LAS VENUS DEL ALTO GARONA, AQUITANIA Y HEGO EUSKAL HERRIA. LAS DIOSAS MADRE DEL MATRIARCALISMO VASCO-AQUITANO

La mayor parte de los restos lingüísticos del patrimonio vasco de la Antigüedad que se han encontrado hasta la fecha en el territorio que rodean los ríos Adour, Aragón, Ebro y Barbadún, son nombres de dioses y diosas. En total, se han publicado hasta la fecha diecisiete inscripciones que dan cuenta de nueve teónimos. Si se compara con el conjunto de testimonios que existe en los Altos Pirineos y en el Alto Garona, esta pequeña serie es insignificante; en todo caso, visto que las muestras de nombres de persona son aún más escasas, es evidente que los teónimos son la principal fuente de investigación de la lengua vasca de antaño.

El objetivo de este trabajo es contribuir a caracterizar la lengua eusquérica de la Antigüedad mediante el análisis de los nombres de diosas y dioses locales y, de paso, tratar de concretar, en la medida de lo posible, el territorio que cubría en Vasconia.

El posible hallazgo más arcaico del culto a esta entidad podría registrarse en la cueva de Ventalaperra de Karrantza (primera en la que se descubriera arte rupestre en Bizkaia) y data de la cultura Magdaleniense (una de las últimas culturas del Paleolítico Superior, que se percibió al norte de la Península, entre otros países de Europa -Francia, Suiza y Alemania-), es decir, una cultura que va de entre el 15.000 y el 8.000 antes de la era común. El hallazgo en cuestión se trata de un templo subterráneo dedicado a una diosa arcaica, en el interior profundo de una cueva. Estos hallazgos, perfectamente explicados por el especialista en cultura paleolítica además de famoso escritor sobre Mitología Vasca, José Miguel Barandiarán, trataron de profundizar más en los orígenes de una Diosa que, ya en esas décadas, se la rastreaba hasta el Neolítico. Junto a este descubrimiento en concreto, José Miguel Barandiarán, estableció interesantes paralelismos con otros hallazgos de similar envergadura a lo largo de Bizkaia, Gipuzkoa, Nafarroa y Zuberoa, ofreciendo nuevas latitudes de investigación con respecto al matriarcalismo primitivo y las culturas rupestres.

Así mismo, la conocida “Diosa Mari” desciende de un concepto arcaico de veneración primitiva cuyos rasgos aún sobreviven a lo largo de toda la geografía vasca. Mari, también conocida como Amari, Amalur (significa “Madre Tierra”), o Maya, sabemos que no corresponde a un nombre riguroso con respecto a esta entidad. Ya muchos autores han señalado el carácter “sin nombre” que pareció imperar en las sociedades agrícolas y matriarcales de los primitivos cultos neolíticos matrifocales. Por lo que “Mari” como nombre propio, más bien responde a un título, similar al de “Señora” con el que el folclore tardío ha decidido renombrar a la común Diosa primigenia en la cultura proto-vasca, y vasca posteriormente.

El hallazgo de la estalactita en la Cueva de Zelharburu (Nafarroa Behera) fue otro de los grandes descubrimientos del origen del culto a la Diosa Mari, actualmente conocida como “el dorso de la santa”. Numerosas investigaciones han demostrado cómo esta estalactita actuó a modo de “ídolo” en el culto a la Diosa Mari de la Euskal Herria pre-cristiana.

La evolución proto-cultural del culto primitivo a la Diosa Mari es especialmente parecida a otros casos estudiados a lo largo de Europa, esto lo han señalado autores de sobra conocidos en esta materia, como Marija Gimbutas, así como otros autores, estos menos criticados popularmente, tanto autóctonos como foráneos. Podemos ver paralelismos de evoluciones primitivas tanto en lugares popularmente estudiados por los interesados en estas materias (Germania, Irlanda, la Grecia primitiva) así como paralelismos con diosas neolíticas de lugares algo más remotos, por ejemplo Siberia o Ucrania (”The Evolution of Paleolithic Art”, Annete Lamming). Sin embargo, la “iniciación matriarcal” (en palabras de Txema Hornillas en su “Los héroes de la mitología vasca”) en la cultura vasca antigua y su relación tan íntima con el tema que aquí tratamos, sobre la diosa principal de los vascos, nos obliga a hacer una parada que destaque algunos aspectos de esta estructura psicosocial.

El nombre de Mari, lejos de ser un diminutivo de María, hace referencia a algo más antiguo, para ellas algo diabólico. Mientras Mari sigue vigente a pesar del transcurrir de los siglos.

Es muy significativa también la fotografía y dibujo digital de una representación antropomorfa de la Cueva de Aitzbitarte IV. Temática: Vulva. Técnica: Grabado inciso. Contexto cultural: Magdaleniense medio. Cronología: 16.000-14.000 años. (Gárate et al., 2020). Hay dos vulvas grabadas en arcilla (presente como en las cuevas de Bedeilhac, Montespan u Oxocelhaya. Esto vincula a la cueva con el Magdaleniense Medio de los Pirineos franceses donde se documentan ejemplos de esta técnica. Montespan, Erberua, Bédeilhac y Tuc d’Audoubert), y también con el Périgord (La Calévia).

Fuente: Los nombres de los dioses y diosas de Vasconia en la Antigüedad.

Autores: Luis Maria Zaldua Etxabe

Localización: Euskera ikerketa aldizkaria: Revista de Investigación de la Real Academia de la Lengua Vasca, ISSN 0210-1564, Vol. 68, 63 2, 2023, págs. 185-211

MARIJA GIMBUTAS Y SU INVESTIGACIÓN SOBRE AMALUR, LA DIOSA MATRIARCA VASCA

Marija Gimbutas fue una arqueóloga de reconocido prestigio, gracias a cuyas investigaciones salió a la luz la cultura matriarcal de la vieja Europa como sustrato anterior a todas las manifestaciones patriarcales que se dieron después. Sus amplios conocimientos de arqueología, religiones comparadas, mitología, folclore y lingüística y su conocimiento de más de 20 lenguas recibieron la justa admiración de Mircea Eliade y Joseph Campbell, entre otros.

«Marija Gimbutas, que desenterró imágenes de diosas y consiguió pruebas de la existencia de la Cultura de la Diosa Madre en yacimientos arqueológicos de la vieja Europa, es el ejemplo perfecto de una mujer-atenea, de mente preclara, que pasó a convertirse en una esplendorosa anciana-metis en la tercera etapa de su vida. Ella supo encontrar los vínculos necesarios para extraer sus propias conclusiones gracias a sus amplios conocimientos de arqueología, religiones comparadas, mitología, folclore y lingüística» (Jean Shinoda Bolen: Las diosas de la mujer madura).

Marija Biruté Alseikaité, conocida mundialmente como Marija Gimbutas, nació el 23 de enero de 1921 en Vilna (Lituania) y murió el 2 de febrero de 1994 en Los Angeles (Estados Unidos). Fue una importante y reconocida arqueóloga y antropóloga, profesora de Arqueología Europea en la Universidad de California, Los Angeles (UCLA), y especialista en las culturas matriarcales de los primeros siglos en el continente europeo (7000 al 3500 a. C.). Ella demostró que estas culturas prehistóricas agrícolas y sedentarias, fueron socialmente superiores a las de la posterior etapa patriarcal, nómada y guerrera, que se impuso a través de las oleadas migratorias indoarias que comenzaron a llegar a Europa a partir del 4500 a. C. y que la historia sigue considerando como socialmente más avanzada.

Marija Gimbutas es autora de numerosas publicaciones, entre las que hay que destacar sus tres últimos libros: Diosas y dioses de la vieja Europa, El lenguaje de la diosa y La civilización de las diosas. Del primero, una obra de referencia convertida ya en clásica, comentó Mircea Eliade: «Este libro, espléndidamente ilustrado, proporciona una documentación arqueológica que resulta muy difícil de encontrar en otro lugar».

Igualmente recibió grandes elogios del historiador y mitólogo Joseph Campbell por su labor de aproximación a la mentalidad y el simbolismo religioso de las sociedades agrícolas primitivas de la parte sudooriental y central del continente europeo, al que ella llamaba «la Vieja Europa».

En 1956 fue la primera estudiosa que vinculó la investigación lingüística (en este terreno poseía conocimientos de veinte lenguas) con los hallazgos arqueológicos, y fue también quien identificó la patria de los pueblos guerreros indoeuropeos que fueron estableciéndose en Europa. Siguiendo los patrones socioculturales del Neolítico –sobre todo las figurillas femeninas como punto clave de la interpretación–. define una sociedad predominantemente matriarcal que, con la llegada de los Kurgan, como ella llamó a los invasores, cambió del sistema matriarcal al patriarcal que aún hoy perdura.

“El euskera es una reliquia de las antiguas lenguas de Europa occidental, no sólo prerrománica, sino pre-indoeuropea. Es la única lengua autóctona que ha podido superar las invasiones e influjos culturales de los últimos 3000 años. Los vascos han demostrado una gran capacidad para integrar esos influjos sin perder su personalidad cultural. Constituyen, de hecho, la gran excepción de las leyes de la historia política y cultural de Europa. No hay duda alguna de que sus tradiciones descienden directamente de los tiempos neolíticos. Muchos aspectos culturales de la Vieja Europa (la religión de la Diosa, la utilización del calendario lunar, el parentesco matrilineal y la responsabilidad de la mujer en la agricultura perduraron hasta principios del siglo XX (…) En el sistema legal autóctono no se le daba preferencia al hombre sobre la mujer”.

Marija Gimbutas, “The Living Goddesses”.

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