Perderse por haber perdido la lengua

Ahora, mientras lee estas líneas, haga una prueba. Tome un papel, póngalo en la mesa, siéntese frente al papel y escriba los números del 1 al 5. Ahora, levántese y vaya al otro lado de la mesa, siéntese, y vuelva a escribir los números del 1 al 5. Si este experimento tan sencillo ha salido bien, tendrá que haber escrito los números de izquierda a derecha, tanto desde un lado de la mesa como del otro. Si miramos el papel desde una esquina, tendremos mirando derecho el número 1 a la izquierda, y boca abajo, el número 1 a la derecha, que es lo que hemos escrito desde el otro lado de la mesa . Si hacemos hacer este experimento con un hablante de hebreo o de árabe, tendremos el ejemplo dando la vuelta al nuestro, ya que ellos empezarán a escribir los números por la derecha, su derecha, claro.

Si digo: pásame el lápiz que está a la derecha de la goma de borrar pueden pasar tres cosas: la primera es que aciertes el lápiz al que me refiero, la segunda es que no aciertes, y la tercera es que dudes y me pidas de si hablamos de mi derecha o de tu derecha.

¿No encuentra que todo es un poco liado y confuso?

Pues bien, en Australia hay unas etnias autóctonas que viven en zonas desérticas y que necesitan tener la cuestión de la orientación espacial bien resuelta, porque si no se pierden y perderse es la diferencia entre poder contarlo o no. Si volvemos al experimento del papel, obtendremos unos resultados diferentes y todo ello radica en la lengua que hablan. Continuando con el experimento del papel, una persona de una de estas etnias, comenzará a escribir los números por ejemplo desde la izquierda, pero cuando se levante y dé la vuelta a la mesa, a diferencia de nosotros ( tanto los que escribimos de izquierda a derecha, como los de derecha a izquierda), volverá a escribir los números, en este caso, empezando por la derecha. Así pues, se mire desde donde se mire, el número 1 (o 5) siempre estarán en el mismo lado, por lo tanto, independientemente de nuestra posición siempre sabremos dónde está el 1 o cualquiera de los números restantes.

Estas lenguas siempre toman como referencia los puntos cardinales y estos siempre están en el mismo lugar porque no se mueven. Esto implica que si te piden el lápiz que está al lado de la goma de borrar, te pedirán el lápiz que está en el oeste de la goma y no tiene pérdida para nadie, siempre que sepamos dónde tenemos el norte, lo que obliga a esta gente a no perderlo nunca y eso siempre es bueno en todos los sentidos.

Pongámonos ahora en una zona árida, con pocos puntos de referencia, como podría ser el desierto. Imagínense que les dicen, cuando vean un árbol, pasen por su derecha. ¿Como sabemos cuál es la derecha del árbol? ¿Viniendo desde dónde? Y si me desoriento, ¿qué derecha es la buena?, ¿ la mía?,  ¿la del árbol? Ahora, si nos dicen: cuando vean el árbol, páselo por el oeste. ¡Entonces seguro que no nos perdemos! Y así hacen con todos los objetos que les rodean y tienen que decir la posición.

La gran desgracia de estas etnias es que la colonización de Australia por parte de los europeos ha hecho y está haciendo que de las 150 lenguas autóctonas que aún se hablan, sólo un 10% tengan una transmisión de padres a hijos que les garantiza la pervivencia para unas cuantas generaciones más, el resto tienen los días contados. Algunas de estas lenguas que se pierden son las que utilizan este sistema tan particular de orientación, y se están perdiendo en favor del inglés, el cual utiliza un sistema de orientación izquierda-derecha, es decir, que esta buena gente no sólo tienen la pena de haber perdido su lengua original, sino que este hecho provoca que se pierdan por sus tierras ancestrales.

Este es un ejemplo clarísimo de la adaptación de la especie humana y de la lengua para poder sobrevivir en un medio hostil, como es ahora un desierto. Es un ejemplo que nos dice que las lenguas van más allá del hecho de la simple comunicación y eso nos hace plantear si el pensamiento condiciona la lengua o la lengua condiciona el pensamiento. Pero es que perdiendo estas lenguas, y de hecho cualquier lengua, perdemos mucho más que un simple sistema de decir las mismas cosas pero con palabras diferentes: perdemos toda una base de conocimiento, de adaptación al entorno y de ver el mundo. Y eso no nos lo podemos permitir.

 

David Valls

Plataforma per la Llengua /Plataforma por la Lengua

http://blogspersonals.ara.cat/elcatalasuma/2011/12/12/perdre%E2%80%99s-per-haver-perdut-la-llengua/