Los Estados tienen futuro

A raíz del discurso de Angela Merkel sobre el futuro de Europa ha vuelto a correr una consigna que entre los catalanes suele tener buena acogida, más por voluntarismo que porque sea verdad. Merkel dijo «el Estado-nación no tiene futuro» y muchos catalanes ya se felicitaban, volvía la utopía regionalista.

En los años noventa el president Pujol y el alcalde y president Maragall, atizaron la esperanza de que la Europa de las regiones era posible, que no era necesario un Estado para ir por el mundo. Como hemos visto en los últimos quince años, era falso. Otro artefacto para justificar que no era necesario que Cataluña se convirtiera en un Estado independiente, una forma de justificar los ataques legales del gobierno español hacia la arquitectura jurídica de la autonomía catalana. ‘Smoke and mirrors’. Como hemos visto con los cambios de tratados europeos, firmados por los estados y que requieren su unanimidad, así como durante las dos grandes crisis que hemos vivido, a la hora de la verdad sólo cuentan los Estados, tanto para decidir como para ejecutar las soluciones. El comité de las regiones de la UE, no pinta nada hoy en el proceso legislativo ni de toma de decisiones europeos. Cualquier periódico con tirada es más leído que sus resoluciones y no se vislumbra ninguna -y cuando digo ninguna, quiero decir absolutamente ninguna- voluntad de empoderarlo.

En contra de los falsos gurús del cosmopolitismo, el Estado no había marchado a ningún sitio, sino que sigue controlando desde atrás todas las instituciones internacionales. El discurso tramposo sobre el que ciertos unionistas ilustrados defienden la no necesidad de la independencia se cae como un castillo de naipes cuando llegan las crisis. ¿En qué foro de decisión internacional ha podido estar la Cataluña autonómica en todos estos años? En ninguno. Los discursos falsamente cosmopolitas sólo anestesian la sociedad y refuerzan el proyecto centralista de Madrid.

Así pues el Estado no se había marchado a ninguna parte y lo hemos visto durante la crisis actual. El éxito de Portugal o Grecia al controlar el virus no ha sido ni mucho menos por la fuerza de su economía, ni el buen estado de su estado del bienestar. Ha sido porque podían controlar las propias fronteras y actuaron a tiempo. No tiene truco.

También en Hong Kong vemos como las ensoñaciones pierden sentido. Todos aquellos que decían que no es necesario tener un Estado para tener peso en el mundo pueden comprobar estos días qué pasa cuando tu régimen político depende de una nación más grande y de voluntad imperial: que te pueden quitar las libertades en cualquier momento. El contraste con Taiwán, de ‘facto’ un Estado y protegido por el mar, es clarísimo.

Con frecuencia se reclama «realismo» al independentismo, estoy de acuerdo. Seamos realistas. Observemos cómo funciona el mundo y entendamos que sólo los Estados se sientan a la mesa y tienen poder para encontrar soluciones. Para entender por qué Cataluña necesita un Estado y por qué algún día habrá que afrontar un nuevo embate por la independencia, hay que entender el mundo tal y como es, no como nos sería cómodo.

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