Navarra está de luto. José María Jimeno Jurio es uno de esos hombres que encarnan el alma de un pueblo. Eso lo saben los navarros y también los que en la práctica con malicia niegan a la Navarra real para poder dominarla. Esta sociedad, aún con enorme dificultad, quiere descubrir la verdad sobre sí misma y lo está logrando gracias a la titánica labor de quien ha conseguido calar en sus entrañas y descubrir lo que le ha pasado, qué es y cómo es, hasta ir recuperando la memoria engañosamente perdida. Hoy gracias a él la Navarra real está en mejores condiciones para aventar la impostura virtual ya desenmascarada como la mala pesadilla que es.
Su apasionada inquietud intelectual y su increíble ansia de saber, convertido pronto en enciclopédico, ha puesto en las manos de los navarros, como nadie hasta ahora, la riqueza y variedad de su patrimonio. El fue respetuoso con todos a pesar de que algunos fueran intolerantes con él. Forma ya parte de la orla de los más preclaros hijos de esta nación, junto con José Moret Mendi, Arnald Oihenart, Arturo Campión y José Mª Lacarra, que son ya nuestro faro, por su aportación personal a la recuperación de la memoria histórica navarra del ocultamiento forzado a que es sometida.
Su «Onomasticón Vasconiae», con toda la exhaustiva y sobre todo metódica investigación sobre el conjunto de la toponimia de la Cuenca de Pamplona ya publicada en monografías por Euskaltzaindia, como Cendeas de Cizur, Galar, Olza, Iza, Ansoain; Valles de Egües y Elorz; Burlada; y en más de sesenta volúmenes bajo su atenta y precisa dirección, sería ya más que suficiente para figurar en el mencionado cuadro de honor. La primera conclusión científica es que el euskera es la lengua propia de Pamplona, de toda su Cuenca y del conjunto de Navarra. El nomenclator euskérico de los pueblos de Navarra es obra suya, al igual que «Navarra», «Historia del euskera» o «Historia de Pamplona y de sus lenguas».
En el año 1970, delante del Museo de Navarra, a la entrada de una de las reuniones de étnika entidad fundada por José Miguel de Barandiaran para la recogida sistemática de información etnográfica siguiendo la encuesta preparada por él, cuando hablando con José Mª Jimeno Jurio me dijo, «vamos a ver qué dicen estos euskalzales», dirigiéndose cariñosamente hacia José Miguel de Barandiaran y José Mª Satrústegui que se hallaban en la misma puerta del Museo. A la vista del Palacio Real que se erguía delante, José Miguel de Barandiaran comentó que en su pueblo, Ataun, también había un castillo navarro. Veinticuatro años más tarde acompañé a José Mª Jimeno Jurio a la Institución Príncipe de Viana a entregar un Informe sobre el enorme valor histórico, monumental y patrimonial del Palacio Real de Pamplona y exigir al entonces Director de la misma, Javier Zubiaur, que impidiera su demolición. La decepción de José Mª y la mía propia fue inenarrable, ante la actitud claudicante, si no activa, en el atentado que de inmediato se perpetró contra el citado monumento emblemático de Navarra.
Un año después, José Mª se manifestaba junto con el movimiento popular ante la amenaza de eliminación absoluta de todos los elementos de la urbanización histórica, adoquinado y pavimento tradicional del casco histórico de Pamplona. Expolio al patrimonio que como el anterior del Palacio Real y el posterior de la Plaza del Castillo dejaron nuevamente inerme y empobrecida a la sociedad navarra.
El año 1982 participó con su libro «Amaiur», editado por él mismo en la reinaguración, tras la reconstrucción del monumento que las Diputaciones habían levantado el año 1922 a los héroes que defendieron la independencia de Navarra en aquel lugar.
El patrimonio etnográfico le debe mucho a Jimeno Jurio, pues él, siguiendo las enseñanzas de Barandiaran, efectuó una investigación sistemática, comenzando por su Artajona, en infinidad de localidades. Folklore navarro de las distintas estaciones. El calendario festivo. Vocabulario Histórico. Al airico de la tierra. Tipos de la tierra. San Miguel in Excelsis. Brujería antigua, moderna y contemporánea. Danzas. Carnavales.
En el campo patrimonial de las fuentes documentales, su colección de documentos medievales de Artajona, otras poblaciones y cartularios reales, publicados en Príncipe de Viana, Fuentes Documentales del País Vasco de Eusko Ikaskuntza y otras muchas, fueron desentrañando los documentos depositados en los archivos para poner su contenido al alcance de todos como lo hicieron D. Arturo en sus euskarianas, José Mª Lacarra o José Goñi Gaztambide en la historia eclesiástica. Su erudición le llevó a que fuese requerida su colaboración en la redacción de voces en varias enciclopedias, diccionarios, calendarios, almanaques, atlas, guías e innumerables prólogos.
En 1973, siendo Director de la Biblioteca de San Pedro, que pertenecía a la Caja de Ahorros Municipal de Pamplona, cuyo director era Miguel Javier Urmeneta, publicó la «Historia de Pamplona», la primera que hacia realmente honor a dicho título. Su publicación no estuvo exenta de problemas, muy significativos del ambiente sociopolítico de aquella época, el Consejo de Administración de la Caja de Ahorros Municipal, de la que formaban parte un eclesiástico, Pedro Alfaro, se opuso por desagradarle lo que se decía sobre los orígenes del cristianismo en la ciudad y su preponderante teocracia durante mucho tiempo.
Estaba yo un día en la Biblioteca de San Pedro, cuando Jimeno Jurio tuvo una visita de Jaime Ignacio del Burgo, cuyo padre era Director de la colección sobre temas de Cultura popular de Diputación, en la que Jimeno Jurio era autor de cuarenta y cinco números distintos, pues ambos con sátrapa atrevimiento le manifestaban su malestar por el camino que estaba siguiendo de investigación y divulgación de la verdad, del oculto genocidio navarro, sobre la historia reciente y la cultura euskara.
El año 1977 quiso contrastar «académicamente» sus conocimientos, pero la Universidad no le aceptó por motivos ideológicos. Los manipuladores de la historia tenían un miedo insuperable al que ya se había convertido en el gigante de la cultura navarra.
José María Jimeno Jurio fue fundamental a partir de 1978 en la reanudación de las actividades de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza, tras el largo paréntesis del franquismo. Fue Vicepresidente por Navarra de dicha Sociedad durante varios años, en los que con su humanidad y laboriosidad hizo que la misma reanudara su actividad y presencia, a pesar de las dificultades sin número que especialmente desde los poderes políticos y fácticos establecidos en Pamplona se dirigían contra ella.
Otro mérito no menor de este gran navarro, humilde y sencillo como los verdaderos sabios, es que se vio obligado a trabajar también en algo que le pudiera permitir vivir aunque siempre modestamente, para poder compatibilizarlo con su absorbente labor investigadora y de comunicación sin reservas de todo lo que descubría. El mismo se tuvo que financiar y «autoliberar», pues no dispuso ni de fortuna económica personal ni, salvo migajas, de los estipendios y favores del Poder. Elena y Roldán se merecen la más firme y agradecida solidaridad por ser los más cercanos testigos y cómplices del Maestro de Navarra.
Navarra tiene una deuda con Jimeno Jurio y no dudamos en que tarde o temprano se cancelará. Pero hasta que llegue ese momento, toda nuestra sociedad, en menor grado algunos, le reconoce los méritos por sus invalorables aportaciones al conocimiento del pasado y aún del presente, con sincero agradecimiento.
5 octubre 2002