Una pregunta y 12 reflexiones sobre la existencia de un territorio identificable, una realidad a menudo vilipendidada, negadas o ignorada, de sociología tan profunda como compleja. Con pasado, presente y futuro
Es significativo. Iberoamérica o América Latina son dos términos y realidades de carácter cultural, pero también con un claro componente geopolítico, con los que se identifican sin ningún problema multitud de navarros, por ejemplo, que en cambio, miran con sospecha, desdén, cuando no un furibundo rechazo, el nombre Euskal Herria. Sin embargo, la realidad es tozuda, el euskera tiene unos hablantes, un lugar de pertenencia, un enclave y un recorrido histórico por mucho que en ciertos sectores se pretenda esconderlo, minusvalorarlo o circunscribirlo a la reserva. Abordamos qué es este territorio o esta comunidad sociocultural con doce nombres propios de la historia, el pensamiento, la cultura, la enseñanza o la comunicación de uno y otro lado del Pirineo, y de Navarra y la CAV. Con respuestas que van desde los históricos hasta los ángulos más personales.
GREGORIO MONREAL. Profesor jubilado
“En las ciencias humanas y sociales se acepta”
Gregorio Monreal nació en Etayo (Navarra), en 1942, y actualmente preside la fundación Iura Vasconiae. A su juicio, “Euskal Herria es un término documentado ya en el siglo XVI, lo cual no significa que no tenga una existencia muy anterior, con continuidad en su aplicación hasta nuestros días”. Constata que políticamente “hay un sector de la derecha que rechaza el término, pero esto no ha sido constante, porque Fraga Iribarne, por ejemplo, decía: Yo no soy de los de Euskadi, yo soy de los de Euskal Herria.
A su juicio, designa “una cierta realidad sociocultural”, “porque no se corresponde con una realidad política, sino a varias”. Subraya que el término “ha tenido una aceptación general hasta bien entrada la Transición”, pero destaca que “la gran cuestión es si en las ciencias humanas y sociales se acepta el término”. “Es obvio”, prosigue, que “tal y como se refleja en los grandes diccionarios de las grandes culturas, Euskal Herria o Vasconia es algo aceptado. Por ejemplo, por la Enciclopedia Universal Ilustrada Euroafroamericana de Espasa Calpe. O la Enciclopedia Británica, o la Columbia, o la soviética, o las francesas, o la Universal. Es decir, las grandes bibliotecas que reflejan el consenso científico acogen el concepto de una manera no discutida”.
Para Monreal, el “problema está en que así como el concepto Catalunya, el de Galicia, el de otras comunidades autónomas o de otros lugares es indiscutible, el de Vasconia y Euskal Herria, al no tener una traducción política, ha hecho dudar de su existencia en el campo político, pero no desde el punto de vista científico”. “Siendo la población subsumida bajo este nombre una de las más antiguas y estables de Europa, sin embargo, ha habido un gran problema en cuanto a la denominación. La misma realidad poblacional ha tenido a lo largo del tiempo unas denominaciones variables”. Por ejemplo, “en la época del imperio romano existe Vasconia, pero avanzado el imperio el término se diluye; en la etapa visigótica se recupera, y en el alto medievo poco a poco el nombre se encamina a la desaparición cuando surgen distintas realidades políticas, y eso se acentúa sobre todo, cuando surge el Reino de Navarra como heredero del Reino de Pamplona”. El intento de recuperación, apunta, vino a partir del siglo XVIII, “sobre todo desde Francia, donde inventan el término Pays Basque, que después se exporta, se recupera en la Península, donde teníamos el gran confusionismo de nombres: Vasconia, País Vascongado, Euskal Herria, Euskeria… ”.
A juicio de Monreal, “es evidente que ha habido una contaminación de un término sociocultural por parte de la política. En Navarra ha habido un retroceso contrario a la tradición. No olvidemos que cuando se quiso fundar un banco en Pamplona se llamó La Vasconia. Sobre todo el afianzamiento de unas realidades a partir de la Constitución del 78, ha hecho que haya una lucha política contra una tradición cultural”. En Navarra, prosigue, “ha habido un intento de rediseñar la realidad cultural desde el punto de vista de las categorías que creó la Constitución de 1978”. Según este catedrático de Historia del Derecho, ya jubilado, “hay una realidad cultural que está por encima, cuya legitimidad se impondrá. Habrá que ver qué pasa con la política, y cuál sería la traducción. Si se crearán algunos vínculos de tipo institucional o no”. A su entender, “convendría preservar lo que la ciencia, el consenso que está en los diccionarios, ha consolidado”.
ARITZ OTAZU. Editor
“Un país con un idioma propio”
Para Aritz Otazu (Irun, 1975) hablar de “Euskal Herria, Vasconia, Nafarroa Osoa o Nafarroa entera, es exactamente lo mismo, algo que hay que cuidar e intentar culturizar para que no produzcan animadversiones ridículas” ante un hecho “cultural”, el del “pueblo del euskera”. Otazu aporta dos fechas: “En 1571 en el famoso catecismo o Nuevo Testamento de Lizarraga, ordenado traducir al euskera por la reina Juana de Navarra, ya aparece Euskal Herria como el pueblo donde se habla euskera. En el manuscrito también aparece también el término en 1564”. Por lo tanto, prosigue el responsable de Mintzoa, “Euskal Herria es el pueblo del euskera, donde hay unas costumbres comunes, un idioma común, y donde más o menos funcionamos de la misma manera. Pero sobre todo, es mi vida, porque tengo una editorial dedicada a la historia de Navarra”.
“Cuanto menos euskera, menos pueblo”, reflexiona Otazu. “Porque Francia o España tienen un idioma propio. En Euskal Herria conviven el francés, el castellano y el euskera”, y “cuanto menos euskera y menos políticas que ayuden a aprender y amarlo, menos cultura dentro de Euskal Herria”. Pone un ejemplo: “De Navarra a Bilbao hay prácticamente la misma distancia que a Zaragoza. Sin embargo, todos estaremos de acuerdo que algo, un poquico, tenemos más que ver con alguien de Bilbao que de Zaragoza. Algunos dirán igual que no”, matiza. A su juicio, “esa Euskal Herria, que para mí es la antigua Navarra, es un país con un idioma propio, pues el euskera no lo hablan en Zaragoza”.
JUANJO ÁLVAREZ. Catedrático de la UPV/EHU
“Una confederación emocional”
A Juanjo Álvarez (Zumaia, 1964), catedrático de Derecho Internacional Privado y colaborador del Grupo Noticias, le parece que estamos ante “una gran pregunta”. Euskal Herria es para él una “realidad sentimental”, y “un afecto compartido por diferentes”. “Sentirte en casa estando en Baztan, en Iruña, en Baiona, en Bilbao, en Donosti o en Gasteiz, es real desde un punto de vista afectivo. Muchísima gente al margen de la dimensión institucional o estrictamente política, que a veces ha sido demasiado excluyente y tribal, pueden reconocerse con una Euskal Herria como sentimiento real, huyendo de un concepto de frontera política”. Bien por ser “territorio del euskera y de nuestra cultura” o por otras razones, Álvarez plantea “dónde podemos estar unidos en la diversidad”. Y añade: “Yo voy a Saint Jean de Pied de Port, y me siento como en casa, y que esa realidad existe, por encima de fronteras”, del sedimento de dos Estados y de “comunidades políticas diferenciadas”.
Álvarez define Euskal Herria “como una confederación emocional, porque de ser algo alguna vez, si alguna vez existiéramos, no sería un Estado, sino una confederación”. Piensa que “para respetar los orígenes políticos de los diferentes pueblos o naciones” que la forman “deberíamos de reconocer la singularidad”. Confiesa que el planteamiento de la Transitoria “de una fusión por absorción, me da igual que fuera de Navarra hacia Euskadi o de Euskadi hacia Navarra”, nunca lo ha entendido”, sino “respetando la singularidad en una confederación” dibujando un paralelismo, “salvadas las distancias”, con la Confederación helvética, y los cantones.
Pero en cuanto a lo político, este catedrático advierte: “Seguramente si los esfuerzos han ido demasiado orientados a esa idea, eso ha provocado lo que Charles Tailor decía sobre Canadá y Quebec. Si mi sueño, mi anhelo, el deseo de unos de una independencia en un Estado, legitimísima y defendible, se convierte en la pesadilla de otros, nunca lo lograremos”.
Según Álvarez, “Euskal Herria es un sentimiento bajo el cual nos sentimos identificados como en casa muchísima más gente de la que pudiéramos llegar a creer”. Lejos de una conexión bucólica, entiende que es la afirmación de la existencia de un “sustento” más allá de una “politización a veces excluyente”. Por ello, aboga por “huir de temores, imposiciones o vetos, y afrontarlo”.
HEDOI ETXARTE. Escritor
“Ante todo es su gente, que vive en un territorio”
Para Hedoi Etxarte (Pamplona, 1986), “Euskal Herria, sobre todo y ante todo, es su gente, la que vive en un territorio entre el Ebro y el Adur”. Además de manifestarse en ciertos mapas o señales, emerge en “músicas, poemas, frases hechas y recuerdos vitales”, a los que Etxarte suma episodios históricos, como “la huelga de Motor Ibérica del 73 o la revolución de 1934 en Mondragón y en Aoiz”. También lugares de paso, espacios como la frontera del Bidasoa, con “los migrantes que intentan pasar, los que mueren, y quines tratan de asistirlos”.
Etxarte observa “tracciones profundas y subterráneas, en general en dos tensiones en Euskal Herria”. A su juicio, “una reaccionaria muy fuerte, donde se da el golpe de Estado del 36, en el corazón de su ciudad principal Pamplona, en la plaza del Castillo. Y a la vez donde la revolución y lo revolucionario están muy presentes. Donde en esa propia guerra tiene mucha fuerza el antifascismo, caso paradigmático en Navarra, pues mucha gente quería el reparto de la riqueza y otro tipo de mundo”. Etxarte cree que ello “ha quedado enterrado por la guerra, la dictadura y el ciclo constitucional, que no ha sido capaz de leer toda esa realidad de antes del 36”.
LOLA CABASÉS. Periodista
“El territorio de una cultura milenaria”
“Para mí significa un sentimiento positivo de pertenencia a un pueblo. Nací en el seno de una familia que me enseñó a apreciar y querer la riqueza de esta cultura y las raíces familiares, con una infancia feliz como es mi caso, son un tesoro a conservar, proteger y trasladar a quien te sigue”.
Según Lola Cabasés (Pamplona, 1958), Euskal Herria es una “realidad territorial porque sus gentes están unidas por una cultura milenaria y una lengua común de gran riqueza que debe conservarse”. A su juicio, “cuando quieres y aprecias lo tuyo te resulta impepinable querer y apreciar otros pueblos y culturas”.
Según esta periodista, también es “un anhelo con futuro alentador, en “un pueblo trabajador que puede y debe ser acogedor, solidario, igualitario, feminista y democrático”.
En cuanto al propio término, observa que “en los últimos años muchas personas e ideologías lo han intentado demonizar”. Sin embargo, apunta, “en la dictadura franquista y años siguientes era de uso común en el discurso político y social como un valor a defender y rescatar tras la represión de los golpistas del 36 y el franquismo”. Cree que esa “persecución política ha contribuido a que el sentimiento de pertenencia a este pueblo se haya expandido e intensificado”. Por contra, lamenta, “quienes han recurrido a la vehemencia desmedida para su defensa han contribuido a la demonización de esta realidad”.
Cabasés va más atrás en la historia. “Pese a ser un término milenario –hay vestigios que lo muestran escrito desde hace más de cinco siglos–, la defensa de Euskal Herria ha sido penalizada con una represión incomprensible que ha marcado la vida de muchas personas”. A juicio de la periodista, de larga y recordada trayectoria en este periódico, “las políticas en el Estado español que persiguen estandarizar la cultura, la dictadura de las ideas y la uniformidad en los modos, chocan frontalmente con el respeto a las minorías y al diferente”.
FERNANDO MIKELARENA. Historiador
“Existen motivos para la defensa del término”
Para Fernando Mikelarena (Bera, 1962), “el concepto formulado por diversos autores de los siglos XVI y XVII hacía referencia a los siete territorios históricos, con marcos políticos e institucionales diferenciados en cada lado de la frontera, en los que el euskera era abrumadoramente el idioma mayoritario. Era el país del euskera, caracterizado por la identidad cultural vasca, algo inequívoco para los intelectuales vascos de la época y los observadores foráneos”.
Según Mikelarena “esa identificación ha quedado muy disminuida por el retroceso del euskera, sobre todo en Álava y en Navarra a lo largo del tiempo”. No obstante, cree que “hoy día, “rehuyendo de lecturas voluntaristas”, “existen motivos para la defensa del término, y para designar a siete ámbitos geográficos como una entidad diferenciada que nos engloba con un claro cambio de significado”. Del origen “estrictamente culturalista e idiomático”, a “la suma de los mismos territorios que especialmente en este lado del Pirineo se han caracterizado por un anhelo de singularidad en el ámbito político institucional en los dos últimos siglos, mediante una variedad de proyectos (carlista, nacionalista y republicano)”. Para este historiador, “existen herramientas plenamente conformes a la Constitución, como la cooperación permanente entre comunidades autónomas, que permiten el desarrollo de políticas comunes entre las dos administraciones de Hegoalde”, además de “la cooperación transfronteriza con la región en la que se enmarca Iparralde”.
JOSEBA AURKENERENA. Profesor jubilado
“Los ojos de mi madre o los cuentos de mi amatxi”
Nacido en Donostia en 1956, vive en desde hace dos décadas en Urruña. Profesor jubilado de lengua y literatura vasca, y de Historia vasca y del mundo, para él Euskal Herria “además de historia y personalidad, es poesía”. “Son los ojos de mi madre, en los que veía los montes de nuestras tierras, el mar, los ríos, los bosques y las selvas. Los cuentos que nos contaba la amatxi en el caserío al lado del fuego, o las historias del aita”; “vivencias de nuestros antepasados que queremos pasar a nuestros hijos,”. Evoca también “cuentos, creencias, la mitología, Olentzero, el carnaval… cosas que son parte de nosotros, de nuestra forma de ser”.
Aurkenerena desmiente que Iparralde viva a espaldas a Hegoalde. “Para los vascos del norte la capital es Iruña, sobre todo en la Baja Navarra y en Zuberoa. Cuando quieren ir a una ciudad grande, van a Iruña”. Y aunque reconoce una falta de cohesión “por la pérdida de la cultura y de la lengua”, cree que “las generaciones venideras irán superando eso. Poco a poco el euskera se va extendiendo por todas partes. En cualquier pueblo de la Ribera hay personas que lo saben. Pocas, pero antes no había nadie”. Cree que ese interés por la lengua vasca “va ganando terreno”, y que en los próximos 40 años “veremos cosas que hasta ahora nos parecían imposibles”.
ANE ESLAVA. Periodista y editora
“Vivimos en lo subalterno”
“Mucha gente para entender o explicar la identidad de Euskal Herria apela a la historia”, observa Ane Eslava (Lumbier, 1995), que aunque reconoce “la importancia de los orígenes”, no es eso lo que más le “atraviesa”. Eslava entiende que “hemos sido y somos un pueblo oprimido y vivimos en lo subalterno”. Considera que “permanecer en la resistencia y en el contrapoder es lo que más caracteriza, define y hace a Euskal Herria y a los euskaldunes”. Esta periodista destaca el surgimiento de “infinidad de estructuras y proyectos para la construcción de país o herrigintza, en busca de más soberanía, muchos impulsados por movimientos populares, de forma autoorganizada”. Proyectos, desde un “deseo de ser sujeto”. “Es ahí sobre todo donde somos un pueblo”, añade. Esta periodista subraya como “elemento imprescindible y fundamental” el euskera, y recuerda que “toda lengua necesita su ecosistema cultural”. El hecho de ser “pequeña y estar minorizada” cree que “diferencia a nuestra cultura”, y es otro elemento de identidad. Por último, evoca la geografía, el paisaje diverso, y “una gente estrechamente ligada a esa tierra; arraigada en ella”.
AITZOL SALABERRIA. Presidente de Olentzeroren Lagunak (Baiona)
“Es el país de los euskaldunes”
Nacido en 1972 en Baiona. De madre navarra (de Oteiza), que posteriormente vivió en Lazkao; de padre de Iparralde y abuelo paterno de Etxalar. Las raíces familiares han marcado la cosmovisión de Aitzol Salaberria, para quien el territorio de “las siete provincias” “es el país de mis orígenes, de mi cultura, y el país de los euskaldunes” con “más de 10.000 años de historia”.
“¿Cuál es nuestra lengua o nuestra historia común? ¿Es el francés o el español, o la historia de los vascones?” pregunta retóricamente. “Para mí es un país único aunque oficialmente esté separado en dos países, y tres partes”, asevera. Enfocando a Baiona e Iruña, ciudades hermanadas desde 1960, Salaberria aboga por potenciar esa relación política y culturalmente.
JUAN KRUZ LAKASTA. Periodista
“Me gusta pensar que es futuro”
Al director de la emisora navarra Euskalerria Irratia (Jaca, 1970) le agrada asociar el término con el futuro. Recomienda un libro del pamplonés Santi Leoné (Euskal Herri imajinario baten alde). “En él defiende que está muy bien sustentar la reivindicación en el Reino de Navarra, en los fueros y en cosas históricas, pero es mucho más motivante, también para mí, pensar que Euskal Herria es lo que decidamos que sea, e imaginar, diseñar y acordar ese proceso, pensando “en el futuro y con un lienzo en blanco, con lo que eso supone”.
Para Lakasta dada “la realidad social y política que vivimos por estos lares, en ese lienzo en blanco podemos decidir qué tipo de sociedad queremos ser, cómo la queremos construir. Eso me parece una motivación enorme y un lujo, porque un lienzo en blanco puede ser también un territorio libre”, dice parafraseando al escritor Joseba Sarrionandia: “Euskara da gure territorio libre bakarra”, “el euskera es nuestro único territorio libre”. Para Lakasta, Euskal Herria “en gran medida” es la tierra del euskera, “un idioma con el que he trabajado, por el que he luchado, con el que he disfrutado enormemente. “No digo que todas sus gentes tengan que ser euskaldunes”, subraya, por más que para él el euskera sea su herramienta de trabajo, un elemento central de su vida, “y también un territorio libre”, con el que disfruto, lucho o me llevo disgustos”.
NEREA LARRIU. Periodista
“Está ligada al idioma y a una cultura”
“Para mí podríamos resumir Euskal Herria en cultura, tradición, folclore y arraigo. No es una entidad, Yo no creo mucho en el territorio, en las barreras, en el separar”, dice. Nieta de dos elizondarras, la Navidad rebrota en Nerea Larriu (Pamplona-Iruña, 1996) sentimientos y recuerdos de villancicos en euskera o de Olentzero. Esta periodista encuadra Euskal Herria en lo “simbólico”, “ligada al idioma y a lo que crea una cultura”. Trabajadora de EITB, Larriu observa “mucha hostilidad latente” en torno a esta idea, actitud que cree que ni quita ni añade valor a la cultura vasca.
SANTI LEONÉ. Profesor de euskera y escritor
“Lo importante es la voluntad de querer ser”
Según Santi Leoné (Pamplona, 1972), aludido por Juan Kruz Lakasta, “lo realmente importante es que haya una comunidad que considere que forma una nación”, aparte de “la existencia de una lengua o una historia más o menos común, que no solo se remite a los reinos o señoríos. En mi tesis veía que en los siglos XVI y XVII, sobre todo entre las élites, tanto de Navarra como de lo que es hoy la CAV, se tenía conciencia de algo que denominaban la tierra del euskera, traducción literal de Euskal Herria. Había una cierta concepción de una unidad de intereses e historia, que no se correspondía a una formación política, a un reino, pero sí en esa condición cultural”.
A su juicio, “somos porque queremos ser”. Con “una serie de cosas comunes, pero lo importante es que queremos ser; esa voluntad justifica que seamos o podamos ser una nación y ser independientes o no”. Sobre el euskera, piensa que el rechazo no es generalizado, pero “existe en un sector de la sociedad castellanoparlante monolingüe”, también hacia lenguas como el catalán o gallego.
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