Toda la cúpula de Esquerra debe retirarse. Toda entera, con Oriol Junqueras al frente, no parcialmente. La misma noche de las últimas elecciones catalanas ya debían haberlo anunciado. No es suficiente con los anuncios de Pere Aragonès, Marta Rovira o Sergi Sabrià. En primer lugar, porque la cúpula y su entorno son muchas más personas y todas ellas son responsables del correctivo que Cataluña ha aplicado a su partido; y en segundo, porque no es lícito este juego de prestidigitación simular que habrá cambios para que no cambie nada. Las declaraciones de Pere Aragonès diciendo “abandono la primera línea política” indican no sólo que él y los suyos no han entendido nada, sino que tienen la firme voluntad de mantenerse subordinados al partido socialista. No son los únicos, es cierto, también están los Comunes, pero en su caso se explica porque por sí solos no tienen ningún futuro, ni en Cataluña ni en España. Ahora bien, que un partido que se autodenomina independentista (las elecciones han demostrado que cada vez hay menos independentistas que así lo consideran) sea la pista de aterrizaje de un partido nacionalista español, es un fraude a la sociedad.
Fijémonos en que Pere Aragonès no ha dicho que salga de la política, no ha dicho que, en adelante, tratará de ganarse la vida en el mercado laboral como hacemos la inmensa mayoría de catalanes. Ha dicho sólo que «abandona la primera línea». Es decir, un bote de humo para aparentar que «han entendido el mensaje» y que harán ‘sábado’, pero reservándose la tarea de seguir manejando el cotarro del partido detrás de una mampara. Y si alguien tiene dudas, basta con que escuche la larga alabanza nunca vista que Pedro Sánchez dedicó el pasado 24 de mayo a Pere Aragonès y a Esquerra Republicana en la clausura de la reunión del Círculo de Economía en Barcelona. Tal como el discurso de un padre, que después de haber colocado a su hijo mayor (PSC) en la junta de la empresa, canta las excelencias del pequeño (ERC) para tratar de colocarlo también. La excusa con la que se está trabajando ahora para justificar la maniobra de hacer president a Salvador Illa es la misma que se utilizó para justificar el nombramiento de José Montilla: venderla como una “operación de izquierdas”. Es decir, que la operación de entregar la presidencia de la Generalitat a un nacionalista español no sería una deslealtad a Cataluña; sería un acuerdo de las izquierdas «por el bien de Cataluña». Para entendernos: sería algo tan positivo como entregar al gobierno taiwanés al Partido Comunista Chino “por el bien de Taiwán”.
El derrumbe electoral de Esquerra Republicana se explica porque las copias, por muy encubiertas que se presenten, son muy poco seductoras. Teniendo al alcance el original, ¿quién quiere conformarse con una copia? Por eso ha habido un puñado de votos de ERC que se han desplazado hacia el partido socialista. Y si alguien se pregunta cómo puede que un haz de votantes independentistas hayan votado Salvador Illa, encontrará la respuesta en que eran votantes provenientes de la operación republicana de ampliar la base, el gran invento de Oriol Junqueras; invento éste, que se ha revelado un suicidio, ya que consiste en parecerse al Partido Socialista para captar un perfil de votante españolista moderado que no juzgue contradictorio votar ERC. Ahora se ha visto que ese votante de ERC que finalmente ha votado PSC no sería muy independentista, ¿no? La copia en papel carbón está muy anticuada. Es así como Esquerra se ha ido transformando en algo que nadie sabe muy bien qué es, empezando por la propia Esquerra. Le ha ocurrido lo mismo que a los individuos que pretenden ampliar la base de sus amistades gustando a todo el mundo: al final, carentes de personalidad, ni ellos mismos saben quiénes son.
EL MÓN