A pesar de la globalización, el desarrollo de las redes eléctricas inteligentes dependerá mucho de las circunstancias locales. En todo ello, influirá mucho el hecho de contar con políticos que se escapen de la mediocridad y quieran enfrentarse con osadía y valor a los retos que nos plantea el futuro. No obstante, también será muy normal que, en algunos territorios, como es el caso del estado de Nueva York, el interés principal se centre en que la red eléctrica inteligente que se construya sea más fiable que la anterior, al objeto de no volver a tener que sufrir más ‘apagones’ como los que padecieron en el año 2003.
Algunas ciudades que se sitúan en islas soberanas, tales como Malta y Singapur, piensan invertir en la construcción de redes eléctricas inteligentes para mejorar la distribución eléctrica y eliminar importaciones de petróleo y sus derivados. De este modo, piensan poder impulsar mejor la producción y consumo locales de electricidad, en base a las energías renovables —al tiempo que favorecer el despliegue de los coches eléctricos. En aquellas áreas donde se cuenta con grandes empresas de alta tecnología, tales como Silicon Valley, la calidad de la energía es un aspecto prioritario, debido a los graves daños que podrían causar a las empresas los aumentos repentinos de tensión las interrupciones de corriente breves.
Por otra parte, e independientemente de las características de las redes eléctricas individuales, no resulta difícill deducir porqué las empresas se están aliando con otras para construir estos nuevos sistemas eléctricos de transporte y distribución eléctrica. Morgan Stanley predice que el mercado de redes eléctricas inteligentes pasará de representar los 20.000 millones de dólares actuales a los 100.000 millones de dólares en 2030, lo que representa una tasa media compuesta de crecimiento de más del 8% al año. Dentro de este mercado, existen tres diferentes estratos de tecnologías conocidos como ‘stacks tecnológicos’.
El primer ‘stack’ se denomina ‘infraestructura de medición avanzada’, o IMA. Es en el corazón de cada red eléctrica inteligente y es la parte más activa del mercado hasta ahora; lo que es una buena noticia para los fabricantes de contadores inteligentes, como General Electric, Itron, con sede en el estado de Washington, y Landis+Gyr que se fabrica en Suiza. Sus productos son como los teléfonos inteligentes.
Básicamente, son unos aparatos que tienen un chip muy potente, que cuentan con una pantalla y que van conectados a una red de telecomunicaciones. Actualmente, y para finales de este año, se habrán instalado en todo el mundo más de 76 millones de contadores inteligentes. En 2013, esta cantidad habrá aumentado hasta los 155 millones.
Sin embargo, al igual que pasa en el sector de la informática, el desarrollo de la la tecnología más interesante y también el desarrollo de aquellos bits que, económicamente, son los más prometedores de AMI, puede que no se deba tanto al hardware como a la red inteligente. En otras palabras, lo más probable es que se deba al software que hace que las redes inteligentes funcionen y a las aplicaciones que descansan sobre el funcionamiento de dichas redess.
En la actualidad, este área de la alta tecnología está dominado por las ‘start ups’ o nuevas empresas de hi-tech —algunas de las cuales fueron financiadas en sus comienzos por Foundation Capital, una empresa de capital riesgo que comprendió a la perfección la tendencia creciente que experimentaría el desarrollo de las redes eléctricas inteligente en un futuro próximo. Lo hizo mucho antes de que lo llegaran a ver sus más conocidos competidores de Silicon Valley. Una ventaja competitiva de la que Foundation Capital supo sacar partido.