Muere el historiador Josep Fontana

Muere el historiador Josep Fontana a los 86 años

EL MON

Fue fundador y director del Instituto de Historia Jaume Vicens Vices

El historiador Josep Fontana (Barcelona, 1931) ha fallecido este martes a los 86 años. Licenciado en letras y doctor por la Universidad de Barcelona, fue ayudante de Jaume Vicens Vives y Jordi Nadal en la Facultad de Ciencias Económicas de Barcelona entre 1957 y 1966, año en que las autoridades franquistas le apartaron de la enseñanza. Dos años más tarde volvió como agregado interino en la Universidad Autónoma de Barcelona hasta 1974, cuando se convirtió en catedrático de historia económica en la de Valencia. En 1990 comenzó a ejercer en la Universidad Pompeu Fabra, de donde fue catedrático hasta su jubilación, en 2001. Fontana fue el principal fundador, en 1992, del Instituto Universitario de Historia Jaume Vicens Vives. Entre otros galardones, ha recibido la Medalla de Oro al mérito cultural del Ayuntamiento de Barcelona, ??la Cruz de Sant Jordi en 2006 y el Premio Nacional de Cultura en el año siguiente. Discípulo de Pierre Vilar, Ferran Soldevila y Jaume Vicens Vives, introdujo las escuelas renovadoras y el trabajo de autores capitales de la historiografía contemporánea, inspiradas en buena parte por el marxismo.

Fontana trabajó fundamentalmente sobre los modelos de transición del Antiguo Régimen hacia el capitalismo y de una manera monográfica sobre la formación del mercado peninsular, sobre las revoluciones de 1820 y 1868 en España y en Cataluña y, sobre todo, sobre las relaciones entre las finanzas públicas y el desarrollo económico.

Entre una llarga bibliografia destacan ‘La vieja bolsa de Barcelona, 1815-1914’ (1961), ‘La revolució de 1820 a Catalunya’ (1961), ‘Aribau i la indústria cotonera a Catalunya’ (1963), su tesis doctoral ‘La quiebra de la monarquía absoluta, 1814-1820’ (1972), ‘Cambio económico y actitudes políticas en la España del siglo XIX’ (1973), ‘Hacienda y Estado, 1823-1830’ (1974), ‘La revolución liberal (Política y hacienda 1833-1845)’ (1977), ‘La crisis del Antiguo Régimen (1808-1833)’ (1979), ‘Historia. Análisis del pasado y proyecto social’ (1982), ‘Guerra y hacienda: la hacienda del gobierno central en los años de la Guerra de Independencia 1808-1814’ con Ramon Garrabou (1986) y ‘La fi de l’Antic Règim i de la industrialització’ (1988).

En la década de 1990, su obra priorizó la reflexión historiográfica de perspectiva amplia, la metodología y los retos y condicionantes de las ciencias históricas, así como el análisis de las cuestiones políticas y sociales más relevantes del mundo contemporáneo: ‘La historia tras el fin de la historia. Reflexiones y elementos para una guía de las corrientes actuales’ (1992) y ‘Europa ante el espejo’ (1994). Posteriormente publicó ‘Por el bien del Imperio. Una historia del mundo’ (2011), vasta panorámica de la guerra fría y sus consecuencias en el mundo de hoy y ‘La formación de una identidad. Una historia de Cataluña’ (2014), que recibió el premio Crítica Serra d’Or de humanidades (2015).

En 2002 el Ayuntamiento de Barcelona le concedió la Medalla de Oro al mérito cultural, en 2003 recibió el premio Narcís Monturiol, en 2006 la Creu de Sant Jordi, en 2007 fue galardonado con el Premio Nacional de Cultura y en 2018 con la Medalla de Oro de la Ciudad de Barcelona. Ha sido nombrado doctor honoris causa por las universidades Nacional del Comahue (Argentina) en 2002 y Rovira i Virgili (2010).

 

 

Apología del historiador

Vicent Partal

VILAWEB

En ‘Apología de la historia’, Marc Bloch dice que escribir historia reclama ‘hacerlo honesta, verídicamente, y yendo, mientras se pueda, hacia los resortes más ocultos’. Y aún añade, por si no había sido suficientemente claro, que esto reclama ‘hacerlo difícilmente’. Resaltando siempre la complejidad de los hechos sociales que se estudian, rehuyendo la simplificación panfletaria del pasado.

Entendiendo este compromiso, en muchos lugares del mundo los historiadores han tenido un papel fundamental para ayudar a la gente a tomar conciencia de lo que son, de lo que han sido y, por tanto, de lo que podrían llegar a ser. Siempre me ha impresionado, por ejemplo, el trabajo de los historiadores húngaros, como Jenő Szücs, que en la dura Europa oriental de la posguerra fueron capaces de rehacer, casi solos, la conciencia de centralidad de aquellas tierras a base de explorar y explicar de una manera indiscutible un pasado que la política quería aniquilar. El redescubrimiento de la historia propia, la toma de conciencia del proceso histórico propio, puede galvanizar una sociedad, especialmente en los momentos más difíciles. Y esto explica la función clave que los historiadores pueden llegar a tener en la mayor parte de transiciones o en las grandes crisis políticas.

Concretamente, en nuestro país esto ha sido así hace muchos años y hemos tenido una suerte enorme. La fertilidad y la calidad de la historiografía en los Países Catalanes ha marcado, como pocas otras disciplinas, nuestro avance como sociedad. Por medio de nuestro pasado, nos hemos cuestionado nuestro presente, lo que somos, nuestros problemas políticos, sociales y económicos, nuestras evidentes e intolerables desigualdades sociales, las opresiones varias de las que somos objeto. Y eso, la conciencia de que nos hemos dotado entendiendo todo ello, nos ha abierto mucho los ojos para poder reflexionar mejor sobre el futuro que nos espera, pero también para convertir este conocimiento en acción.

Entre sus grandes colegas, Josep Fontana ha sobresalido con luz propia en esta tarea, que él siempre ha hecho ‘difícilmente’, como nos pedían los grandes maestros de la historia moderna, sin renegar nunca de la complejidad, rehuyendo la simplificación, la mitificación y la utilización del pasado, apartándose siempre del panfleto, de cualquier tentación manipuladora, de poner los hechos históricos al servicio de ningún apriorismo político.

Y es partiendo de esta honradez científica como Fontana nos explicó cosas sustanciales de estos últimos trescientos años sobre todo, elementos clave de nuestro ser colectivo que al final forman parte del cúmulo de circunstancias que nos ha llevado hasta aquí, hasta donde estamos hoy. Y es por esta calidad profesional por lo que escuchar a Josep Fontana ha sido en el curso de los años un ejercicio imprescindible para entender mejor este país de luchas largas y compartidas que no cree en las recetas mágicas ni se conforma con libertades parciales.

En una de las entrevistas que Andreu Barnils le hizo para VilaWeb, Fontana nos recordaba: ‘Esta es una lucha muy larga. No es de hace seis o siete años, sino de quinientos’. Y aseguraba a continuación: ‘Hemos ido aguantando, hemos perdido guerras, hemos ido saliendo adelante y tenemos que seguir adelante’. Lo haremos, seguro que lo haremos. Lo haremos, pero, agradecidos por su compromiso y conscientes de que si somos hoy, como sociedad, más ambiciosos y libres, en parte es gracias a todo lo que nos enseñó, a sus estudios, a su trabajo de tantos y tantos años.

 

Maestro de historiadores

Joan Safont

ElNacional.cat

Nacer en los primeros meses de la República parecía predisponer a Josep Fontana i Lázaro, muerto hoy en Barcelona a los 86 años, a la mirada histórica. Como aseguraba al libro El oficio de historiador, su último libro publicado por Arcadia, escogió ser historiador no por lo que le enseñaron a la Universidad, sino por lo que aprendió de maestro y amigos, «más al margen de la universidad que dentro de sede». El primer maestro fue Ferran Soldevila, de quien recibió magisterio en los clandestinos Estudis Universitaris Catalans -y que daba sus clases en el comedor de su casa, en la calle Teodora Lamadrid-, y a quien recuerda como un modelo de dignidad, que al volver del exilio sobrevivía sin acomodarse. El segundo, sí que fue un profesor universitario, Jaume Vicens Vives, «una isla de modernidad en mar de carcas retrógrados» de quien siempre se oyó discípulo y que lo dirigió a Pierre Vilar a fin de que le dirigiera la tesis doctoral. Entonces Fontana hacía de assitant lecturer a la Universidad de Liverpool. El francés le escribió una carta, en que aseguraba que «Si yo no creyera la ciencia histórica capaz de explicación y de evocación ante la desdicha humana y de la grandeza humana (teniendo, como perspectiva, la gran esperanza de aligerar una y de ayudar al otro), no pasaría mi vida en medio de cifras y papeleo». Esta sentencia define muy bien a un historiador que no se encerró en la academia, sino que destacó por su compromiso político y su permanente cuestionamiento del mundo. Militante del PSUC durante muchos años, el año 2011 fue a las listas de Barcelona en Comú, la candidatura de la alcaldesa Ada Colau.

Magisterio

«En las muchas conversaciones que tuve con Vilar, casi nunca hablábamos de cuestiones de historia, y rara vez de libros, sino casi siempre de lo que pasaba en el mundo en aquellos momentos, porque los dos éramos conscientes que si nuestro trabajo no servía para entender mejor el mundo en el cual viviem, no servía para nada». Este magisterio lo supo transmitir a varias generaciones de historiadores: dio clases de Historia Contemporánea e Historia Económica en cuyas universidades de Barcelona, Valencia, Autónoma de Barcelona y Pompeu Fabra, estaba catedrático emérito. Expulsado de la Universidad por su militancia política, durante aquellos años dirigió la sección de historia de la enciclopedia Larouse. Devuelto a la academia como catedrático, se especializó en historia económica e historia de España.

En este sentido, y como historiador siempre reivindicó la vigencia de la escuela de los Annales y fue fiel al modelo analítico marxista. Era muy crítico con el capitalismo y el neoliberalismo -a L’ofici d’historiador no ahorró críticas contra la postmodernidad y su escepticismo paralizador y a los teóricos postcolonialistas, a quien, como mediador de los colonizados, acusaba de superioridad imperialista- , así como con los resultados de la Transición española y destacó últimamente por su defensa de la tradición del catalanismo popular y colectivo, que recogió en el volumen La formació d’una identidad, publicado el año 2016 por Eumo. De entre su producción intelectual, hay que destacar los ensayos El siglo de la revolución, El futuro se un país estraño. Una reflexión sobre la crisis social de comienzos del siglo XXI o Miedo el bien del imperio. Una historia del mundo desde 1945 (2011). Colaborador de varias publicaciones, como Recerques o El Avance, fue miembro del consejo editorial de Sin Permiso. El año 2006 recibió la Cruz de Sant Jordi.

 

Josep Fontana: un historiador ambicioso y comprometido

BORJA DE RIQUER I PERMANYER

LA VANGUARDIA

 

Josep Fontana ha sido el historiador catalán más universal no solamente por el impacto internacional de sus obras –traducidas a numerosas lenguas–, sino también por el interés global de las más recientes aportaciones que sobrepasan el mundo reducido de los especialistas para alcanzar una influencia como pocos historiadores han tenido en Catalunya.

Fontana se formó en torno a Jaume Vicens Vives , a quien siempre consideró como uno de sus maestros, junto con Ferran Soldevila y Pierre Vilar. No hay ninguna duda de que Fontana ha tenido una influencia decisiva en los estudios universitarios catalanes y valencianos y ha dejado su gran huella en la constitución de diferentes equipos de historiadores que hoy se sienten con orgullo sus seguidores. Ha sido un profesor conocido por el rigor con que siempre preparaba sus lecciones, por el respeto hacia sus alumnos y por la capacidad de estimularlos. Era uno de aquellos profesores que nunca faltaba a unas clases que siempre estaban llenas de estudiantes. Porque, como él mismo sostenía, “antes que investigador, soy un profesor”.

Josep Fontana publicaba el año 1971 La quiebra de la monarquía absoluta, una tesis innovadora que explicaba por qué fue inviable el régimen absolutista en España después de la pérdida de buena parte del imperio colonial americano. En esta trascendental aportación, pronto le siguieron otras obras que venían a mostrar con un rigor excepcional y un estilo extremadamente atractivo las muchas contradicciones de la revolución liberal en España durante la primera mitad del siglo XIX.

Las obras de Fontana nos han servido para explicar los orígenes y los caminos que nos han llevado a muchos de los problemas actuales. Nos han mostrado cómo las situaciones sociales injustas no son el resultado de unas circunstancias inevitables, sino que siempre han sido el fruto de unas decisiones interesadas y de las prioridades impuestas por los grupos sociales dirigentes. Esta es también la gran significación de la mayoría de sus libros. Son unas aportaciones de gran influencia no solamente en el terreno científico y académico, también constituyen unas reflexiones esclarecedoras, que han ayudado a abrir los ojos a un par de generaciones. Si en un primer momento, a finales del franquismo, las primeras publicaciones de Fontana significaron un soplo de aire fresco, ahora podemos constatar que el conjunto de su obra ha tenido una grande influencia en el pensamiento social contemporáneo.

Durante cuarenta años Fontana nos ha ofrecido un conjunto de explicaciones convincentes sobre cómo Catalunya, a causa de tener un modelo de desarrollo económico y social más adelantado y moderno que en el resto del Estado, se vio frenada, ya desde mediados del siglo XIX, por los miedos de las clases dirigentes españolas. Porque, según Fontana estos sectores priorizaron la defensa de sus intereses particulares hipotecando la posibilidad de construir una sociedad más adelantada. De esta manera el siglo XIX español, como también el XX, estarían llenos “de aspiraciones no realizadas y de problemas mal resueltos”, de proyectos de cambio económico y político abandonados a medio hacer, o hechos fracasar por aquellos que veían en peligro sus intereses particulares.

Si analizamos qué ha aportado y qué significa Fontana dentro de la historiografía catalana y la española, tenemos que convenir que sus libros son de aquellos que perduran a pesar del tiempo pasado desde su publicación. Sus tesis, modificadas y matizadas constantemente por él mismo, son de aquellas que han arraigado, que han sido aceptadas incluso por historiadores que piensan de forma muy diferente.

Fontana ha abierto muchas vías en el estudio e interpretación de nuestro pasado. Y a su rigor científico, a sus aportaciones sólidas, y difícilmente cuestionables, hay que sumar, además, su compromiso con el país y con la sociedad, es decir, su responsabilidad social como historiador. Él mismo lo definió con palabras esclarecedoras: “Pertenezco a aquella especie, todavía no extinguida, de los que pensamos que el futuro será de la razón. Pero, dentro de esta especie, soy de la variante que ha aprendido que eso no se conseguirá sin más… sino como resultado del trabajo y de la lucha de todos juntos”.

En el año 2004 el historiador Jordi Nadal escribió: “Josep Fontana es, sin discusión, el historiador más destacado y más completo, y a mucha distancia del resto, de los que hoy trabajamos en la península Ibérica y América Latina”. Nadal otorgaba tres atributos relevantes a su obra: “es extremadamente ambiciosa, excepcionalmente exitosa y notablemente comprometida”. Catorce años más tarde podemos verificar que estos atributos otorgados a la tarea historiográfica de Fontana se han reforzado con numerosas aportaciones de una lucidez poco común y de un impacto internacional.

 

 

Josep Fontana, un intelectual comprometido

Jaume Grau

Público

Josep Fontana (Barcelona 1930) ha muerto después de una larga enfermedad que, a pesar de todo, no le ha impedido trabajar hasta el último momento. Fontana deja como historiador una obra enorme, centrada en la historia económica y política de la España del siglo XX, de un valor incuestionable, con una imponente maestría para dos generaciones de historiadores. Él mismo fue discípulo de los dos historiadores catalanes de referencia del siglo XX, de Jaume Vicens Vives y de Ferran Soldevila, dos visiones diferentes, pero no antagónicas, de la historia de Catalunya. En este sentido, Josep Fontana aporta un enfoque diferencial en cuanto a la comprensión de Catalunya como entidad nacional diferenciada a la de sus dos maestros, reivindicando el origen obrero y popular de una parte muy importante del movimiento catalanista. Una parte destacable de sus trabajos de investigación así lo demuestran. En este sentido hay que leer “La formació d’una identitat. Una història de Catalunya”, del año 2014, editorial Eumo.

Josep Fontana fue muy crítico con los efectos nocivos de la llamada Transición política del 77: “La forma en que se produjo en España el pacto de la transición contribuyó a que se hiciera silencio sobre la historia del franquismo” , afirmaba en el prólogo del libro de Pedro L. Angosto, Diccionario del franquismo. Protagonistas y cómplices, 1936-1978. Una parte de esta visión crítica de la transición es recogida por el movimiento del 15 M. En este sentido es muy significativo que en el primer número de Información real, ya, el primer entrevistado sea el profesor Josep Fontana.

En su último libro, El siglo de la Revolución. Una historia del mundo desde 1914, editorial Crítica, 2017, destaca el papel que el miedo a la revolución rusa supuso en la aplicación de reformas en los países occidentales. No el miedo a la potencia de la Unión Soviética, si no al posible surgimiento de movimientos revolucionarios en el seno de los países occidentales. Las reformas de la socialdemocracia son, según Fontana, fruto de este miedo. Desaparecida la Unión Soviética, nadie ya apuesta por las reformas sociales para combatir las desigualdades, y este miedo a la revolución parece haber desaparecido. Fontana cree que las vías de cambio tienen que aparecer a partir de los movimientos sociales de base, un poco en la línea de los movimientos de campesinos en la América latina, de grupos como Vía Campesina.

Josep Fontana afrontaba su papel “social” de historiador, el de explicar cómo han pasado las cosas, para que la gente tenga conocimiento, y no vuelvan a pasar. En este sentido, Josep Fontana, en la línea de Gramsci, oponía al pesimismo de la inteligencia, el optimismo de la voluntad.

Josep Fontana no quería ser catalogado como intelectual, a pesar de que evidentemente lo era. Él prefería reivindicarse como ciudadano entre otros ciudadanos. Un ciudadano de una dimensión enorme, que hoy nos ha dejado huérfanos de una voz clara, sabia, lúcida y comprometida.

 

 

Josep Fontana: ‘Los que hablan de federalismo, ¿qué credibilidad tienen?’

Andreu Barnils

Entrevista con el historiador que cree que el independentismo no se logrará después del 27-S

Josep Fontana (1931) es uno de los historiadores catalanes más prolíficos y leídos. Más de quince libros escritos, doctor en letras por la Universidad de Barcelona y discípulo de tres grandes historiadores: Pierre Vilar, Ferran Soldevila y Jaume Vicens Vives, de quien fue ayudante. Su ´’Historia de Cataluña, La formación de una identidad’ (Eumo Editorial) ha sido uno de los libros del año. Políticamente muy implicado, y referente de mucha gente de izquierdas, Fontana fue en las listas de Ada Colau en las últimas elecciones municipales. En esta entrevista el historiador informa de que el 27-S no tiene intención de presentarse por ninguna lista y que no piensa hacer campaña por ninguno de los partidos. Fontana es de los que cree que ningún partido español se avendrá nunca a negociar una independencia, pero tampoco ve nada claro la hoja de ruta unilateral planteado hasta ahora. Y se le nota que está más bien molesto por todo ello.

– ¿Cómo ve la lista de Juntos por el Sí?

– La lista del Sí el problema que tiene es que no se sabe de qué va la historia. Hay dos realidades. Una es la  continuidad  del postpujolismo, con el señor Mas al frente de nuevo. Ha sido una jugada muy hábil, porque si  hubiera ido con Convergencia es  evidente que se hundía. Por tanto, aquí, si todas las historias de la desconexión con el Estado fallan, pues seguirá habiendo un gobierno del señor Artur Mas. Y la segunda es qué pasa con todo ese entusiasmo que ha sabido crear. Y que tiene para mí unos elementos que lo hacen prácticamente incomprensible. ¿Realmente hay alguien que cree que por este camino se puede conseguir una separación? ¿En ocho meses? ¿No conocen qué hay al otro lado? ¿No saben con quien se deben jugar los cuartos? El trabajo de ir consiguiendo cosas y  niveles autogobierno  ya es bastante difícil. De la concesión de un estatuto que debía ser el inicio de una nueva etapa, en realidad se ha dado marcha atrás  con el proceso de recentralización. Siendo así, ¿alguien cree que debemos hacerlo así? Y escuchas cosas que te producen estupefacción: si hacemos una votación que tenga unos grandes resultados, entonces Europa… ¿Europa está dispuesta a que le creen un problema? ¡Pero si la UEFA amenaza el campo del Barça por las banderas!

– De la lista, ¿cómo interpreta el movimiento de Raül Romeva?. ¿Le parece bien, mal?

– No lo sé. No lo veo de ninguna manera. De todas formas, creo que él mismo no lo sabe. Acaba de decir que Mas no debe ser… ¿Para que creía que le llamaban?

– Hablemos de la segunda lista: ‘Cataluña Sí se puede’.

– No se sabe qué será eso. En principio no se ve que haya gran cosa detrás, por ahora. Una cosa era una movilización de carácter urbano, como las municipales. Sí creo que las municipales era el terreno más fácil para poder asaltar el sistema, porque es un lugar en el que los que crean opinión tienen menos importancia, y el contacto directo con los vecinos es más fácil. A escala del país es mucho más difícil que se dé. Y parece que aquí sólo se está pensando en el voto de la ciudad de Barcelona.

– Usted fue en listas con Ada Colau.

– Uno de los últimos, sí. Y no me pasó nada. Creía que peor que Trias y compañía no lo podrían hacer.

– Y ahora, ¿irá en la lista de ‘Cataluña Sí que se Puede’?

– No me lo han pedido. Y no. No  iría en ninguna otra lista. Y no por desaprobación. Pero ahora hay una maraña considerable. Quedan semanas, sólo, pero pueden pasar cosas, que  vete a saber cómo cambia todo el escenario.

– ¿Cómo Cree que les irá?

– No lo sé. A mí la transposición del panorama municipal al general me parece algo muy difícil de conseguir. Depende de qué cuerdas sean capaces de tocar. Pero no sé qué harán. Ni el apoyo que tendrán.

– ¿Y a ICV cómo los ve? Han hecho como CiU, desaparecer tras otras siglas.

– Este era un protagonista importante cuando llegó la transición. Aquí lo importante era el PSUC, que era otra cosa. Este desapareció, lo sacrificaron. Se ha intentado sacar la cabeza como han podido. La opción que han hecho de sumarse a fuerzas sociales emergentes no creo que sea una mala opción. Respecto de lo que habrían conseguido yendo solos, no es mala opción. No tenían nada que hacer en la lista del ‘sí’. Era su suicidio final. La lista del ‘sí’, ¿que significa la política de Boi Ruiz? No la jodamos, coño.

– Rabell, ¿buen candidato?

– La idea de entrar en contacto con las asociaciones de vecinos no es una mala idea. No parece que la lista esté terminada.

– Proceso Constituyente. ¿Algún comentario?

– No. Creo que es una situación de una confusión extrema. Hay desestructuración de los partidos que controlaban la situación.

– ¿Pablo Iglesias le genera confianza?

– A mí no me genera confianza nadie. Esta es la primera. Y de Iglesias se olvida que su origen no es tanto el 15M, como los pactos en la política gallega. Donde tuvo relación con estos núcleos de movimientos sociales. Cuando los políticos de izquierdas se han desacreditado de una manera miserable, Iglesias  ha visto lo que venía encima y quiere aprovechar este filón.

– Queda la CUP

– La CUP tiene  una ventaja de cara a todo el mundo: son gente que se sabe que son honestos y coherentes. Esto también tiene problemas, como es lógico. Hoy he visto a David Fernández en la televisión y decía claramente que lo que les ha separado de la lista del ‘sí’ es que ellos tienen clara la independencia y la lucha de clases. Y que no quieren creer que primero una cosa, y luego la otra. No quieren creer primero la independencia, y luego ya hablaremos. Hay cosas de la CUP que aprecio bastante: son jóvenes y tienen credibilidad. Por otra parte tienen un programa del todo o nada que les hará ir ganando votos. Y seguirán siendo un elemento perturbador si conservan esta conciencia, donde el elemento social también está.

– ¿Cómo lo haría usted personalmente?

– No me toca hacerlo. No tengo recetas. No sé qué pasará el 27-S. Incluida la abstención. Si mareamos demasiafo según qué personal… Yo pienso en esta cosa elemental que es la gente. Que cuando se ponen de acuerdo, salen a la calle. Yo no sé qué harán con este embrollo que se les presenta ahora. Mucho me temo que los resultados sea tan descabellados, que no se sepa muy bien qué se podrá hacer.

– ¿Que no se pueda formar gobierno?

– Gobierno sí podrán formar. Veremos como se entienden dentro. Pero la capacidad que tendrán que presentarse y decir que tienen el pueblo detrás con el 99% de la población… se  hará bastante difícil.

– Mientras haya más del 50% del voto.

– Si hubiera algo que tuviera la unanimidad que tenía el SNP quizá sí. Pero no veo que el señor Mas sea eso. Si hubiera habido realmente algo que hubiera permitido pensar en un proceso…

– No ve soluciones.

– En primer lugar, esperar a que los demás te dejarán marchar es inconcebible. Están dispuestos a volverse a armar para liquidarlo cuando sea necesario. ¿Cómo quieres que dejen escapar la mejor vaca del rebaño? ¿Así como así? No se lo perdonaría nadie. Y si se acaba esta vaca, después viene el País Vasco. Precisamente como saben que esto no pasará de retórica, pues en realidad lo toman con esta tranquilidad.

– ¿Qué cree que pasará el 27-S?

– Lo más probable es que gane la lista del sí. ¿Y después qué? No hay respuesta. Luego no está nada claro. Sólo hay dos caminos: la fuerza y la negociación. Fuerza, no tenemos. Y negociación yo pienso, por experiencia histórica y conocimiento del Estado español, que ningún partido llegará a Madrid y formará un gobierno que negocie una secesión. ¿Por qué debería hacerlo?

– Pues hay gente que cree que Pablo Iglesisas lo permitirá.

– Pablo  Iglesias dice que él respeta el derecho a decidir, y luego hablemos. Y hablemos… Y los que hablan de federalismo, ¿qué credibilidad tienen? No la jodamos, coño. Ya nos engañaron suficiente con un estatuto tarado. El único principio político que yo tengo es que resignarse no es aceptable. Hay una situación que no es tolerable. Y por lo tanto, se debe llevar adelante y hacer lo que se tenga que hacer. Hay que luchar, hay que desobedecer. Pero plantearse objetivos racionales: no ir a que te aticen una hostia. Aquí me gustaría saber si los que han montado la idea de 8 meses e independencia se la creen, o no se la creen. No lo sé. Pero yo no me la puedo creer. Hace quinientos años que estamos con estas coñas. Y parece que cuando ganamos un poco, nos meten un mazazo. Hay cosas que son claras: la revuelta de  Sanjurjo de 1932 se hace, y esto lo ha explicado gente que estaban dentro, fundamentalmente contra el Estatuto de Cataluña. La guerra civil en una gran medida se hace, entre otras cosas, contra la continuidad de nada que se parezca al autogobierno en Cataluña. Y así estamos. Y pensar que si nosotros somos buenos y salimos a la calle nos dirán: vale, dáselo, que son buenos chicos, no es creíble.

– Escuchándolo pienso: no hay solución. No podremos marchar nunca de España.

– Por ahora, no. Para el próximo año, no. Esto está claro. Tiene que haber una correlación de fuerzas que nos ayude. Por ahora no tenemos los aviones estadounidenses que vengan a bombardear las tropas españolas si nos invaden. No los tenemos. Por ejemplo. En el corto plazo, no nos podremos salir nunca. Lo que parece ilícito es que alguien te diga que ya nos lo podemos jugar todo porque en ocho meses está ganado. Y no tiene que preocuparse, porque con ello todo se resolverá: la enseñanza, la sanidad. Vale vale. ¿Qué significa una independencia? ¿Está previsto cómo se pondrán las aduanas en las fronteras? Esto se debe empezar a negociar. ¿Hay algún pacto de negociación hecho para hablar de un régimen transitorio de circulación de mercancías? Aquí mientras no les hayamos convencido para que nos apoyen ala Caixa, Banco de Sabadell, la SEAT, está un poco difícil.

– Si ganamos ya nos vendrán a favor. No sufra.

– Ah, pues muy bien.

– ¡Haha!

– Mira. No sé qué pasará. Pero  veo que habrá mucha fragmentación. La CUP tendrá unas ganancias que se ha ganado por ser consecuente. Por ejemplo, no comprar la carta a cualquier precio. Y han dicho no a la lista. Esto les dará ganancias. También creo que efectivamente la lista  de ‘Juntos porb el Sí’ puede ganar. Y una vez  haya ganado no tiene gran cosa más que hacer que organizar desfiles.

– Perdone que insista: ¿cuando usted tenga el voto decidido no me lo dirá, ahora en agosto?

– No. Pero yo no haré ninguna campaña por nadie.

– En Barcelona lo hizo.

– Pero era algo totalmente diferente. Uno de los argumentos que utilizaba en el caso de Barcelona era que el equipo iba pura y simplemente a ganar el ayuntamiento. No como los otros partidos organizados que iban pensando en  ganar el ayuntamiento como un elemento para financiar sus organizaciones. Como hacía Trias con Convergencia. Y por lo tanto era algo diferente. Pensé que eran los más preparados para ocuparse de los problemas de los ciudadanos. Y hacen bien, si no se mezclan con ninguna otra cosa. Y a mí, que quiten el busto del Juan Carlos me parece perfectamente bien. Me resulta profundamente simpático.

– De hecho, Juan Carlos tampoco era el jefe de Estado.

– De hecho, ¿qué pinta, este jefe de Estado?

VILAWEB

https://nabarralde.eus/josep-fontana-los-que-hablan-de-federalismo-que-credibilidad-tienen/