Rogando por los griegos (y por nosotros)

Hace unos días Tv3 programó el film 300, inspirado en la batalla de las Termòpilas. Como se sabe, los espartanos resistieron heroicamente, más allá de lo imaginable, al poderosísimo e infinitamente superior ejército imperial persa, pero finalmente fueron exterminados. Así se encuentran más o menos los griegos actuales: empeñados en resistir. El gobierno está atrapado entre las protestas sociales y la necesidad de recortar tantos gastos como pueda, todo confiando que Europa y, si es el caso, el FMI les ayuden a salir de la charca oscura e inciert en la que se ha metido. Las apuestas -entre los que piensan que Grecia se ahogará y los que piensan que tal vez se salve- están muy igualadas.
Mientras la batalla griega completaba los primeros compases, en la otra punta del mundo, un señor muy importante nos lanzaba un maleficio inquietante. Hablo de Zhu Min, del banco central chino, que alzó su dedo acusador contra la economía española (de la que entre un 18 y un 19 por ciento corresponde a Cataluña) y la portuguesa. China, sobre todo enfadada, da miedo. Zhu Min no es el primero que avisa que no se fía de Madrid. Antes, por ejemplo, lo habían hecho dos premios Nobel: Krugman y Rubini. Y el comisario Almunia había comparado la economía de España con la de Grecia. «El próximo campo de batalla del euro: España», titulaba a finales de febrero The Wall Street Journal. Por si fuera poco, España presenta un problema añadido: su economía multiplica la griega. Si hay bancos demasiado grandes para caer, España es demasiado grande para ser rescatada, al menos para ser rescatada desde Europa. Cuestión que significa que, si pierde pie, nosotros catalanes y los españoles y europeos, tenemos un problema, y grave

Pero mientras Papandreu-Leònidas blande las tijeras, ¿qué hace Zapatero-Pinotxo? Pues se dedica a decirnos día sí día también que ya, ya estamos saliendo de la crisis. Aquella crisis, ¿recuerdan?, que negó, acusando a quienes la anunciaban de antipatriotas. Al mismo tiempo, se permitió repartir 400 euros entre el pueblo para asegurarse que ganaba las elecciones. Básicamente Zapatero, abrazos sindicales y otros despropósitos aparte, ha ido perdiendo el tiempo, hasta que el tiempo se le ha echado encima. Incapaces Rajoy y él de ponerse de acuerdo, todo el mundo, desde Hong Kong hasta Sant Feliu de Codines, está muy intrigado por ver como se lo montará para parar el terrible impulso del déficit público español.
¿Sant Feliú de Codines? Me ha hecho pensar porque es Ramon Carner, el presidente del Círculo Catalán de Negocios, un grupo de empresarios que trabajan muy activamente por la independencia del país. El CCN predica, entre otras recetas, la necesidad de que las empresas catalanas se esfuercen en exportar tanto como puedan. Justamente la actual mayor internacionalización relativa de la economía catalana puede ayudarnos, se supone, a decir adiós a la crisis antes de que al resto del Estado. Es obvio que cuanto más exportemos, mejor. Hacerlo querrá decir, entre otros cosas, que Cataluña ha conseguido mejorar su productividad y su competitividad. Mientras tanto, sin embargo, vemos cómo la economía de Madrid no deja de ganar terreno, hasta el punto de que está a punto de adelantarnos en términos de PIB, cosa impensable hace veinte o treinta años. ¿Y nuestro gobierno, el tripartito? Tampoco en el apartado económico vuela a gran altura, a pesar de que Castells es de los consejeros más aseados.
Como se sabe, caracterizan a este gobierno el escandaloso bajo nivel de algunos de sus miembros, la incongruencia interna y la absoluta carencia de liderazgo. No obstante, últimamente ha hecho una cosa que vale la pena reseñar: ha decidido llevar el FROB al Tribunal Constitucional. Es un gesto digno y una réplica al prepotente Miguel Ángel Fernández Ordóñez, el gobernador del Banco de España, que un buen día decidió que le sobraban, como mínimo, la mitad de las cajas. Con respecto a la nueva financiación catalana -también escandalosamente antiestatutaria (repasad el artículo 206.5 del Estatuto)-, de su aplicación y de sus efectos anunciados como milagrosos ya ninguno del tripartito habla de ello. Vale más que roguemos, y roguemos con todo el fervor de qué seamos capaces, para que los griegos aguanten y, sobre todo, para que los españoles y nosotros no vayamos detrás.

Noticia publicada al diario AVUI, página 17. Jueves, 1 de abril del 2010