Las razones de un paisano

He dedicado mi tiempo de lectura de la última semana al último libro del paisano tafallés Jose Mari Esparza Zabalegi, editor de Txalaparta, escritor y columnista (cuando le dejan). El considera en su libro, que ya va por la tercera edición, que tiene, al menos, cien razones para dejar de ser español. A otros no nos hacen falta tantas para abandonar el hábito, con el deseo fogoso de no vestirlo, basta y sobra.

Lo que ocurre es que Jose Mari aprovecha lo de las cien razones para dar un repaso al «tema». Le veo sobrado y más Esparzas nos harían falta en este pequeño país para que la independencia no se demorara siquiera otro lustro, que a los de Montenegro parecen seguirles ahora los de Kosovo, y nosotros, dependientes continuámos.

Esparza, en su feliz repaso, no se olvida de casi nadie, argumenta con juicio, expone con amenidad y hasta emociona, a veces. El libro aguanta el tirón hasta el final y aparte de algunas benevolencias con los carlistas, querencias entendibles siendo tafallés, remata sobrado la faena.

Hablar claro es un ejercicio que se agradece en un país de tantas ambigüedades, en el que las huestes del llamado nacionalismo «moderado», tibio le llamaría yo, anda todavía jugando con el «sí, pero ahora no», e incluyo en la lista hasta al mismísimo Arzalluz, que tuvo el coraje de presentar el libro en Bilbo. Han habido personajes claros en esas filas, como Luis Arana, Gallastegi, Monzón, Irujo, Artajo, Azurmendi… pero el corpus general sigue sin pronunciarse con claridad sobre la cuestión esencial. Sus medios de comunicación, son buen ejemplo de todo ello.

Cita aparte merece la referencia que Esparza dedica a los anarquistas. Ese sí que es un gesto que le honra, conociendo el país, como él lo conoce. De la posibilidad de aunar anarquismo y abertzalismo escribiré un día de éstos, a no tardar, pero mientras tanto conviene subrayar el capítulo que le dedica Esparza al asunto. El entendimiento que de las luchas de liberación nacional tuvo Mijail Bakunin, llegando a participar activamente en alguna de ellas, debería ser argumento suficiente. Sin embargo, habrá que insistir. Cuestión distinta es que organizaciones que se reclaman del mundo libertario, como la vieja CNT, hayan sido incapaces de dar pasos en ese sentido y continúen con su trasnochado Comité Regional del Norte (de España, se entiende) que engloba a los cuatro territorios vascones más Burgos y Cantabria. ¡Menuda visión!

Pero me estoy desviando del tema. Habrá que agradecer, además, al paisano Esparza, traer de nuevo a la actualidad a cantidad de pensadores, escritores, historiadores o publicistas que han tratado la cuestión central con seriedad y acierto. Ayudar así a ampliar la mirada del lector, acudiendo a esas fuentes, nunca está de más. Como se decía antiguamente, nos encontramos ante una lectura provechosa, que seguro que renueva fuerzas al convencido, atrae a la causa a quien aún duda y causa zozobra intelectual en el que, desde la otra orilla, se aproxime con curiosidad o morbo a sus páginas.

«Cien razones por las que dejé de ser español», Jose Mari Esparza Zabalegi, editorial Txalaparta, Tafalla 2006. www.txalaparta.com