Pedro Barros, poeta chileno de Beirut

¡Que difícil es escribir sobre poesía! Tengo un libro en las manos, un libro de Pedro Barros, poeta chileno que acaba de nacer en Beirut, al dar a la imprenta su primer poemario de sencillo titulo Beirut, ida y vuelta. Lo tengo en las manos y lo he leído y releído varias veces con emoción. En seguida me di cuenta que los títulos de cada uno de sus poemas estaban engarzados en una larga frase que podía formar en si misma otro texto independiente como si fuese un índice -que por cierto no lo ha incluido en sus paginas- de su libro.

«Dejadme explicarme / y lo que dije / y porque no pido más / que lo posible / un poco de silencio / para hablarte al oído / de mis cuatro estaciones»… Estos son sus primeros siete títulos de este libro escrito con una gran madurez literaria. Me enteré leyendo una entrevista en un diario de la capital que mi amigo, al que creía conocer desde décadas, cuando primero fue secretario de la embajada de su país y se casó con una grácil muchacha española amiga, profesora en el Centro Cultural, de la que enviudó hace tiempo, estuvo destinado en Ginebra, en Madrid, ha sido embajador en Ankara y lo es ahora en Beirut, había empezado a escribir a los ochos años. ¡El diplomático de carrera, prudente y culto, llevaba oculta en sus entrañas su vocación! Su regreso a Beirut treinta años después ha precipitado, al fin, su profunda identidad creadora.

«En verdad, Beirut, no tengo explicación para tanta ausencia porque nos perdimos sin olvidarnos en tu mundo de palabras reinterpretadas, vivo en mi vida distraída que va de lo maravilloso a lo cotidiano» Este poemario con versiones libres traducidas al francés por Mona Moukarzel, personifica a Beirut más que en la amante en los amores evocados.»En tus manos Beirut / se enciende una estrella / después otra más / cuando duermo contigo».

Beirut se ha convertido en primer lugar en las literaturas árabe y francesa, en una ciudad podrida de literatura, debido a su excepcional y anárquico destino de guerras, su sensualidad y su manera de vivir. Pero hasta recientemente no ha inspirado, no ha interesado a artistas de la palabra escrita en español, porque El Líbano no se encontraba incluido en su mundo de referencias históricas culturales habituales.

Siempre me gusta evocar un verso inolvidable de Federico Palmera, colega del entonces joven Pedro porque estaba destinado como secretario en la Embajada de España, en los albores de los años ochenta,  que decía: «Hay ciudades que tienen nombre de puta exótica».

La vuelta del diplomático a Beirut ha hecho trascender amores y pasiones en una creación exultante: «Beso Beirut /como una delicada flor / sobre la comisura de tus labios». «Quedan los sueños / que abren caminos / no todo es azul prusíco / en el fondo del corazón / siempre quedan residuos / de princesas tristes / como el tango del viudo / y nos vamos acercando / a la luz que quema / después de tantas despedidas».

No he transcrito ningún otro poema sino que como antes, he copiado uno tras otro títulos con los que Pedro Barros ha encabezado sus sucesivos versos. En cambio «Yo he venido a escribir una historia sobre otra / igual y diferente / sin saber por donde empezar», sí que es un fragmento de una de sus composiciones poéticas.

Esta revelación literaria de un gran amigo -anda ahora dando vueltas a una obra ambiciosa sobre los cuatro elementos de la tierra- me ha colmado de satisfacción. Por vez primera nos hemos entregado completamente, sin pudor, a hablar de poesía, de los poetas diplomáticos chilenos como Gabriela Mistral o Pablo Neruda, cuyos retratos cuelgan en la embajada de su país en Madrid, de la relación ya clásica entre diplomacia y poesía en muchas naciones del mundo, de Rubén Dario que publicó su hermoso libro de posas poéticas Azul en Chile, y de las veleidades literarias de sus progenitores.

Desde ahora, Pedro Barros, cuyo antiguo regalo de los libros de Georges Sheade, el gran poeta libanés de expresión francesa, que guardo en mi biblioteca de Barcelona, ha entrado con el elaborado estilo de sus poemas en la historia literaria de nuestra amada ciudad «como uno de sus intrépidos hijos -tal como escribe en su última página- que van de patria en patria sin olvidarla».

Publicado por La Vanguardia-k argitaratua