Sesenta y cinco ciudades destacan en el mundo, Madrid y Barcelona están en la lista
La digitalización ha transformado profundamente el funcionamiento de nuestras sociedades, pero no se ha concretado el final de la geografía sino más bien todo lo contrario
Madrid es Alfa y Barcelona, Beta. Así lo certifica la última actualización del ranking GaWc (Globalization & World Cities) que vienen realizando desde el año 2000 las universidades de Loughborough (Reino Unido) y Lovaina (Bélgica). ¡Uf! Uno más de los muchos rankings de ciudades que se publican anualmente. Uno más, sí, pero este es particularmente interesante.
Las mejores ciudades para viajar, las mejores ciudades para vivir, las ciudades preferidas por los ejecutivos, las ciudades más habitables, las cien mejores ciudades del mundo… Las oficinas de promoción turística deben luchar a brazo partido para aparecer en esas listas, escalarlas y no perder posición cuando se llega a lo alto. Hay mucho dinero en juego. Las temporadas turísticas pueden verse muy beneficiadas o perjudicadas por esos rankings, inmediatamente citados por la prensa local y las revistas especializadas. El futuro de una alcaldía o de un gobierno regional pueden depender de esos agónicos peldaños, en un mundo en el que dos palabras brillan hoy como luces de neón en la oscuridad: competición y desregulación.
València, por ejemplo, consiguió encabezar el año pasado el ranking de las mejores ciudades para vivir que elabora Inter Nations, la mayor red de personas que viven y trabajan en el extranjero. La lista fue publicada por la revista Forbes y alcanzó una notable proyección. Bravo por València. Madrid y Barcelona exhiben empate en otras significadas listas de perfil turístico. Madrid y Barcelona, por ejemplo, aparecen en el 7º y 8º lugar de las cien mejores ciudades del mundo clasificadas por la consultora Resonance en colaboración con la empresa Ipsos, especializada en estudios de mercado. Madrid ha mejorado posiciones en ese tipo de rankings turísticos y Barcelona mantiene el tipo, más bien a la baja, una vez agotada la enorme fuerza propulsora de los Juegos Olímpicos de 1992. La clasificación que hoy nos interesa poco tiene que ver con el turismo y viene de dos universidades del frío Atlántico Norte. Loughborough se halla en el corazón de Inglaterra, entre Nottingham y Leicester. En Lovaina, ciudad flamenca, no muy lejana del puerto de Amberes, se halla la universidad más antigua de la actual Bélgica.
El ranking GaWc nos habla de la acumulación de agencias y despachos pro-globalización en las grandes ciudades. Despachos influyentes conectados a las redes mundiales, terminales de grandes centros de decisión, agencias publicitarias con acceso al mercado global, grandes entidades financieras, potentes intereses inmobiliarios, marcas que atraen a otras marcas. El GaWc parte un estudio de 785 ciudades de los cinco continentes, de las cuales 335 se considera que juegan un papel en la globalización, aunque con pesos muy diferentes. El ranking se configura a partir de la presencia o no en cada ciudad de las 177 principales empresas de servicios avanzados a escala global: consultoría, finanzas y contabilidad, seguros, auditoría, asesoramiento legal o publicidad. El GaWc atribuye a las grandes empresas de servicios globales un papel central en la configuración de la red urbana mundial y por tanto su mayor o menor presencia es un indicador clave para valorar el grado de internacionalización de cada ciudad.
Ciudades del grupo Alfa
Con esos datos se identifican 49 ciudades alfa. Londres y Nueva York encabezan la lista y por ello se les asigna la categoría de Alfa ++. A continuación se sitúan Hong Kong, Singapur, París o Tokio en la categoría Alfa +, y en un tercer nivel Alfa aparece Madrid junto con otra decena de ciudades, entre ellas Milán, Frankfurt y Ámsterdam.
Barcelona fue ciudad Alfa entre 2010 y 2018 y dejó de figurar en esa categoría al concluir el procés independentista con una crisis política fenomenal. En otoño del 2019, una gran manifestación de protesta por las sentencias del Tribunal Supremo ocupó las terminales del aeropuerto internacional de El Prat y hubo contenedores ardiendo en las noches del Eixample. ¿Influyeron esos acontecimientos en la marcha de algunos despachos, o ese descenso de categoría es fruto de otros factores sumados y acumulados a lo largo de una década? Con todo, Barcelona no se ha arruinado y hoy figura en el grupo de las ciudades Beta junto con Roma, Moscú, Hamburgo, Atenas, Dallas, Montreal y Praga, entre otras. Madrid, ciudad Alfa, Barcelona, ciudad Beta.
Barcelona también se aleja de Milán. Este es un detalle que tiene su significación puesto que durante muchos años se asociaba Barcelona con Milán, y a Madrid con Roma. Ambos sistemas binarios nos decían que las segundas ciudades de España e Italia eran económicamente más dinámicas que las respectivas capitales políticas. Ecos de los años sesenta y setenta. Esa jerarquía sigue siendo cierta en el caso de Italia, pero ya no es así en España. Madrid y Milán comparten ahora etiqueta Alfa. Roma y Barcelona van juntas en la categoría Beta plus.
Ciudades del grupo Beta
Hay más ciudades españolas en ese ranking. València y Bilbao aparecen en el nivel Gamma -, el noveno nivel de la clasificación, mientras que Sevilla y Málaga aparecen en la última categoría, la de las ciudad ‘suficientes’. De acuerdo con este informe, España tiene seis ciudades globales entre los 335 nodos urbanos identificados.
Cuando en junio del 2002 en La Vanguardia pusimos en marcha el suplemento Cultura/s quisimos relativizar la importancia de la lista de los libros más vendidos acompañando esa clasificación con otros rankings de la más variada naturaleza. Era un contraste irónico. “Las listas ordenan el mundo y hacen que la infinitud sea comprensible”, escribió Umberto Eco, autor de un libro sobre este tema. Listas y mapas. Los mapas nos atraen y las listas nos atrapan. Las listas GaWc nos dicen que la transformación de Madrid en la capital económica de España es uno de los mayores cambios morfológicos que ha registrado este país en los últimos cincuenta años, gracias a la simbiosis entre capitalidad política y globalización económica, ministerios y grandes sedes, fortalecimiento de la economía de servicios, enormes reservas de suelo, la apuesta política por una obsesiva red radial de transportes, una España interior absorbible y un gran aeropuerto internacional muy bien conectado con América. Hoy Madrid atrae el 65% de la inversión extranjera que llega a España. El 11% va a parar a Catalunya. Hoy España es el país de la Unión Europea con mayor inversión extranjera. La lista GaWc también nos recuerda que tenemos pendiente un Penínsulas dedicado a Madrid DF.
Volvamos rápidamente a los momentos previos a la generalización de internet. En 1995, tres años antes de la aparición de Google, Nicholas Negroponte publicó Being Digital (Ser digital), libro en el que anticipaba muchos de los cambios que la Red ha introducido en la economía y la sociedad. Negroponte había fundado diez años antes el Media Lab del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), un centro de gran prestigio en el que todavía hoy se reúnen científicos, ingenieros, artistas, diseñadores y pensadores para trabajar en proyectos innovadores y prever las futuras tendencias.
Los Negroponte no son una familia cualquiera. Nicholas es hermano de John, miembro de la CIA, embajador en la ONU después del 11 de Septiembre, y después también embajador en Irak. En 2005, George W. Bush lo nombró jefe del nuevo Consejo de Inteligencia Nacional de Estados Unidos (DNI), organismo al que encargó identificar los fallos de inteligencia previos al 11-S. Laura, su otra hermana, también fue miembro del Consejo de Inteligencia Nacional. Nicholas Negroponte predijo también la desaparición de las limitaciones que la geografía impone a la transmisión de la información y al comercio: “El mundo digital es inherentemente sin fronteras, la geografía se vuelve irrelevante para el intercambio de información”. Si tengo buena conexión a la red, ¿qué importa dónde estoy?
Hoy Madrid atrae el 65% de la inversión extranjera que llega a España, el 11% va a parar a Catalunya
Dos años después, la entonces prestigiosa economista británica Frances Cairncross publicó el libro The death of distance (La muerte de la distancia), en el que defendía que las nuevas tecnologías de la comunicación permitirían a las empresas operar globalmente sin importar su ubicación. Las compañías ya no necesitarían estar en grandes ciudades para acceder a mercados o talento y ello permitiría la expansión de negocios a regiones periféricas. Cairncross fue muchos años después editora de The Economist y rectora de uno de los principales colleges de la Universidad de Oxford.
De acuerdo con estas teorías, la relevancia económica de un lugar, de un territorio, dependería más de su conexión digital que de su localización física. Esto transformaría por completo el potencial de las ciudades y territorios para la localización de las inversiones y actividad económica. Un mundo plano con el mismo potencial para todos los lugares. Las ciudades perderían por tanto su papel central en la distribución de la actividad en un mundo globalizado.
También se anticipaba que la conectividad digital reduciría drásticamente la movilidad laboral, es decir, la necesidad de desplazarse desde el hogar al trabajo. Si puedo trasladar la oficina a casa o a lugares próximos a donde vivo, y las reuniones se pueden hacer por medios telemáticos, los viajes se reducirán. Si las compras las puedo realizar digitalmente, los viajes relacionados con ellas se reducirán al mínimo. Por tanto, disminuirán los viajes diarios, los movimientos pendulares desde el extrarradio a los centros urbanos por motivos laborales comerciales o de otro tipo.
Tres décadas después de los escritos de Negroponte y Cairncross podemos confirmar que la digitalización ha transformado profundamente el funcionamiento de nuestras sociedades, cumpliéndose algunos de sus vaticinios. Sin embargo, no se ha concretado el final de la geografía sino más bien todo lo contrario. Los lugares importan, las ciudades concentran cada vez más actividad económica y expanden sus áreas metropolitanas y de influencia decenas y decenas de kilómetros, mientras que las áreas rurales que se sitúan entre las diferentes zonas urbanas pierden actividad y expectativas de futuro.
La realidad está demostrando que el efecto aglomeración es superior al enorme potencial que ofrece la digitalización para descongestionar territorialmente la actividad económica y distribuirla más homogéneamente. El efecto aglomeración designa los beneficios económicos y sociales favorecidos por la concentración de personas, empresas, industrias y servicios, en un mismo lugar geográfico. En las tres últimas décadas se ha demostrado que estas concentraciones urbanas de actividad, personas y capacidad profesional facilitan la interacción, la innovación y siguen siendo claves para el avance de las economías, también de las más digitalizadas. Las grandes agregaciones absorben las energías de los territorios que las circundan, generando desequilibrios y tensiones sociales que no estaban en el guion feliz de la globalización.
Nos lo dicen una lista y un mapa.
(Este nuevo capítulo de ‘Penínsulas’ ha contado con la colaboración de Santiago Fernández Muñoz, profesor de Geografía Humana en la Universidad Carlos III de Madrid, socio de SILO y antiguo jefe de proyectos de la división de Evaluación de Políticas Públicas de la AIReF.)
LA VANGUARDIA
https://www.lavanguardia.com/politica/20250204/10345750/madrid-alfa-barcelona-beta.html