LA expansiva que los seres humanos mantenemos en el mundo se ha acelerado en los últimos tiempos. Durante los dos últimos siglos se ha ido acelerando tanto el crecimiento de la producción económica mundial como el tamaño de la población, a ritmos cada vez mayores.
Desde 1825 la población mundial se ha multiplicado por 4,5. Este aumento de la población mundial ha hecho crecer las necesidades de alimentos y de bienes, pero la producción ha crecido mucho más. Desde 1825 el producto mundial se ha multiplicado por 9. En el último medio siglo está expansión ha sido más rápida: desde 1950 la población mundial se ha doblado y el producto se ha multiplicado por 3. Y el uso de energía ha crecido todavía más que la población y el producto: hoy usamos por persona más del doble de energía que hace 50 años.
Ese crecimiento, que nos ha permitido disponer de más bienes y servicios, tiene también su lado oscuro, que se está poniendo cada vez más de manifiesto. Nos expandimos, progresamos a costa del medio físico y biológico que nos rodea, el medio ambiente, y éste tiene unos límites que si no tomamos en cuenta implicarán la destrucción de las bases materiales de nuestro funcionamiento. Por este camino terminaremos hipotecando la supervivencia de nuestra civilización e, incluso, la vida de nuestra especie.
Señalamos aquí seis funciones, las principales, del medio ambiente:
1. Suministrador de los recursos naturales necesarios (materias primas como la madera, metales…) para la obtención de los bienes que consumimos los humanos y todas las especies vivas.
2. Suministrador de las fuentes de energía que posibilitan la reproducción de la vida. Todas las especies vivas obtienen de la alimentación la energía que necesitan para mantener sus organismos y realizar actividades. Los humanos, además, obtienen energías exteriores (petróleo, carbón, gas…) que complementan su energía interna.
3. Absorbe los subproductos y residuos de la actividad de los seres vivos. Gracias a su capacidad de asimilación, el medio ambiente actúa de sumidero transformando los residuos en sustancias inocuas e incluso beneficiosas.
4. Actúa como un sistema integrado, es decir, con numerosos elementos relacionados todos entre sí, que sirve de soporte para cualquier forma de vida: mantenimiento de oxígeno suficiente en la atmósfera, mantenimiento de una temperatura necesaria para la vida…
5. Proporciona bienes naturales o ambientales que son muy valorados por los humanos como agua limpia, el paisaje, la naturaleza salvaje?, y que afectan a nuestro bienestar.
6. Tiene un valor en su misma existencia. Los anteriores puntos son funciones que ayudan a la vida, muestran el papel de la naturaleza al servicio de la vida humana. Pero más allá de este carácter funcional, cabe cuestionar el derecho de los seres humanos a destruir la naturaleza para aumentar su bienestar.
El aumento de la producción ha afectado a todas estas funciones y limitado sus potencialidades. Desde siglos atrás ha habido voces que han señalado las limitaciones físicas que tiene la utilización de la naturaleza, pero en estas últimas décadas se han detectado diferentes síntomas que muestran de forma palpable los abusos de esta utilización y ponen de manifiesto la necesidad de modificar el rumbo del comportamiento humano con la naturaleza.
Manifestaciones que han aumentado la conciencia de la gravedad de la situación y han ampliado la profundidad de las reflexiones y el análisis sobre las raíces de estos problemas. Es cierto que se desconocen todavía muchas de las causas de los problemas que se van detectando, pero ya se pueden sentar algunas bases sólidas que permiten establecer políticas adecuadas con soluciones concretas. Políticas que chocan en ocasiones con intereses creados y con formas de razonar que ignoran aquellos límites. La comprensión actual de la situación hace necesario y apasionante el esfuerzo por superar dichos obstáculos.
Los síntomas más llamativos del deterioro ambiental pueden resumirse en:
-Agotamiento de los recursos materiales y energéticos . La utilización creciente de materiales y fuentes de energía establece límites para su disponibilidad en un futuro próximo.
-Alteración del sistema climático . El calentamiento adicional de la tierra y el cambio climático derivado del efecto invernadero , a consecuencia de las actividades humanas, eleva la temperatura de la tierra con graves consecuencias ecológicas como la elevación del nivel del mar, afectando al 60% de la población mundial que habita en zonas costeras marítimas.
-Agotamiento de la capa de ozono . La capa de ozono estratosférica está siendo degradada por productos químicos liberados por el hombre. Con el deterioro de la capa de ozono, aumentan las radiaciones UV-B del sol que causan cáncer de piel, cataratas, atrofia del crecimiento de las plantas y matan microorganismos que sustentan las cadenas alimentarias marinas.
-Contaminación de la atmósfera . Afecta a todas las naciones del mundo influyendo en la salud humana, en la vegetación y otros materiales. Un ejemplo son las lluvias ácidas que perjudican a los bosques y alteran el suelo deteriorando la producción de alimentos.
-Pérdida de biodiversidad . Están desapareciendo muchas especies, se calcula que la cuarta parte pueden hacerlo en treinta años; y se reduce además peligrosamente la variabilidad genética de otras muchas, disminuyendo su capacidad de adaptación.
-Deforestación . Cada año desaparecen 17 millones de hectáreas de arbolado perdiéndose suelos fértiles, capacidad de absorción de CO2 y mecanismos de concentración de energía solar.
-Agotamiento de sumideros . La creciente contaminación provocada por el agotamiento de la capacidad natural para absorber los residuos de la actividad humana deteriora el aire, el agua y la tierra.
-Erosión y desertificación . La mayor parte de la degradación del suelo proviene de las actividades humanas: producción industrial, pastoreo excesivo, deforestación, sobreexplotación del suelo… Las tierras más afectadas son las secas, que cubren la mitad de la superficie terrestre.
-Desequilibrios biogeoquímicos planetarios . Perturbaciones de los grandes ciclos biogeoquímicos que regulan la dinámica entre la biosfera y la geosfera.
Si queremos prolongar las expectativas de nuestra especie, el comportamiento humano debe acomodarse a estos límites, desbordados ahora por el crecimiento de los últimos tiempos. Es necesario y es posible cambiar este rumbo. En Dalevuelta -dalevuelta.bira@gmail.com – venimos pensando en esa dirección para descubrir posibilidades de avance, detectar las dificultades y las vías de superarlas.