Pedir perdón

Perdón es lo que debería pedir al Estado español a todos los pueblos indígenas de América Latina por el enorme genocidio que perpetró contra ellos y por el expolio sin precedentes que llevó a cabo en aquellas tierras. Pero se niega, gobierno tras gobierno, sea del color que sea, desde Vox al PSOE pasando por el PP y por Ciudadanos, si es que todavía existe. Sólo Podemos tiene una actitud más abierta para aceptar las críticas que llegan desde México.

Estos días que presento una novela de piratas, hablo mucho del peligro de contar una historia como si fuera única, porque para presentarla así forzosamente se debe manipular. La historia no es neutral, porque nos llega a través de historiadores que, aunque se piensen lo contrario, tampoco lo son. La selección de los hechos que hace cualquier historiador no es inocente porque responde a los intereses del presente desde el que se estudia y si se hace desde el bando vencedor o desde el vencido.

El problema surge cuando el conocimiento se convierte en dogma y pasa a formar parte del sistema, y ​​si además este conocimiento ha sido sometido a instituciones como la Inquisición, que es conocido y aceptado que prohibió, reprimió, manipuló y reescribió la historia entre muchos otros crímenes, no acabo de entender cómo todavía hay historiadores y académicos que se empeñan en poner como punto de referencia a autores puede que nunca han existido. De hecho, académicos franceses ponen en duda la existencia de uno de los grandes cronistas de la Conquista, Bernal Díaz del Castillo, y sostienen que es un autor inventado o el seudónimo de alguien que no podía escribir con su nombre, como el mismo Cortés, marginado por el poder de su época. Es curioso porque el grabado que sale en sus libros y que se presenta como Bernal Díaz del Castillo es el de un rey francés, Henri IV, colgado en la Biblioteca Nacional de París. De hecho, investigadores franceses y estadounidenses han encontrado un Bernal Díaz del Castillo en la Nueva España, pero era analfabeto.

Sartre decía que incluso el pasado puede modificarse, ya que los historiadores no paran de hacerlo, y las Crónicas de la Conquista, las españolas, no las mexicanas, son un fraude histórico, una magna operación de censura de Estado al servicio de un monarca que quería tapar sus vergüenzas. Basta leer al padre Bartolomé de las Casas; por cierto, censurado por la Inquisición y que si nos ha llegado su librito es porque lo envió fragmentado en forma de cartas a monasterios de su orden de toda Europa, porque su magna obra, llena de testigos, hechos y evidencias, la Inquisición la destruyó. Y no sólo él, la obra de cientos de académicos mexicanos contradice de manera radical la historiografía española.

Masacres, asesinatos, torturas, cuerpos desmembrados y epidemias mataron a más del 90% de la población local. Entre 1550 y 1700 la población indígena pasó de 65 millones a 5 millones según fuentes españolas. Algunas fuentes mexicanas hablan de más de cien millones.

España exterminó un mundo, gente y cultura, y lo expolió. Los datos del oro y la plata robados son muy contradictorios entre lo que se dice en España y lo que se dice en América Latina, pero si sólo tenemos en cuenta lo que se dice en España, estamos hablando de casi media tonelada de oro y de 17.000 toneladas de plata, de las que la corona castellana, el rey, se quedó con una quinta parte. Pero en el caso del rescate de Atahualpa, el último soberano del Imperio inca, el rey castellano se quedó un veinte por ciento. El rescate consistió en una habitación de 35 metros cuadrados llena de oro hasta donde alcanzaba la mano extendida del caudillo inca y dos del mismo tamaño llenas de plata. Y eso sí, una vez cobrado el rescate, Pizarro lo hizo ejecutar al garrote vil.

Hace un par de años, en una fecha como la de hoy, ‘The New York Times’ publicaba un artículo que decía que han pasado demasiados siglos para pedir una comisión de la verdad o reparaciones materiales, pero que pedir perdón siempre es posible. La respuesta ya la sabemos, no es necesario repetir la lista de declaraciones desafortunadas. Y quisiera terminar este artículo con unas palabras de Carmen Iglesias, de la Real Academia Española, que me parecen un resumen del pensamiento español: «Aunque a veces la leyenda negra predomina, lo cierto es que les dejamos una herramienta de unidad como es el español». No es necesario añadir nada más, sólo que hoy no es día de celebrar nada, más bien de agachar la cabeza humildemente y pedir un gran perdón.

EL PUNT-AVUI