Artículo del 131 presidente de la Generalitat de Cataluña, Quim Torra i Pla, hoy que hace diez años de la muerte del president Heribert Barrera
Hoy hace diez años de la muerte del Muy Honorable President Heribert Barrera. No es necesario escribir su biografía, es suficientemente conocida, del exilio el regreso a Cataluña, su firme defensa del derecho de autodeterminación en la discusión de la constitución española y su digna presidencia en el parlament recuperado.
Barrera, militante de ERC toda la vida, representa, como Víctor Torres, Jordi Carbonell y tantos y tantos otros, una terquedad ejemplar en una determinación vital por la causa justa de la libertad de Cataluña
En los últimos años, sufrió la difamación más infame por parte del unionismo y, de rebote, un cierto «olvido» por parte de algunos compañeros de viaje independentistas, siempre atemorizados por el qué dirán.
Su «tenemos prisa», diez años después, resuena potente y poderoso como nunca y se alza por encima de la mediocridad y el ir pasando como un grito que nos interpela y nos recuerda la urgencia de la independencia o, en su desea, la imparable decadencia de una Cataluña dependiente que decapita cualquier posibilidad de enderezar la nación si no conseguimos la soberanía plena.
Me gustaría que el país homenajeara el presidente Barrera. Y lo hiciera, más allá de un acto público que queremos organizar el día 9 de septiembre en el Auditorio Irla de Girona -del que anunciaremos más detalles los días próximos años-, actualizando hoy su mensaje.
No me parece atrevido pensar que, como independentistas que queremos culminar la creación de una República Catalana independiente y democrática, somos muchos, la mayoría, los que defendemos que:
- No hay ninguna razón objetiva para esperar en el proceso de concretar lo que la ciudadanía votó el primero de octubre de 2017 en un referéndum convocado por el govern de la Generalitat de acuerdo con las leyes aprobadas legítimamente por el Parlament de Cataluña.
- El futuro de la nación catalana es una cuestión que pertenece exclusivamente a la soberanía del pueblo catalán. La causa justa de su libertad es la misma que ha llevado en los últimos siglos a la mayoría de independencias que hoy el mundo reconoce.
- El diálogo y la negociación deben producirse para garantizar la minimización de daños en el proceso de creación del Estado independiente y de separación del Estado español. Hoy no existen las condiciones para mesa de diálogo alguna, que nos debilita y distorsiona el mensaje de una Cataluña constituyente. Ni el derecho de autodeterminación ni la legitimidad del Primero de Octubre pueden ser negociados con gobierno ajeno alguno.
- La fuerza democrática del pueblo catalán se ha demostrado a lo largo de los años con las mayores movilizaciones de la historia europea y con la defensa obstinada y valiente de las urnas contra la violencia de Estado en el referéndum de octubre de 2017.
- La represión trata de debilitar las filas del independentismo, las convicciones propias e instalar un miedo más o menos consciente entre los defensores de la democracia. Por lo tanto, la única respuesta que hace inútil la represión es continuar avanzando soberanamente para crear el Estado independiente para Cataluña.
- No se puede esperar un año y medio más para tener un programa de acción que explique a los catalanes, a los españoles y a la comunidad internacional la causa justa de la independencia de Cataluña, así como la estrategia, basada en la voluntad democrática y legalidad catalanas, para hacerla efectiva. El precedente de la sentencia del Tribunal Internacional de la Haya sobre el referéndum de Kossove es la vía a seguir. No podemos perder más tiempo en un Estado represor, incumplidor, antidemocrático y que pervierte el sentido de la justicia retorciendo las leyes con motivaciones ideológicas. Cataluña pierde oportunidades y se empobrece cada día y cada hora que pasa en el reino de España.
- La vida, la salud y el bienestar de los catalanes son los principales bienes a proteger. Por ello, es necesario disponer de todos los recursos que generamos y de toda la soberanía que nos corresponde como nación. Asimismo, hemos de preservar nuestro entorno, el medio y el patrimonio natural que queremos legar en mejores condiciones a las generaciones próximas.
- La lengua, la cultura, la riqueza y la diversidad social, el dinamismo económico y la vitalidad del pueblo de Cataluña no merecen la resignación ni la desidia. Hay que hacer con urgencia una nueva casa democrática y libre que las proteja.
Porque tenemos mucha prisa.
Gracias, president Barrera.
VILAWEB