Siete escenarios.
Si ponemos las luces largas en el tema de fondo del conflicto entre Cataluña y España nos aparecen siete escenarios institucionales posibles (con sus interrelaciones). Ordenados de menos a más autogobierno de Cataluña:
1. Suspensión del autogobierno (parcial o total, transitoria o permanente) a partir de la aplicación del artículo 155 o 116 (estado de excepción) de la Constitución española.
2. Recentralización de competencias.
3. Mantenimiento del ‘statu quo’ del Estado de las autonomías. Inmovilismo práctico.
4. Autonomismo incremental. Cesión de competencias que se tenían o nuevas competencias.
5. Evolución hacia un Estado federal. Esto se puede hacer dos formas:
5.a. Evolución hacia una federación uninacional que aumente en cierto grado el autogobierno y proceda a una reforma institucional (poder judicial, política internacional y europea, etc.) y una descentralización dentro de un esquema unitario que no reconozca la pluralidad nacional interna del Estado. La política comparada constata desde hace años que este tipo de federaciones evolucionan hacia la centralización, a través de las políticas ordinarias o a través de “reformas cooperativas” (Alemania, Austria).
5.b. Evolución hacia un Estado federal plurinacional que reconozca el pluralismo nacional (y lingüístico y cultural) en términos igualitarios y permita una defensa práctica del autogobierno a través de técnicas institucionales -poderes de veto, asimetrías legales, políticas de ‘opting out’ (1) etc.-) .) Los estados de referencia serían Bélgica, Canadá y algunos aspectos del Reino Unido y Suiza. El objetivo es evitar la «tiranía de la mayoría» en el ámbito nacional-territorial («federalismo defensivo»).
6. Referéndum sobre la independencia de Cataluña como los efectuados en Canadá o Reino Unido. Aceptación de los resultados por parte de ambas partes del conflicto, en caso de victoria del ‘sí’ o del ‘no’ (procedimientos y contenidos).
7. Independencia fáctica de Cataluña.
Los análisis internacionales de política comparada de estados plurinacionales muestran que una solución, aunque sea parcial, para la acomodación política del pluralismo nacional pasa por los escenarios 5.b, 6 o 7. Los otros escenarios no plantean bien ni resuelven este tipo de conflictos, que exigen el reconocimiento y la acomodación política de este tipo de pluralismo. El gobierno del PP (Rajoy) y el del PSOE-UP (Sánchez) se han movido entre los escenarios 1 y 3. Con el importante añadido de la represión judicial contra el independentismo por parte de los tribunales españoles.
Primera conclusión.
Pregunta básica: ¿resulta realista plantear alguno de estos tres últimos escenarios en el caso español? La respuesta clara, directa y rotunda es «no». Se ejemplifica en el reciente rechazo inmediato de la ingenua y sorprendente propuesta de una ley de claridad (por cierto, la ley de claridad canadiense es todo menos clara; lean su artículo 2). Este “no” no se basa sólo en la interpretación nacionalista unitaria y antipluralista que han hecho de la Constitución de 1978 los gobiernos, el Parlamento y los tribunales del Estado, sino también en factores históricos más profundos: la cultura política y jurídica de unos partidos e instituciones españolas a los que les viene grande incluso el federalismo uninacional. Se trata de una cultura muy poco liberal, más que poco democrática, algo que es mucho peor, puesto que incentiva prácticas autoritarias cuando se cuestiona la unidad del Estado. Un nacionalismo que supone la desaparición práctica del estado de derecho en relación a los ciudadanos independentistas y que acerca al Estado al grupo de las “democracias iliberales”.
Segunda conclusión.
Mientras se mantenga la inexistencia práctica de los tres últimos escenarios, se incentiva a que el movimiento soberanista/independentista adopte prácticas insurreccionales (parciales o totales) más allá de las instituciones. Una situación poco deseable para todos y que considero muy poco inteligente por parte del Estado (que puede seguir adoptando el escenario 1 para volver después sólo al 2 o al 3; y repetición de la jugada) a la hora canalizar el problema.
Creo que el independentismo debería procurar que la mera represión se convirtiera en una estrategia irracional del Estado. Es fácil concluir que los dos puntos decisivos para el independentismo son tener fuerza fáctica como movimiento y obtener mediaciones internacionales en el conflicto a partir del desprestigio del Estado, más allá del inherente conservadurismo estatalista de la UE (referentes individuales internacionales, Consejo de Europa, Naciones Unidas, etc.) Ambas cosas son complicadas, pero no imposibles, especialmente si el clima de inestabilidad política en Cataluña se convierte en permanente.
(1) https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/?uri=LEGISSUM:opting_out
ARA