Petróleo y PIIGS

Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), los gastos en importaciones de petróleo del conjunto de los países industrializados integrados en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) aumentaron en 200.000 millones de dólares en el 2010, alcanzando un total de 790.000 millones de euros. Este incremento, causado por los altos precios del barril, equivale a una pérdida de ingresos cercana al 0,5% del producto interior bruto en el conjunto de la OCDE.

Ante este hecho, el economista jefe de la AIE, Fatih Birol, advierte que “los precios del petróleo están entrando en una zona peligrosa para la economía global” y que “la factura de las importaciones se está convirtiendo en una amenaza para la recuperación económica”. Algo que deberían tener muy presente tanto los países consumidores como los productores.

Estos últimos, particularmente los de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), no pueden ignorar que los miembros de la OCDE contabilizan el 65% de las importaciones globales de crudo y que una recaída de sus economías, aún convalecientes, significaría un desplome de la demanda. Si no quiere matar la gallina de los huevos de oro, la OPEP debe aprestarse a aumentar su producción.

 

Por su parte, los consumidores necesitan reducir drásticamente su dependencia del petróleo. Según la AIE, la Unión Europea (UE) ha visto cómo en el transcurso del 2010 su factura en importación de petróleo ha aumentado en 70.000 millones de dólares, una cifra equivalente a los déficits presupuestarios de Grecia y Portugal combinados.

Por sus problemas con la deuda soberana, los dos países citados, junto a Italia, Irlanda y España, integran el grupo que cierta prensa económica anglosajona denomina, de forma despectiva, PIIGS. Curiosamente, estos cinco países encabezan los cinco primeros puestos del ranking de dependencia del petróleo de la UE, en el siguiente orden: Grecia (con un 58% de su mix de energías primarias cubierto por el petróleo), Irlanda (55%), Portugal (55%), España (48%) e Italia (46%). Los porcentajes citados superan ampliamente la media de la UE (37%), con el agravante de que los PIIGS deben importar la práctica totalidad del petróleo que consumen. Todo esto se refleja en una estrecha correlación entre grado de dependencia del petróleo y deuda soberana expresada como porcentaje del PIB.

En España los productos del petróleo constituyen la mitad del consumo final de energía y de enero a octubre del 2010 el balance entre exportaciones e importaciones de petróleo y derivados ha supuesto un déficit de 20.941 millones de euros (equivalentes, aproximadamente, al 1,7% del PIB). Este saldo negativo supera ya los 18.107 millones de todo el 2009; un año que, como consecuencia de la crisis, registró un considerable descenso respecto al récord de 29.998 millones de déficit alcanzado en el 2008.

Está claro que los grandes importadores de petróleo de la OCDE deben acometer una urgente y profunda reestructuración del sector del transporte, dependiente en cerca del 95% de los derivados del petróleo. Hablamos y hablamos de electricidad pero, hoy por hoy, el binomio petróleo-transporte es la principal fuente potencial de problemas.

 

Mariano Marzo. Catedrático de Recursos Energéticos de la UB.

 

Publicado por La Vanguardia-k argitaratua