Los diferentes gobiernos nacionales y locales de muchos países del mundo están invirtiendo —o prometiendo que lo van a hacer— desde decenas a miles de millones de € —en función del parque de automóviles que tenga cada país— en instalar puntos de carga para los coches eléctricos y en crear los estímulos fiscales necesarios para promover las ventas de coches eléctricos.
Sin embargo, a pesar de la alta rentabilidad de dichas inversiones cuyo ‘payback’ se reduce a unos pocos años, gracias a las importaciones de petróleo que se evitan, todavía siguen los recelosos de siempre metiéndose con el futuro del coche eléctrico y marmarreando las mismas dudas que se decían cinco años atrás.
En efecto, sobre el futuro del coche eléctrico todavía los medios de comunicación recogen opiniones para todos los gustos, optimistas y pesimistas. Incluso hay ‘burros’ que se permiten el lujo de opinar aduciendo que, como todavía los coches eléctricos no están ampliamente disponibles para la venta, no se puede decir tampoco que luego habrá un mercado importante para el coche eléctrico. Está visto que, para estos creadores de opinión, el futuro es igual al presente. Son incapaces de imaginarse un futuro diferente. ¡Ver para creer!.
Para otros ‘listos’ que también se atreven a opinar, como el mañana es incierto por definición, nada está claro. Para ellos, los fabricantes de coches eléctricos, al igual que los fabricantes de baterías eléctricas, que se están gastando miles de millones de euros en producción, lo que están haciendo es muy arriesgado y si lo hacen es como un acto de fe. De nuevo, estos adoradores de la nada sacan la religión a la palestra y la confunden con lo que es una mera decisión estratégica empresarial.
Se trata de otro ataque de estupidez humana que hace que algunos seres con forma humana se vuelvan incapaces de comprender lo que no es más que una mera innovación que se desea introducir en el mercado. Una innovación que además será muy positiva y aportará grandes beneficios a la humanidad entera en su lucha contra el cambio climático.
La cuestión a plantear es más simple que todo este saco de torpes e interesadas dudas. Si los gobiernos y empresas invierten en instalar los cientos de miles de puntos de recarga y sus correspondientes redes eléctricas inteligentes y construyen los estaciones de servicio necesarias de intercambio rápido de baterías —‘Battery Swap Station’— como propone Better Place y cómo se está ya haciendo en Israel, Dinamarca y Australia, el lanzamiento del coche eléctrico será un gran éxito y las empresas automovilísticas que se arriesguen apostarán fácilmente a ganador.
De otro modo, tendremos que escuchar sandeces, una vez tras otra y sin parar. Como las que dijo hace muy poco, con ocasión del Salón del Automóvil de Ginebra, Takanobu Ito, presidente ejecutivo de Honda, cuando se lamentó de que su coche híbrido ‘Insight’ se hubiera vendido mal en Estados Unidos y añadió que tampoco les veía mejor futuro a los coches eléctricos.
Lo dijo en serio, con cierta cara de alelado pero sin turbarse, ignorando en todo que su coche híbrido es el doble de caro que los coches eléctricos que pronto sacarán Renault y Nissan. Serán coches —como el coche eléctrico ‘Leaf’— que podrán cumplir la legislación de California que requiere vehículos ‘cero emisiones’, cosa que su coche híbrido no podrá hacerlo, aunque ignoro si lo se lo han explicado bien o le cuesta entenderlo. ¿Será que es economista financiero y que la cabeza no le da más?
Felizmente, aparecen dos empresas fabricantes de automóviles, Renault y Nissan, que cuentan con presidentes inteligentes y que son capaces de innovar, asumir riesgos y concebir el futuro de manera diferente. Éstas son las personas que hacen que nos reconciliemos con la raza humana y creamos que es verdad eso del ‘homo sapiens’.
Estos dos fabricantes de automóviles tienen previsto la producción de ocho coches eléctricos diferentes, en los próximos cuatro años. Con diferencia, la alianza franco japonesa representa la mayor línea de fabricación de automóviles eléctricos que cualquier otro grupo importante de fabricantes de coches.
La Alianza Renault-Nissan, al apostar fuertemente por el coche eléctrico —cuando precisamente los mercados sufren uno de los momentos peores y más difíciles de su historia— ha dado una lección al resto de fabricantes, sabiendo encarar los retos de futuro con valentía pero también con inteligencia. También hay que añadir que muchas de las compañías competidoras no han jugado limpio. Por supuesto, también se han encargado de que sus propios países tampoco lo hagan.
Se han comportado como verdaderos rentistas del sistema —algunos dirían mafiosos— presionando fuertemente a sus gobiernos para que no apoyaran al coche eléctrico, ni a las soluciones que aportan Renault-Nissan y Better Place y que harían que el coche eléctrico fuera totalmente competitivo desde el inicio de su puesta en el mercado.
Una vez más, los intereses creados y la estupidez humana se encargan de frenar el progreso tecnológico y de acelerar, para nuestra irreversible desgracia, el calentamiento global que tanto nos amenaza, aprovechando la gran mediocridad de la clase política actual y sus altos niveles de corrupción.