Ladrones de guante blanco

Hay asuntos que dan tristeza, otros que dan rabia, y otros que dan vergüenza; pero no todos reúnen estas tres características a la vez. Hoy voy a hablar sobre uno de estos en que coinciden las tres. La Iglesia con mayúscula, la institución se está apropiando de los bienes que durante siglos y siglos han pertenecido a los ayuntamientos. No sólo es el caso de Nazar, está ocurriendo en una gran mayoría de los pueblos navarros.

La iglesia no se pierde, nunca se ha perdido, desde que se institucionalizó ha ido  aumentando sus propiedades y su patrimonio. En estos momentos se ha beneficiado de la Ley Hipotecaria, y a espaldas del pueblo, de los feligreses ha  inmatriculando los monumentos históricos, iglesias, ermitas, huertas y propiedades agrícolas a su nombre.

No es cuestión de usar sus mismas armas. En realidad no son más que palabras huecas sin contenido alguno; pero certeras y que siempre dan en el blanco.  Nadie se cree ya lo que durante tantos y tantos años nos han venido repitiendo. “A la Iglesia no le interesan los bienes materiales, su reino no es de este mundo, sino de un mundo más rico e importante, que no es otro que el reino de los cielos”. Repito, no voy a marcar las tintas en este asunto, si ni ellos mismos se lo creen para que vamos a perder el tiempo ridiculizando argumentos tan farisaicos.

Nuestro argumento va a ser más terrenal, que es verdaderamente el que interesa a todos los que vivimos en este mundo, y especialmente a ellos. Parto de la base, ya que está documentado, de que el terreno donde se encuentran edificados estos edificios ha pertenecido desde siempre al pueblo, a los ayuntamientos. Nunca los han pagado, nunca los han comprado, por lo tanto siguen siendo de los habitantes.

Los edificios se levantaron con el esfuerzo vecinal, con el sudor y el dinero de todos los vecinos, que no fueron otros que nuestros antepasados, los tartarabuelos de nuestros tartarabuelos.  Iglesias, edificios que se levantaron piedra a piedra entre todos los habitantes.  Lo siguiente que voy a afirmar no lo sé, pero si es fácil que sucediese como lo relato a continuación, que muchos de nuestros antecesores perdiesen la vida, o habrían quedado inválidos levantando semejantes piedras, subiendo hasta lo alto de las torres esos pedruscos que hoy tan solo de imaginarlo se nos doblan los lomos.

Igualmente las sucesivas obras que se han realizado siglo tras siglo, se han llevado a cabo con el esfuerzo de la población vecinal. La Iglesia no ha pagado ni un duro. Está todo escrito en los libros de fábrica. Ahí podemos ver de dónde salen los dineros, como antes de cualquier obra se aumentan los diezmos, se pide casa por casa hasta reunir el dinero suficiente para los materiales, ya que la mano de obra, siempre es la misma, la de los abnegados labradores.

Tan claro está, que hasta la misma iglesia, los mismos curas han sentido vergüenza ajena, hasta tal punto de apropiarse de estos bienes a hurtadillas, sin comentar nada a nadie. Se han valido de los hechos consumados. No se han atrevido a explicarlo a los feligreses y comentar cuáles eran sus intenciones.

Los vecinos, no solo en mi pueblo, sino también en el resto de los pueblos, desde siempre hemos tenido conciencia de que la iglesia, la ermita, la casa del cura pertenecían al pueblo. Es más la iglesia, y todavía más si cabe la ermita ha sido considerada como algo común de todos los vecinos, algo propio de cada uno. De todo el pueblo y de ninguno, pero de todos. Donde nos hemos encontrado a gusto, como si una de parte de nuestra casa se tratase. No en vano, ha sido el lugar de reunión de todo el vecindario, el único lugar donde acudía todo el pueblo. Hasta las imágenes de los santos y las vírgenes nos son familiares…

Ni los propios curas han sido capaces de asumir este ultraje. Son sabedores de que las casas de los curas, las huertas, y hasta las ermitas que se han derruido en los siglos y en las décadas anteriores pasaron al ayuntamiento, ya que eran terrenos y propiedad del pueblo. Han tenido que ser curas extranjeros los que hayan tenido que dar la cara…

¿Qué ha ocurrido para que los curas, los obispos se hayan apresurado a apropiarse de lo ajeno de forma clandestina, en tan poco tiempo, y a toda prisa?

Aunque los vecinos en una gran mayoría siguen acudiendo a las iglesias, siguen bautizando a sus hijos, los hijos se siguen casando la realidad es que los curas, la propia institución eclesial ha perdido poder ante sus feligreses. Hasta hace unos años los vecinos temían las represalias terrenales y también las represalias celestiales. La iglesia, los curas ya no se sienten tan amos como hasta hace unos años. El rebaño en cierta medida  ha comenzado a descarriarse.  Y ante semejante deriva y por lo que pueda ocurrir en años venideros se han apresurado a registrar estos bienes del pueblo a su nombre.  Sin que los vecinos de los pueblos nos hayamos enterado.

Lo tienen calculado y bien calculado. Por un lado, las enseñanzas que han impartido durante siglos ha hecho mella en la población. Contra los poderosos, y la iglesia lo es, no es conveniente ponerse en contra, aparte de no ganar nada, se puede salir escaldado. El miedo, todavía existe en mucha  personas mayores. El miedo al más allá sigue influyendo para algunos. Los curas son los intermediarios ante el Señor, y eso para alguno cuenta mucho. Otros también les siguen teniendo pavor, no pueden olvidar tan fácil el papel que jugaron en la represión después de la Guerra Civil. Otros, los más jóvenes ven el respeto que tienen o que tuvieron sus padres… y por seguir con las tradiciones no están dispuestos a meterse en camisa de once varas; y a otros las iglesias y ermitas les importa un bledo.  Debido a esto y a otras razones el clero sabe que no existirá resistencia.

Sin embargo, aunque yo me encuentro entre estos del último grupo, si que  creo que la apropiación del patrimonio público por parte del arzobispado es un robo al que hay que hacer frente y denunciar. Os recomiendo un libro que todavía no he tenido la oportunidad de leer “Escándalo monumental. La privatización de las iglesias, ermitas, casas, tierras y otros bienes públicos de Navarra”.  Me extendería bastante más en  este asunto del robo de guante blanco, pero se me está haciendo tarde, y como es lo más importante de todo el artículo lo dejo para otro día. Solo adelanto una ideilla, todo esto se solucionaría con darle la espalda a la iglesia y que este enfrascado se lo guisasen ellos solitos.  Es decir, que todas las obras, la limpieza, y demás gastos que acarrean las propiedades que se han adueñado lo  hagan  con su dinero y no con dinero público. Y el dinero  de los Ayuntamientos, de la Diputación, del Gobierno de Navarra, del Estado es dinero de todos y no de la iglesia. Y hoy día, como los vecinos ya no acudimos a arreglar los campanarios, consiguen nuestro dinero en otras instancias las cuales las manejan a las mil maravillas.

 

Publicado por Nabarralde-k argitaratua