¡Que somos nosotros!

 

El Monumento a los Caídos, situado en la plaza de la Libertad.

El Monumento a los Caídos, situado en la plaza de la Libertad. Javier Bergasa

Sobre el manido y además delicado tema de los Caídos escuchamos y leemos estos días aseveraciones y opiniones que nos ponen los pelos de punta. En todo momento tengo en mente la distribución en el abanico parlamentario de las fuerzas políticas y las posibilidades de acuerdo o de desacuerdo que dejan los números. Lo sé. No es fácil avanzar y remar en una misma dirección en todas las cuestiones que preocupan a la ciudadanía. Aun así, sabiendo que hay que partir del entendimiento en lo más básico para intentar empujar proyectos hacia adelante, no puedo concebir un futuro de la plaza de la Libertad presidida por el monstruoso edificio erigido como aplauso pétreo al fascismo sanguinario que asesinó, violó, robó y destruyó a millares de familias de esta tierra.

Tal vez abogados y jueces habrán podido entender el escrito de Adolfo, Joxe y Arantxa. A los demás, a todos los que no hemos estudiado leyes, nos ha resultado incomprensible.

Tampoco resulta entendible la razón esgrimida para decir que el mamotreto de los Caídos no puede ser derribado por razones legales. ¡Como si las leyes no pudieran ser cambiadas, corregidas e incluso sustituidas por otras!

Nuestro tesoro arqueológico del subsuelo de la Plaza del Castillo, ¿no tenía protección jurídica, legal? Los mandamases del momento, y todos nos acordamos quiénes eran, lo trataron como si fuera un trastero lleno de cachivaches.

Mal hecho. Muy mal hecho, por supuesto. Pero, ¿por qué ellos pudieron saltarse las leyes y nosotros no?

No tuvieron empacho los mismos agentes de la destrucción en demoler las iglesias del valle del Irati que tenían más de mil años. Las podían haber trasladado. Pero no. Ellos, tan defensores de los bienes de la iglesia, de los propios y de los arramplados, no dijeron ni mú. No dejaron piedra sobre piedra. Yo mismo contemplé horrorizado, escondido detrás de una ezponda, cómo una pala mecánica derribaba la iglesia de Santa Eulalia de Itoiz. Nunca olvidaré esa imagen de la destrucción salvaje de nuestro patrimonio.

¿Y la cárcel y el frontón Euskal Jai acaso no eran patrimonio monumental, histórico y memorialístico?. No dejaron ni rastro.

De manera que ellos han derribado, derruido, eliminado todo lo que han querido. ¿No había leyes que protegieran la propiedad de todos?

Las ZEPAS eran leyes de protección de las aves en el Irati. Ya no recuerdo si las sustituyeron por otras que permitían el embalse o las eliminaron directamente. Total… ¡como los pájaros no se quejan!

La concejala Caballero, hija de un concejal asesinado y reconocido por todos como víctima de algo que nunca debió ocurrir, ahora dice que la ciudadanía ha convivido con normalidad con el edificio de los Caídos porque no lo vive como el drama que quieren mostrar.

Qué lejos está esa afirmación de nuestra realidad.

María, conocí a tu padre y compartí con él incluso espacios de lucha contra la dictadura. Entiendo tu dolor. ¿Y tú no eres capaz de empatizar con el sufrimiento de mi padre y de los millares de hijos-as, madres, hermanos-as que padecieron al menos lo mismo que tú?

Arnaldo repite una y otra vez la cantinela de la justicia poética. Y me ofende. Sabemos lo que es la justicia, y aún más lo que es la injusticia. También sabemos un poquito de poesía. Y cada vez que escucho el nombre de Maravillas se me encoge el corazón y a veces las lágrimas me saltan hasta el suelo. No hay nada en ello de tópico literario. Créeme.

En este debate actual sobre el destino de los Caídos hay fuerzas políticas que siguen los acontecimientos como desde la sombra, como si el tema no fuera con ellos. Y otros, por intentar justificar una resignificación que no aceptamos se mojan más y por tanto se llevan más palos. Como se dice en nuestros pueblos “Contra más remueves la mierda, más huele”.

Y sin embargo nadie está a salvo de la quema. La derecha extrema o extrema derecha por razones obvias que no merecen explicación.

A los socialistas no se les ve valentía por ningún lado. ¡Han tragado tanto! ¡Y nos han hecho tragar tanto! Con los Caídos solo son freno, palos en la rueda, remilgos de señorita o señorito o directamente negación al derribo de la ignominia. Y hay que recordarles una vez más que las víctimas del fascismo fueron en su gran mayoría militantes socialistas que merecen reconocimiento y reparación aunque hayan pasado tantos años.

A Geroa Bai, igual que a Bildu, los veo con la cabeza agachada diciendo entre lo malo y lo peor, mejor lo malo.

Ha quedado una fuerza progresista pero irreductible defendiendo el derribo. Las brasas del hogar siguen encendidas. Solo necesitan leña amiga para avivar la llama.

Ya sé que es muy fácil tirar dardos a casi todos desde la barrera. Entiendo también que el asunto es peliagudo. También confieso que por nada del mundo quisiera volver a la Nafarroa de antes del 2015.

Pero algo habrá que hacer. Para las fuerzas progresistas, que ahora son afortunadamente mayoría, mi último mensaje. Vosotros nos conocéis. Somos nosotros. Es decir sois vosotros. Somos los mismos. Entre dejarnos tirados en un ejercicio de autodestrucción o derribar lo que nos horroriza… ¡Mira que es fácil la elección!

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