Sin voluntad no hay futuro

En México hay un dicho que dice así: «La conquista la hicieron los indios y la independencia los españoles».

Si repasamos su historia, y pese a que el relato histórico imperante sea otro, se ajusta bastante bien a lo que sucedió. Les recomiendo la lectura, entre otros, de las obras de la Dra. Estela Guadalupe Jiménez Codinach y de Zunzunegui. Para el que le cueste leer le remito a Youtube.

Los vascos actuales somos como los indios hispanos, no nos iríamos de España ni de Francia ni aunque nos echen. ¿Acaso tenemos miedo al futuro, a lo que nos depare la independencia, o vamos a esperar a que nos independicen los gachupines o los sarracenos?

Tanto tiempo con la correa al cuello nos ha convertido en un pueblo políticamente disfuncional.

Somos una nación completamente alienada y acomplejada. Hemos comprado como propio el discurso de los Estados que nos subyugan y todo ello nos ha llevado a perder el norte. Sin un relato propio estamos indefensos ante los ataques tanto del unionismo español como del republicanismo francés («solo nos queda pedir perdón»).

Varios son los factores que nos han llevado a esta situación, en el que el censo no es una cuestión baladí y si no que se lo pregunten a los canacos o a todos aquellos pueblos que son una minoría étnica en su propia tierra.

O el supuesto origen racista del nacionalismo vasco, que nos sume en un complejo continuo y parece que le reste derechos a sus reivindicaciones.

Ha llegado el momento de escribir nuestra propia historia y de llamar a las cosas por su nombre. Por ejemplo: Sabino Arana no era racista, antiespañol, sí (hasta la txapela) y ante todo un hombre de su tiempo. Si le vamos a juzgar, juzguémoslo con las gafas de la época en la que vivió.

Pese a haber una mayoría que se declara nacionalista en el Parlamento de Vitoria-Gasteiz, no se aprecian avances significativos en pro de la soberanía política y territorial.

Ya no cuelan las míticas y manidas frases como que: «No es el momento» o «las políticas identitarias restan» (sic).

No hay un proyecto nacional definido. Ni el autogobierno autonómico, que bien utilizado podría llegar a ser una herramienta, pero nunca un fin en sí mismo, ni esos brindis al sol en época electoral o durante el Aberri Eguna aclamando una república vasca demuestran una voluntad política real.

Ahora que los cordones sanitarios están tan de moda. ¿Por qué no forman un gobierno de concentración y declaran la independencia de forma unilateral? Para estas alturas las relaciones y apoyos internacionales ya deberían de estar cultivados. Recordemos la máxima del enemigo de mi enemigo es mi amigo.

En definitiva, los vascos somos un pueblo con tierra, pero una nación sin Estado y con las políticas actuales sin voluntad de él.

Que no nos digan que los catalanes ya lo intentaron, la escenificación del no a la independencia fue hacerse trampas al solitario, no había ni voluntad ni intención política real.

Naiz