«Esperar y ver» ¿què?

Fue Gandhi en su famoso viaje a Londres (1931) quien paró los pies a la halagadora prensa laborista respondiendo aquello de «no, si lo que se ha conseguido en la India es gracias a los errores del Imperio británico más que a nuestros aciertos». Lo recuerdo hoy porque la observación de los últimos tiempos políticos en nuestro país nos debe llenar de esperanza, confianza y seguridad para que nuestros contrincantes políticos -los políticos españoles- lo están haciendo tan magníficamente como los británicos. Vamos por buen camino, aunque este camino no siempre depende enteramente de nosotros. Depende, sobre todo, de la larga serie de pifias que nos están obsequiando para allanar el camino hacia ella.

La principal de estas pifias es su obsesión por aplicar remedios del siglo XIX a los retos del siglo XXI. Margallo y compañía, incapaces de comprender lo que les -y nos- está pasando, piensan que el chantaje y el bullying de que han hecho gala durante tantos años les va de seguir funcionando. Y no. Asombrados ven que la sociedad catalana les ha perdido el miedo. Salvando las distancias, es interesante compararlo con lo que dijo Gandhi, cuando estaba en Londres, en el caso del pueblo indio de Mysore, donde la ignorancia hacía a la población sometida por completo hasta el punto de desconocer quien reinaba sobre ellos. Los catalanes hemos tenido más de treinta años para captar quien nos mandaba desde Madrid. Sabemos perfectamente lo que podemos esperar: rotundamente nada. Las recetas tradicionales españolas -desde el pan comido, terceras vías y coerción uniformada hasta la catalanofobia y el desprecio hacia nuestra realidad nacional- ya no nos afectan. Estamos en una nueva pantalla. Y no sólo están los idealistas y los independentistas de siempre, sino una parte importante del empresariado, 700 de nuestros ayuntamientos (se dice pronto) y -quizás más significativamente- aquel vecino de origen extremeño, sí, el del tercero segunda, puerta A, que teníamos por votante del PP y que ahora tiene la estelada en el balcón y se ha hecho socio de Súmate.

Es evidente que la ANC hace muy bien en obviar el último espectáculo de la coronación borbónica. Nosotros «a lo nuestro», con centralidad y rigor. Correcto. Pero creo que no sobra tampoco un pequeño comentario sobre lo que dijo el «nuevo» monarca el pasado viernes sobre «la España donde cabemos todos» (supongo que no era «cavemos todos» con la V baja tan de moda, ¿quizá en referencia a las fosas comunes? Demasiado optimista, ¿verdad?). Bueno, sea como sea, la frase revela la nebulosa tan espesa en la que viven. A ver si nos entendemos. Ya sé que nos dicen que cabemos, que podemos subir a su Rolls Royce franquista con ellos y tal. Pero el problema que tienen es que no queremos. Ellos nos hacen sitio en su vehículo apolillado y contaminante. Pero nosotros, cuando no vamos en bici o a pie, ya vamos en vehículo eléctrico. ¿Lo ven?

Queremos una Cataluña moderna, republicana, participativa, transparente, limpia, sin desahucios ni preferentes, sin talibanismo constitucional ni fusión de poderes. Y lo tenemos en la punta de los dedos. Ya no nos va la casposa Jefatura del Estado, que se pensaba que con un «muchas gracias» nos podía robar el corazón. ¡Que ya somos mayorcitos! A un pueblo que ha hecho la Vía Catalana y que goza de una amplia mayoría parlamentaria en favor del 9-N y el derecho a decidir, no se le dan las gracias. Se le respeta su realidad. Y no lo hacen. Ya se lo encontrarán. A nosotros nos queda la enorme alegría de disfrutar de un país nuevo y vivo, que ya no los necesita, que avanza entusiasmado hacia su independencia -300 años después- y que no está tanto ‘Wait and see’ como por ‘Wait and sisi’. ¡Alegría, confianza y adelante!

EL PUNT – AVUI