Obviando, por esperada, la convocatoria relativamente anticipada de elecciones en la CAV para el 17 de abril, la consecuencia más destacada que puede derivarse del histórico debate celebrado el martes en las Cortes es que se ha puesto de manifiesto que es necesaria una reforma del modelo de Estado. El propio presidente Rodríguez Zapatero dejó clara la voluntad de este Gobierno de darle cara a una solución definitiva de convivencia entre las nacionalidades y pueblos que hoy configuran el Estado español. Sólo le falta al presidente que transmita a sus compañeros del PSN que deben asumir el papel de ser punto de encuentro y de nuevos marcos de convivencia en los que se encuentren cómodos todos los navarros.
Por supuesto, esta necesidad fue apoyada por la práctica totalidad de los partidos minoritarios que viven en propia carne el problema y que estarán dispuestos a colaborar en la puesta en marcha de ese proceso imparable. Las posturas de cada grupo pusieron de manifiesto en el pleno quién está en la dinámica del momento actual y en la corriente de opinión mayoritaria y quién no. Quedó fuera de esta corriente imparable el PP, que sigue sin encontrar discurso para este momento de cambio. Fue penoso aguantar los desaires de Mariano Rajoy hacia el autogobierno de Navarra, menospreciando a sus socios de UPN. En su frenesí de la España unitaria, advirtió que los navarros no tienen capacidad de decisión. Un discurso que aquí hubiera provocado asombro e indignación, y que encima recibió aplausos de los diputados navarros de UPN-PP. Si los dirigentes regionalistas creen que los navarros sí tienen capacidad para decidir su destino político, deberían abandonar su pacto de hierro con el PP. Y si creen que Rajoy tenía razón, que lo digan y reconozcan de una vez que su fundamento político tiene más de antivasquismo que de reivindicación del autogobierno navarro. Triste papel el de UPN en el pleno, cuya máxima gloria fue encomendar a Del Burgo para que fuera leída una resolución del Parlamento foral contra el Plan Ibarretxe para neutralizar el protagonismo de Uxue Barkos . Al final fue leído por una secretaria, ni siquiera lo pudo hacer un diputado navarro. Patético.
17.01.2005