácticas de ataque aéreo que en ninguna otra población se habían probado antes. Gernika se convirtió en un banco de pruebas para los alemanes, con el beneplácito de la plana mayor militar golpista española, Franco y Mola a la cabeza, pese a las mentiras vertidas posteriormente. Pero la infamia y la barbarie no perduraron en el tiempo.

 

Publicado por Deia-k argitaratua