Iñaki Uriarte
La navegabilidad es un histórico legado cultural tanto material como intangible vinculado a la memoria colectiva incluso como creador de espectaculares paisajes efímeros y, por tanto, una misión colectiva de defender esta cualidad identitaria de la villa frente a intenciones.
Hoy 14 de marzo, se celebra en determinados países el Día Internacional de Acción por los Ríos, instaurado en 1997, aunque sin el reconocimiento de la ONU. Por tal motivo parece de interés social tratar uno de los ríos, en realidad, Ría del Ibaizabal, más importantes, con el Ebro que atraviesa y el Aturri que limita Euskal Herria.
En la Carta-Puebla fundacional de Bilbao otorgada el 15 de junio de 1300, se dice: «con plazer de todos los vizcaynos ffago en Bilvao de parte de Begoña nuevamente población é villa que dicen el puerto de Bilvao». Semánticamente, en un lenguaje contemporáneo podríamos interpretarlo, y así se ha conocido y transmitido, como que «fue antes puerto que villa».
Un cauce navegable de casi 14 kilómetros que propició a lo largo de la historia la creación de un puerto fluvio marítimo interior seguro y como tal utilizado en sus márgenes hasta hace muy pocos años en que esta actividad comercial e industrial, siguiendo ciclos periódicos, dependiente de su relación de tránsito reducido por los sucesivos puentes construidos, se ha trasladado hasta su desembocadura en el Abra frente al Golfo de Bizkaia. El puerto ha llegado a la mar.
Su característica esencial, la navegabilidad, ha preocupado desde hace décadas y quizá fue una de las razones por las que empecé, en 1994 a realizar los recorridos narrados en una embarcación por la Ría ya que era la plataforma desde la que se podía contemplar y especialmente reivindicar, un escenario excepcional. Un paisaje fluvial urbano, pasando bajo los puentes como notable obra pública, donde en sus márgenes se sitúan parte de las mejores arquitecturas de Bilbao. Completado por el tramo metropolitano, a través de diversos municipios especialmente en su orilla izquierda, con el inmenso patrimonio y paisaje industrial, brutal e ignorantemente demolido en casi su totalidad. Demanda que 28 años después ahora se van comprendiendo y compartiendo socialmente. Demasiado tarde.
La reivindicación de esta condición de navegar ya la expuse en París en la prestigiosa (1747) École nationale des ponts et chaussées de París en 2003 en un coloquio internacional La métropole des Infrastructures. con la conferencia «Les ponts de Bilbao, domination fluviale, navigabilité et urbanité». Posteriormente en el periódico municipal Bilbao, enero 2006 cuando no existía censura, y en el Colegio de Arquitectos, en junio de 2007 cuando no imperaba la prohibición de expresión y en cuantas ocasiones ha habido una oportunidad. Más recientemente, se celebró el congreso Bia 2016. «Nuevos escenarios entorno al agua» en el que se reivindicaba, además de la regeneración de los espacios obsoletos de ribera y los frentes edificados fluviales las actividades y tránsito de embarcaciones. Como desgraciadamente es habitual en estos actos los responsables políticos y culturales acudieron a la clausura con un escrito estándar preconcebido, es siempre similar en cualquier lugar y circunstancia temática, en busca del aplauso y la foto. El Concejal de Obras, Planificación Urbana y Proyectos Estratégicos, Asier Abaunza como absurda aportación expuso el propósito de un puente bajo entre el extremo norte de la isla y la punta de Zorrotza. Obviamente fue reprochado que, por inasistencia a las ponencias, evidenciaba que no sabía nada de lo que allí se había tratado.
Puentes
La condición de cauce navegable para las actividades mercantiles de los muelles urbanos y la existencia de astilleros ha condicionado la construcción de puentes, desde donde la marea permitía la navegación, junto al centro histórico de la villa en que se situaba el primero, el emblemático de San Antón hasta la desembocadura de la Ría Una parte importante de la historia urbana de Bilbao y su metrópoli ha sido el desafío de cómo comunicar sus márgenes atravesando la Ría respetando la navegación. Tradicional y sucesivamente los puentes se han construido acompañando la extensión urbana de la villa, en el sentido de la corriente fluvial, coincidiendo el orden cronológico con el secuencial.
Cada puente ha debido considerar en su tiempo una condición básica: la posibilidad de los dos tránsitos, la navegación longitudinal fluvial por la Ría siempre preferente y la circulación transversal de carruajes y personas de los puentes. Y esta compatibilidad ha tenido a lo largo de la historia dos formas de resolución: alternativa y simultánea. Los puentes que permiten la alternancia disyuntiva están dotados de dispositivos mecánicos de alzado basculante en dos mitades del tablero, Isabel II (1848), Ayuntamiento y Deustua (1936), el moviendo giratorio horizontal, pasarela de San Agustín (1892), o el transbordador suspendido desde una estructura de soporte Puente Vizcaya entre Portugalete y Getxo (1893),
Actualidad
La conversión, por apertura, de la dársena de Deusto en canal el 8 de octubre de 2018, ha modificado en parte el espacio fluvial de la Villa al crearse, por segregación artificial, una isla que debe denominarse de Deusto ya que es consecuencia del canal; no puede ser que una parte o el nombre comercial de un hospital impongan un topónimo insular. En el tramo canal se han construido dos puentes bajos entre el muelle derecho del canal y el borde derecho de la isla, El de Sarriko el 14 de septiembre de 2015 (extrañamente denominado Frank Ghery) y el de San Inazio ya construido pero sin los enlaces con los viales, que no implicaban muchos compromisos excepto no haber encerrado y ridiculizado los norays, la única evidencia de su pasado portuario.
El tramo tradicional de la ría en la ribera de Deusto sigue ofreciendo su singular fachada fluvial compuesta por una secuencia de edificios residenciales e industriales, hay 19 aceptados, todos ellos merecedores de permanencia, en realidad, se trata del casco antiguo portuario de la anteiglesia y posteriormente barrio.
Un cauce fluvial excepcional, constituye por sus valores sociales, tecnológicos, patrimoniales y paisajísticos un paraje memorable, un lugar histórico, un itinerario y espacio cultural, conceptos estos, apenas contemplados en la Ley 6/2019, de Patrimonio Cultural Vasco. Por todo ello, en los últimos años he tratado de que se pudiese realizar en Itsasmuseum un acto sobre la navegabilidad en la Ría.
Finalmente, el pasado 1 de febrero se celebró una mesa redonda en la que intervinimos cuatro personas conocedoras del tema y nos posicionamos rotundamente en contra de los puentes fijos y bajos urbanos previstos en Bilbao. Criticando muy especialmente el que se pretende imponer por el Ayuntamiento, con el pretexto de un indeseado paso del tranvía, del que ya está constituido el terraplén para situar el estribo del puente en Zorrotzaurre para pasar hasta Zorrotza donde actualmente está la empresa Sader, junto a Molinos Vascos.
El acto fue un éxito social, acudieron 145-150 personas abarrotando el auditorio del Itsasmuseum exponiendo inquietudes diversas, especialmente representantes vecinales de Olabeaga, Zorrotza y Ribera de Deusto. Pero una, previsible por habitual, decepción política, a pesar de que tenían la primera fila reservada, no acudió ningún responsable del Ayuntamiento de Bilbao. Una muestra más de la soberbia municipal que se considera por encima de todo criterio histórico, cultural o social, pero también de la oposición que prefirió ignorar los sólidos argumentos allí expuestos y la favorable reacción de los asistentes en comunión con los ponentes.
No podemos aceptar el fraude de una navegabilidad reducida, sólo deportiva, es imprescindible por imponderable que cualquier tipo de embarcación pueda arribar hasta el puente Euskalduna, la historia nos exige un respeto, ya que en este lugar se conservan testimonios relevantes, diques secos, casa de bombas y grúa partes de lo que fue la Compañía Euskalduna de Construcción y Reparación de Buques, (1900) y anteriormente Diques Secos de Bilbao (1868) y razón de ser por la que en este ámbito se emplazó Itsasmuseum, el Museo Marítimo, de la Ría y puerto de Bilbao en 2003.
La defensa de la navegabilidad es un histórico legado cultural tanto material como intangible vinculado a la memoria colectiva incluso como creador de espectaculares paisajes efímeros y, por tanto, una misión colectiva de defender esta cualidad identitaria de la villa frente a intenciones. Basta ya de proyectos imaginados por políticos sin escrúpulos que atentan contra la razón de ser de Bilbao.
Hay un reconocimiento social implícito de que la Ría, un legado de la naturaleza que es navegable constituye un valor irrenunciable, considerando que ha sido, y en parte continúa siendo el legendario sendero fluvial de Bilbao al mundo. Bilbao se encuentra a sí misma cuando se mira en la Ría, por donde fluye el pasado y el futuro.
Naiz