Las definiciones legales de ‘chantaje’ son variadas, según los países, pero en general se acepta que cuando una institución abusa de su poder para obtener lo que quiera de un tercero vulnerable, esto es chantaje. La definición encaja perfectamente con la presión realizada por el Tribunal Supremo español sobre los funcionarios de prisiones, a los que amenazó con perseguir si no impedían que los presos del proceso pasaran el confinamiento por coronavirus en casa.
Y efectivamente ayer las juntas de tratamiento de las prisiones de Cataluña aprobaron el confinamiento en casa de quince de los ciento un presos que hay en el Principado con un segundo grado flexibilizado con el artículo 100.2 del código penitenciario, y entre estos quince no estaba ninguno de los presos políticos, que ahora se jugarán literalmente la vida entre cuatro paredes.
A mí se me ocurren pocas explicaciones más gráficas que ésta para retratar el pozo sin fondo donde el independentismo se ha colocado gracias a sus errores estratégicos tras la proclamación de independencia. La división política entre Junts y Esquerra y la separación táctica entre los dos partidos finalmente ha llevado a todos a esta parálisis en la que el chantaje avanza cada día más, gana espacio, acosa a la voluntad popular y vulnera los derechos civiles y las libertades, uno tras otro. Si declarar el 155 en octubre de 2017 fue difícil y complejo políticamente para España, es fácil comprobar que ahora ya no lo ha sido nada aplicarlo con la declaración del estado de alarma. ¿Y por qué? Pues porque en octubre de 2017 el gobierno español constató que en las instituciones no había ni de lejos la resistencia que había previsto y temido. No únicamente la gran mayoría de los funcionarios trabajaron como si no pasara nada, sino que la gran mayoría de los políticos, que hoy se sientan en el gobierno, se mantuvieron en sus puestos y colaboraron con el Estado. ¿De qué deberían tener miedo ahora en Madrid? Saben que pueden hacer que quieran, que la Generalitat no reaccionará.
Del mismo modo el enorme error estratégico que fue aceptar, sin plantarse en ningún momento, los abusos constantes del Supremo durante el juicio ha abierto la puerta de par en par a esto que pasó ayer. Esta idea de que era mejor no promover ningún escándalo pasara lo que pasara lleva a un chantaje infinito del Estado, sin límites. Ahora el Supremo ha impedido el confinamiento de los presos políticos en casa. Y, viendo que la reacción se limita a enviar cartas, mañana, si les apetece, llegarán a decretar si los presos tienen el derecho a comer carne o tortilla. Recuerden la definición: ‘Abusa de su poder para obtener lo que quiera de un tercero vulnerable’.
Porque somos vulnerables, especialmente en este momento en que nos encontramos encerrados todos en casa y por lo tanto queda anulada la fuerza de la calle, la única barrera real que el Estado español temía y teme, como se demostró de manera tan gráfica hace pocos meses, cuando Pedro Sánchez abandonó por piernas del Hospital de Sant Pau de Barcelona, perseguido por los gritos de los sanitarios en favor de los presos. Aquella imagen de su guardaespaldas enseñando una metralleta en el coche resumía gráficamente dónde y de qué tiene miedo el Estado español. Tanto como el chantaje obsesivo a los prisioneros resume lo contrario. Si Sánchez recibe los votos de ERC para la investidura mientras mantiene al presidente del partido en la cárcel y a la secretaria general en el exilio, ¿de qué reacción quieren que tenga miedo?
La política del ‘gobierno efectivo’ se ha agotado y sólo faltaba tener que pasar por una pandemia como ésta para acabarlo de constatar. Tener un ‘gobierno efectivo’ que renuncia desde el primer minuto al enfrentamiento, que ni siquiera es capaz de cumplir la voluntad popular expresada en las urnas, no sirve ni a la causa de la independencia ni a la causa de la renovación democrática, hoy más imperiosa que nunca. Ahora mismo, hoy, Cataluña es una sociedad horrorizada con todo esto que vivimos, pero incapaz de huir del chantaje donde nos hemos puesto por culpa de nuestros errores.
Es urgente, por tanto, ir pensando cuál debe ser la próxima etapa política y cómo se podrá articular de una manera diferente a como se ha hecho estos tres años últimos, durante esta legislatura. Porque, paradójicamente o no, el hecho más impresionante de la situación actual, desde el chantaje del Supremo a los funcionarios de prisión hasta el desbarajuste de la gestión militarizada y centralizada de la crisis sanitaria, no hace sino resaltar la necesidad de romper urgentemente con este régimen político español, ineficaz, podrido e inmoral hasta las raíces. Y si bien es evidente que España saldrá destruida de la conjunción de la crisis sanitaria, la crisis económica, la crisis de la monarquía y el ascenso enorme del autoritarismo, también es evidente que para ganar, nosotros, debemos saber que la victoria es posible, debemos quererla y debemos asumir lo necesario para conseguirla. Y eso significa cambiar, obligatoriamente, de camino. Ahora que estamos a tiempo de hacerlo.
PS: Estos días ha circulado por la red un audio no autorizado, originado en la empresa Noel, y que ha creado una gran confusión, hablando de los respiradores que deben salvar las UCI y los problemas que les ponían en Madrid. VilaWeb ha trabajado a fondo el tema y hoy les podemos ofrecer este reportaje de Hodei Etxearte donde se explica todo lo que ha pasado, en qué punto está la cuestión y cuáles son las seis empresas del Principado que ya están a punto de ser autorizadas para fabricar los aparatos, una de las cuales es precisamente Noel (https://www.vilaweb.cat/noticies/la-lluita-contra-rellotge-respiradors-salvar-uci/).
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