JOAO Pissarro nunca se lo terminó de creer: ¿Que San Francisco Javier no es un santo portugués? No, ¿de dónde va a ser, pois? El vigilante de coches del Miradouro de Santa Catarina, en el Barrio Alto de Lisboa, era un verdadero devoto del santo, y asiduo de su parroquia en la Rua da Misericordia, donde le seguía rezando igual que en la capilla de su Beira natal, allá en la lejana Mozambique. Joao daba fe de que el paso del misionero jesuita por aquellas tierras en 1542 dejó algo más que bautizados y topónimos. ¿Cómo no va a ser portugués? Si tiene su calle y su capilla y también da nombre al hospital para afectados por los síndromes de posguerra en el que se estuvo visitando unos meses, cuando llegó a Portugal en 1975, tras la guerra y la independencia. No es un santo cualquiera este San Francisco Xavier. A sus casi sesenta años, el negro Joao se sigue ganando la vida y los tragos como aparcacoches y se reía con nosotros, unos españois que decían ser de Navarra, y que porfiaban que San Francisco, el gran santo, que llegó a la India y llevó la gloria portuguesa hasta Japón e Indonesia, también era navarro como ellos. Ahora que va a celebrarse el Quinto Centenario del santo patrón de la navarridad, seguramente Joao no va a cambiar de opinión. Con un poco de suerte no se entera de que durante un año tendrán lugar animados fastos en torno a misioneros, frailes y monjas navarros, con luz y sonido en el castillo, teatros y grabados japoneses, reuniones en centros navarros y peregrinaciones. Hasta va a organizarse un congreso con un título tan navarrocentrista como El mundo alrededor de Javier. No parece que vayamos a invertir los cuatro millones largos de euros del centenario en encuentros de las diferentes culturas y religiones, en cooperación, o en intercambios con los ciudadanos de los países que Francisco de Jaso recorrió. No parece que los amplísimos horizontes de aquel hombre de mundo vayan a colarse por las murallas forales. Para los administradores de nuestros dineros y nuestros homenajes, a la hora de recordar al navarro más universal, no hay más universo que su Navarra.