A lo largo de esta semana los miembros del gobierno español han demostrado que a su incompetencia suman la vocación de trileros. Dictar una moratoria en el pago de la cuota de autónomos a las doce del mediodía, cuando la cuota ya ha sido cargada por el banco a las ocho de la mañana, denota una indudable voluntad de insultar la inteligencia del contribuyente. Demagogia de vuelo raso tampoco les ha faltado. Decir que los impuestos se deben pagar porque, de otro modo, el personal médico no cobraría, demuestra el nivel de mezquindad que corre por la Moncloa.
La primera vez que aterricé en Latinoamérica me dijeron: «Aquí los gobiernos no están manipulados por los poderes fácticos -lo que muchos llaman las mafias-. No señor. Es que ellos, los gobiernos mismos, ¡son los poderes fácticos!» Y este es el punto al que hemos llegado en España. Alguien podría pensar que un gobierno débil, o pleno de ignorantes, está en manos de los poderes fácticos -en el caso de España, la banca y el IBEX. Y no es así.
Un gobierno, como cualquier órgano de gestión, es muy dependiente del apoyo que recibe de su estructura administrativa y técnica. En este caso estamos hablando de los altos funcionarios. Un consejo de ministros debe saber qué sucederá si, por ejemplo, sube un punto la retención del IRPF (recaudación inmediata, reducción del consumo y la inflación, etc.). Y toda esta información se debe tener disponible cuando se pide para poder tomar la decisión. Por lo tanto, un ministro debe ser cauto para no ser manipulado por sus altos funcionarios. Ahora, si el ministro en cuestión es incompetente, los funcionarios se lo comen con patatas. Y esta ha sido una de las características de sucesivos gobiernos españoles.
Terminé el artículo de la semana pasada hablándoles del Anuario Media.cat, impulsado por el Grupo de Periodistas Ramon Barnils y dirigido por el señor Ferran Casas. Publican lo que el resto de medios silencian, y subsisten gracias al micromecenazgo (desde aquí animo a los lectores a que se apunten y ayuden). Pues bien, uno de los artículos habla de un hecho trascendental. Referido al aparato del Estado español, de la maquinaria funcionarial. Atención. Dos tercios de los altos funcionarios del Estado son madrileños. Y por cada quince altos funcionarios de origen madrileño, sólo hay uno de catalán. Y todo ello dentro de un ambiente de castas familiares. Más cosas. El 60% de estos altos funcionarios están en excedencia: en la política y en empresas del Ibex (empresas que los contratan porque saben que manejan el cotarro). En el Anuario se explica que el primer asalto del alto funcionariado al poder -en aquellos momentos para gobernar «indirectamente»- tuvo lugar al ganar Zapatero, que había llegado al gobierno con una mano delante y otra detrás. Pero es con la llegada de Rajoy y la entrada de Sáez de Santamaría cuando los funcionarios asaltan el poder directamente. La política ha muerto.
A muchos no les gustará leerlo, pero en el actual gobierno español sólo hay una persona que realmente podamos calificar de «político de profesión»: el señor Pablo Iglesias. El resto son funcionarios (trece, de los cuales tres son jueces), cargos públicos no electos (tres), gente de partido (cuatro), profesionales de empresa (uno). Evidentemente, ninguno de ellos (excepto el señor Duque, que es el profesional de empresa) tiene carrera en el ámbito técnico. Y así va el país. Entonces, no hay que sorprenderse de ver generales acicalados con cuarenta medallas dando ruedas de prensa. Porque, en el fondo, militares o no, esta gente es la que gobierna. Y claro que están celosos por recaudar impuestos y no perdonar la cuota de autónomos. ¡Les va el salario!
Si observan lo que ha sucedido en Cataluña durante el Proceso detectarán que no hubo diálogo político porque, simplemente, no había políticos. Los que había no sabían ni lo que significa hacer política. ¿Judicialización de la política? No seamos inocentes. Simplemente una forma de gobernar: la administrativa. ¿Los jueces? No son más que compañeros de carrera de todos estos que gobiernan -¡en el actual gobierno Sánchez hay tres!-. Ya no hce falta manipulación del gobierno español por parte de los funcionarios. ¡El gobierno son ellos!
Nos hemos cargado la política porque los partidos llevan tiempo generando malos políticos. Y lo han hecho por degeneración del sistema. No tenemos una estructura electoral que lleve a presentar candidatos que luchen por su escaño, a diferencia de los países vecinos. Sin política no hay democracia. Y ahora el Covid-19 nos alerta del problema. Pero hace tiempo que los ciudadanos, en España, somos puros administrados. Una masa de población dirigida por unos bípedos de una inconmensurable y maliciosa mediocridad.
ARA