Se cumplen once años de la firma del acuerdo de Lizarra Garazi. El mismo, constituyó el mayor logro para el campo nacionalista vasco en su conjunto, al acordarse en esa oportunidad, los consensos mínimos, con el propósito de consolidar los objetivos soberanos y el derecho a decidir del Pueblo Vasco.
La propuesta, se basaba en el método llevado adelante para resolver el conflicto político Irlandés, a partir de la puesta en marcha de una propuesta que se desarrollaría por las vías pacíficas, con la implementación de una mesa de diálogo, a la cual, se sumaba la tregua indefinida de ETA. Quienes allí confluyeron, tenían muy en claro que el conflicto vasco era de naturaleza política y su resolución sólo sería posible por medio de la negociación y el diálogo, como así también, que los implicados en el contencioso político vasco eran: la Nación vasca y los estados francés y español.
Lizarra Garazi, constituye un antes y un después en la forma de afrontar el conflicto vasco. En este sentido, su legado servirá para implementar nuevas formulas con el propósito de lograr el reconocimiento de Euskal Herria como sujeto político, más allá, de las realidades políticas, sociales y administrativas de Hegoalde e Iparralde.
Hoy la situación es de desaliento, ya que tanto al nuevo gobierno de la Comunidad Autónoma Vasca (PSE-PP) y al de Navarra (UPN-PSN), sólo les interesa obedecer a pie juntillas, las recetas represivas diseñadas en Madrid, y poner en marcha una política que tiene como objeto limitar las señas particulares de la Nación vasca. En este sentido, estas agresiones exceden la geografía de Euskalherria, ya que los Diputados vascos que forman parte de las Cortes españolas, ya no podrán utilizar el euskera en sus intervenciones en los plenos.
Todos los partidos nacionalistas, los agentes sociales, los sindicatos, y los representantes de la cultura, tienen la obligación reflexionar sobre cual será el mejor camino para destrabar el bloqueo político, como así también, sobre la necesidad buscar puntos en común, para evitar la inútil atomización del campo abertzale, lo cual, sólo ha beneficiado históricamente al nacionalismo constitucional español.
Es tiempo de dar comienzo a un proceso de participación política sin exclusiones, para poder oponer a la ofensiva del nacionalismo constitucional español, un bloque nacionalista con objetivos comunes, con el fin de garantizar que los vascos, puedan vivir en un país, donde se respeten los derechos humanos, civiles, políticos y sociales.
La consigna de la hora debe ser clara, para que entre todos, y priorizando el país por sobre los intereses personales y partidarios, se comience a trabajar para refundar un espacio político abertzale, y para llevar adelante esta nueva construcción, Lizarra Garazi constituye un singular antecedente.
* Prof. César Arrondo. Universidad Nacional de La Plata/Argentina