Con este título se publicó a finales de 2003 una antología de textos escritos en el entorno de Nabarralde durante los años 2002 y 2003. Ahora, a finales de 2006, se presenta una segunda entrega de Nabarralde.com.
Desde finales de 2003 Nabarralde ha experimentado un importante crecimiento, tanto cuantitativo (número de promotores por ejemplo), como cualitativo (página web, publicaciones, cursos y otras actividades, etc.) y se ha pensado en la conveniencia de presentar el segundo Nabarralde.com.
En esta ocasión su planteamiento es diferente. En su primera entrega era un medio para que los promotores sin acceso a la web, pudieran tener en papel impreso los textos más importantes servidos por los creadores de contenido y colaboradores en general de Nabarralde. Hoy pensamos que mediante la publicación mensual Nabarralde, con formato de periódico, se cubre la faceta de la divulgación impresa de los textos más relevantes publicados en nuestra web, por lo que en el nuevo libro se recogen formas de ver, de interpretar y de buscar proyección a Nabarralde, que no han sido publicadas previamente, es decir que son primicia.
Para confeccionar esta segunda entrega se ha solicitado su colaboración a los creadores de contenido de Nabarralde habituales. Por muy variados, y comprensibles, motivos no todos han podido participar en su elaboración. No obstante, el conjunto forma una visión bastante completa del variado mundo que integra nuestro proyecto, tanto desde el punto de vista las perspectivas desde las que se analiza, como de las personalidades de sus autores.
Nabarralde, como proyecto, se enmarca en la perspectiva de la recuperación de nuestra memoria histórica y patrimonio en general; de los retos que tiene planteados cualquier sociedad en el mundo actual; de las acuciantes necesidades que se perciben en todos los campos: sociales, lingüísticos, culturales y económicos. En resumen, se enmarca en la necesaria reflexión sobre la exigencia que la Vasconia histórica, la Euskal Herria lingüística y cultural, tiene de acceder a su emancipación política para poder afrontar los retos y necesidades actuales con personalidad propia en el mundo, y desde Europa concretamente, por medio de la recuperación de su Estado histórico: Navarra.
Desde su comienzo Nabarralde ha planteado que Euskal Herria y Navarra, Navarra y Euskal Herria, son dos denominaciones para la misma sociedad, el mismo pueblo. Los Vascones crearon una entidad política, el reino de Navarra, que permitió que Euskal Herria, el pueblo de los vascos, llegara a la modernidad con su lengua y cultura en un estado, si no de plenitud debido a las sucesivas conquistas y minoraciones, sí con suficiente vigor para que su futuro pudiera tener un horizonte distinto del de su asimilación y desaparición en las naciones que la dominan.
Los estados que nos conquistaron se han preocupado muy bien, y se siguen preocupando mejor, de ocultar y tergiversar nuestro patrimonio e historia para, de esa forma, mantenernos en una sumisión «no rebelde». Han impuesto las particiones territoriales que sufrimos, enseñando en cada una de ellas «partes» de un patrimonio y una historia que sólo cobran sentido en su conjunto. Los españoles aceptan, con muchas reticencias, que en su «Comunidad Autónoma del País Vasco» se hable euskera, pero no que en su día fueran parte del Estado navarro y que su derecho sea sucesor del mismo. Los españoles aceptan en su «Comunidad Foral» que Navarra fue un reino medieval independiente, pero, eso sí, «hispano» o, por lo menos, con «vocación española». Pero reniegan de su lengua, el euskera y cultura. Los franceses no aceptan políticamente casi nada, salvo que, hasta la Revolución de 1789, sus reyes lo eran «de Francia y de Navarra», con lo que reconocen la independencia previa y originaria de Navarra, pero hoy niegan lengua, cultura e historia; para ellos sólo existen «la nation française et le peuple français».
Desde Nabarralde pensamos que es hora de que nuestra sociedad tome conciencia de la necesidad de acceder a su emancipación, a una mayoría de edad real en el contexto mundial, a la necesidad de ser sujeto en las relaciones internacionales, en suma, de tener Estado propio. Sólo así podrá tratar de resolver con efectividad, y alta probabilidad de éxito, sus problemas, retos y necesidades y de participar solidariamente en los globales. En ambos casos, lo hará con nombre y apellidos propios y no con los de nuestros «tutores».
En el número dos de Nabarralde.com se presentan 20 colaboraciones de muy diverso contenido y enfoque. Desde cuestiones sumamente concretas como la curiosa e interesante evolución de nombres de calles y plazas de Josu Tellabide a la certera crítica de Peio Iraizoz al planteamiento de los responsables de «cultura» («incultura» dice Iraizoz) y patrimonio de la CFN sobre el solar del por ellos destruido frontón Euskal Jai en Iruñea. Aparece, como no podía ser menos, el papel de la «memoria histórica» más reciente en artículos como los de Iñaki Egaña y José Luis García de Falces y la más antigua en los de Jean Louis Davant, Joseba Asirón, Iñaki Sagredo y el del grupo «Euskal Herria / Nafarroa» ekimena. Sobre nuestra lengua y el sistema educativo y sus avatares están los de Joxe Manuel Odriozola y Mirari Bereziartua, por un lado, y el de Pedro Esarte, por otro.
Angel Rekalde y Luis Martínez Garate reflexionan sobre cómo se enfoca, desde Nabarralde, el papel de la historia en la formación de la conciencia de las sociedades y de sus posicionamientos ante los retos actuales respectivamente. Aparecen asimismo las muy interesantes consideraciones personales que sobre Nabarralde realizan Josu Sorauren y Patxi Zabaleta. Mikel Sorauren analiza, en un amplio trabajo, las perspectivas de futuro en los tres ámbitos en que los navarros nos encontramos implicados: el mundial, el europeo y el propiamente vasco-navarro.
Txente Redondo y Joxerra Bustillo examinan y valoran las distintas vías que han seguido, y siguen, las diversas naciones de nuestro entorno que aspiran a su independencia, a constituir su propio Estado. Bustillo incluso indica vías que podrían ser transitables para nosotros en ese camino. Gabirel Ezkurdia lanza, por su parte, un vibrante y optimista alegato en pro de nuestra independencia como una necesidad inevitable, como garantía de un modo de vida mejor para nuestro pueblo y para ejercer nuestra solidaridad en el mundo.
Considero que esta publicación es una antología resumida de las distintas sensibilidades que conviven en Nabarralde, no todas posiblemente pero sí lo suficientemente representativas, que asumen un planteamiento que se aleja del cortoplacismo y que piensan que, si por un lado necesitamos la independencia política, por otro creen que ésta debe lograrse a través de la referencia al Estado histórico de los vascos, a Navarra.