Patxi Latorre «Los navarros somos vascos cultural y socialmente; que lo seamos políticamente para mí es algo accesorio»

Patxi Latorre ha recopilado en un libro citas que demuestran que Navarra ha formado parte de la realidad vasca desde sus orígenes. Asimismo desvela algunas claves para entender qué y quiénes han empujado a muchos navarros a no considerarse vascos

Patxi Latorre, frente a la estatua de los Fueros, monumento en el que puede leerse 'Gu gaurko euskaldunok', (Nosotros, los navarros de hoy), título de la publicación.

«Los navarros somos vascos cultural y socialmente; que lo seamos políticamente para mí es algo accesorio»

pamplona. Afirma que le produce «desazón» que, en contra de las evidencias históricas, buena parte de los navarros no se consideren vascos y que esa «rabia» de tener que estar siempre explicando algo «tan natural como que por ser navarro soy vasco» le animó a publicar Gu gaurko euskaldunok, historia de un robo, resultado de varios años recopilando citas que refuerzan su argumento.

¿Por qué afirma en el libro que es un robo el hecho de que algunos navarros rechacen que son vascos?

Porque la palabra vasco nos ha acompañado toda la historia, era el segundo de nuestros nombres o el primero, según se mire, y de pronto, hace cosa de 30 años, alguien decidió que esa palabra no nos correspondía, que no teníamos derecho a utilizarla y que éramos navarros a secas. Para mí eso es un robo, nos han robado uno de nuestros nombres y lo peor es que lo han hecho con la complicidad de la víctima, porque los navarros hicimos muy poco por defender o por oponernos a ese robo.

¿De dónde viene el rechazo que algunos navarros sienten si se les considera vascos?

Lo que ocurre es que se parte de una confusión que pasa por considerar que ser vasco es ser ciudadano de la Comunidad Autónoma Vasca. Aunque Navarra y la CAV sean comunidades diferenciadas, los ciudadanos de ambas compartimos la naturaleza cultural y social y un nombre, el de vascos. El problema es ese: confundir ciudadano de una comunidad política determinada con el hecho de ser culturalmente y socialmente vasco. De ahí parte todo. Hubo quien vio ahí un filón y se aprovechó de esa confusión.

El asunto del que trata su libro es menos valorado por mucha gente por ser algo del pasado…

Parece que ese divorcio entre lo navarro y lo vasco es algo muy antiguo, pero en realidad te pones a mirar los hechos históricos y te das cuenta de que esa pérdida del nombre vasco es muy reciente. Ese divorcio es más reciente de lo que la mayoría de la gente cree. De hecho hay gente que no sabe que al poco de morir Franco se discutió la posibilidad de que Navarra se integrase en con Vascongadas en un régimen autonómico común. No formamos parte de la CAV casi casi por casualidad, porque alguien decidió que estábamos mejor solos, pero es algo reciente.

En este rechazo a considerarse vascos ¿entra en juego el miedo a quedar rebajado o perder importancia si se compara con la CAV?

Sí, pero más que un miedo hay un interés y quienes tienen ese interés se aprovechan de ese miedo. Se puede ser perfectamente vasco, considerarse vasco y al mismo tiempo defender que Navarra permanezca como una comunidad diferenciada. No está reñido, aunque nos han vendido la historia de que no puede ir junto porque les interesaba, pero no es así.

UPN es uno de los principales causantes de la creación de este sentimiento antivasco. ¿Cuál ha sido su papel en todo esto?

A UPN le interesaba que no se produjese la unión de Navarra al ente político vasco porque así como el PNV tiene implantación en los cuatro territorios, UPN no y si Navarra se hubiera incorporado al ente autonómico vasco habrían quedado en franca minoría, no habrían tenido ninguna posibilidad de acceder al Gobierno central, como mucho tendrían la Diputación foral. Simplemente es una cuestión de interés político, ellos preferían seguir solos porque siguiendo solos tenían bastantes posibilidades de gobernar, y la experiencia demuestra que así era, estando solos tienen posibilidad de gobernar.

También menciona en el libro que el nacionalismo ha contribuido a que los navarros asuman que no son vascos. ¿En qué sentido?

Los nacionalistas pensaban en conjunto. No supieron entender que Navarra, aun siendo un territorio vasco, tiene una personalidad muy pronunciada, que no merecía ser tratada como una provincia más aunque solo fuera por historia. Creo que no le prestaron demasiada atención y que antepusieron los intereses del conjunto a los intereses de Navarra. Tuvieron una actuación torpe que sirvió a los navarristas para ponerlo en su contra.

En relación al partido socialista habla en su publicación de traición. ¿A qué se refiere?

El PSOE fue quien inclinó la balanza a un lado. En el arranque de la transición los socialistas estaban integrados en el PSE, portaban ikurriñas y por ejemplo Urralburu y Arbeloa decían que éramos vascos y que lo lógico sería que Navarra se integrase en el ente autonómico vasco. Un poco antes de 1982, cuando se constituyó el PSN, cambiaron de discurso y renunciaron a la incorporación.

¿Por qué se dio ese cambio?

No sé si fue un consejo o una imposición de Madrid, viendo que de esta manera podían conseguir más votos para ser una alternativa a la derecha. El PSN giró 180 grados su postura y si en el comienzo de la transición había posibilidades de que los ciudadanos de Navarra, además de cultural y socialmente vascos, formaran parte de un ente administrativo vasco, en el momento que el PSOE cambió de postura aquello se truncó y ya dijimos, parece que definitivamente, adiós a la posibilidad de integrarnos en un ente común.

¿Ha sido la cultura vasca la pagana de estas decisiones políticas?

Básicamente sí, la cultura ha sido la primera víctima. Cuando yo digo que los navarros somos vascos estoy hablando de un ámbito cultural. Lo otro, que seamos políticamente también vascos, para mí es algo accesorio, sería cuestión de consultar a los navarros. La decisión política ha repercutido en el tema cultural y parece que al no ser vascos políticamente le ha sucedido que renunciemos a ser vascos también en lo cultural. Ese es el gran drama, que haya pagado sobre todo el euskera, que es la seña más importante de la cultura vasca y que a todo lo que suene a vasco culturalmente aquí se le reciba con uñas.

¿Cómo valora la actitud de los grupos más navarristas con lo vasco?

Me parece tremendo, triste y me pregunto si en algún momento, en años próximos, ahora que las cosas están cambiando, cesarán en esa actitud de rechazo abierto, de persecución.

¿Qué cuerpo se le queda a uno después de recopilar tanta documentación y ver que una parte importante de la población navarra continúa renegando de ser vasca?

Cuando arrancó el libro tenía el convencimiento y el instinto de que éramos vascos, lo que no sabía es que era tan fácilmente demostrable o que había tantas evidencias en tal sentido. Cuando he reunido tal cantidad de evidencias y he visto que es algo tan obvio, que está al alcance de cualquiera, la rabia que me empujó a escribir el libro se ha hecho mayor.

De todas las citas que ha recogido, ¿con cuál se quedaría?

Me quedaría con dos que tienen más de cien años pero son vigentes hoy en día. Víctor Pradera, en 1919, escribía: «Las regiones vascas son iguales. Solo hay entre ellas una diferencia: la del poder de la riqueza, que es el de la hegemonía. He aquí una de las razones por las que me asusta la unión. Me asusta porque entonces la hegemonía sería de Vizcaya. Y como en Vizcaya ejercen dominación los nacionalistas resultaría que todos estaríamos sujetos a ellos». También Gregorio Iribas en 1893, dijo «¿No se ha visto siempre la conducta astuta y cautelosa del Gobierno procurando desunir al pueblo vasco-navarro; sembrando entre ellos discordia e intentando crear diferencias para que la envidia y el recelo surgieran en la noble y laboriosa raza que puebla el territorio común? Sepan que Euskalerría es siempre una».

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