Para hacer una tortilla hay que romper los huevos

Disculpen, excelentísimos magistrados del Tribunal Constitucional español, pero deben saber que nos importa un guisante su veredicto sobre la declaración de soberanía. Bueno, nos importa poco cualquier cosa que hagan. Cataluña es soberana y ustedes ya pueden decir misa. ¿Que quieren declarar nulo un punto del documento? ¿Y qué? En el momento en que nos declaramos soberanos aceptamos implícitamente que este tribunal dejaba de importarnos. ¡O somos soberanos -como aprobó el Parlament- o no lo somos! Y si se aprobó la declaración de soberanía, ahora hay que actuar en consecuencia y no reconocer el Tribunal Constitucional español.

La declaración dice que Cataluña es un ‘sujeto político y jurídico soberano’. Para decirlo sin rodeos: la declaración desgarra la constitución española de arriba abajo. ¿Que el parlamento hizo una acción ilegal? ¿Y qué? ¿Es que no queremos hacer eso, justamente? ¿Es que no estábamos dispuestos a declarar la independencia? ¿Y que esto no sería romper la legalidad española? Sí, claro que sí, en beneficio de una nueva legalidad catalana. ¿Hay alguien que todavía piense que se puede hacer una tortilla sin romper los huevos?

Lo recuerdo para quien quiera hacerse el loco: tenemos España de frente. No tenemos una democracia moderna y avanzada, respetuosa con el ejercicio de la voluntad popular. Tenemos la España de Alfonso Alonso, el portavoz que equipara las urnas con la violencia si se pretende imponer la voluntad. Es decir, no tenemos en absoluto el gobierno británico enfrente. Por lo tanto, no haremos ninguna transición negociada. Nos quieren hacer añicos como han hecho siempre que les ha interesado. Y nosotros, ¿estamos dispuestos a dejar que lo vuelvan a hacer, o bien a dejar de ver grietas donde no las hay y pasar a la acción?

No se es independiente un día tempranito, de repente. Para lograr la independencia, cada uno debe haberse independizado mentalmente antes. Y esto significa aceptar que estos tribunales y organismos contrarios a la voluntad democrática de los catalanes no tienen ninguna competencia sobre nosotros. Y no sólo cuando nos van en contra, sino también cuando nos dan la razón. Tanto me da que abran una rendija sobre el derecho de decidir, porque estos doce magistrados no tienen nada que decir sobre eso. Me da igual si hay un grupo que algunos convienen en llamar progresista. Me da igual si hubo más debate o menos. Cataluña se declaró soberana y no reconoce este tribunal español. ¿Queremos dar el paso o queremos continuar atrapados dentro de su jaula?

¡Eh! Es verdad que no debemos caer en la trampa y sopesar cuando hay que esquivar su legalidad y cuando hay que romperla. Es importante no quedar empantanados en inhabilitaciones de presidentes ni situaciones que podrían mermar nuestros recursos institucionales para llegar a buen puerto. Pero que para llegar a la independencia habrá romper la legalidad es un conocimiento que debería adquirirse en primero de básica. Yo estoy convencido de que si hemos hecho el trozo de camino que hemos hecho es porque estábamos dispuestos a asumir las consecuencias de romper la legalidad. Y que Carme Forcadell asume la presidencia de la ANC con el convencimiento de que puede acabar en la cárcel. Y, todavía más, el presidente Mas o el resto de dirigentes políticos que conducen el proceso. ¡Si se puede evitar, mejor! Pero todos debemos estar dispuestos a pagar el precio de la libertad. Los hay que ya lo han pagado y siento deciros que no puedo explicar los detalles. Y hay muchos que lo pagaron cuando todo era más difícil y lejano.

Señores del alto tribunal español: si se quieren ahorrar trabajo, aparquen todos los recursos de inconstitucionalidad contra los catalanes. Ya sabemos que montaremos una buena y muy inconstitucional. ¡Mucho! Será tan inconstitucional que se verán obligados a rehacer toda la constitución. De verdad, no pierdan más tiempo. Dedíquense a la familia. Y si en su casa no les quieren, vuelvan a Las Ventas a ver toros, como cuando mataban el tiempo, antes de liquidar el estatuto. Ya sabemos que somos inconstitucionales. Es que lo queremos ser. Cada vez que nos lo dicen nos reafirman en la voluntad de recuperar democráticamente lo que sus antepasados nos quitaron con sangre, fuego y mucha represión. Esta constitución suya -hija de la amenaza del franquismo y del ruido de sables- es una anécdota desagradable más en nuestra historia. Ustedes viven para defenderla. Nosotros la trituraremos tan pronto como podamos.

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