LA SITUACIÓN DE NABARRA A FINALES DEL SIGLO XII
Los almohades se habían hecho poderosos y adentrándose en los dominios del rey de Castilla, destrozaron el ejército de Alfonso VIII en Alarcos en 1195. La pujanza musulmana alarmó al rey de Castilla quien pidió auxilio a los príncipes cristianos para concertar la defensa de sus Estados.
El mes de marzo de 1196 se celebró entre Agreda y Tarazona, una entrevista a la que asistieron Alfonso VIII de Castilla, Alfonso II de Aragón y Sancho el Fuerte de Navarra. Sancho comenzó por reclamar la restitución de la Rioja, Bureba y las partes de Álava ocupadas por el castellano. Alfonso VIII se negó a ello y otra vez esta vieja reivindicación histórica fue causa de la guerra.
Sancho entró con sus tropas en Castilla, saqueando los alrededores de Soria y Almazán, mientras Alfonso IX de León, enemistado con Castilla, invadía la tierra de Campos, de acuerdo con los musulmanes de Extremadura.
Sostiene Jaurgain que a partir de la victoria de Alarcos de 1195, el Emir Jakub ben Yussuf de Marruecos, entró en negociaciones con Sancho el Fuerte (7). No nos parece imposible esta apreciación porque existen pruebas históricas que parecen apoyarla.
En la conferencia celebrada en la frontera de los tres reinos que luego se llamó «La mesa de los tres reyes», además de la paz, se habló según nos dice Moret, de ciertos proyectos matrimoniales que comenzaban entonces a rumorearse entre Sancho de Navarra y una hija de Jakub ben Yussuf, Emir de Marruecos y de la España sarracena.
SANCHO DE NABARRA BUSCA LA AYUDA DEL EMIR
Alfonso VIII manifestó inquietud ante estos planes y Sancho sin desmentirlos, afirmó que cuando se tratase de matrimonio «llamaría a consulta para el acierto a la religión y al honor». El año siguiente de 1197, los almohades verificaron nuevas razzias en territorio de Castilla y Jakub victorioso «con gran fausto y soberbia se volvió a su Reino».
Pero la razón de este retorno hay que encontrarla en las treguas que ajustó Alonso VIII con el emperador de Marruecos, con el fin de quedar en libertad para combatir a los reyes de Navarra y León (8). Pero ni la tregua con los musulmanes, ni las seguridades que le dio Sancho de Navarra, parecieron suficientes a Alfonso VIII.
Tratárase de proyecto matrimonial del rey vasco con la hija de Jakub, o de simples negociaciones de alianza, el monarca castellano se dio cuenta de que con auxilio musulmán la fuerza del reino vasco seria decisiva.
Alfonso VIII acudió rápidamente a Roma, poniendo el caso en conocimiento del Papa Celestino III, denunciando los manejos de Sancho el Fuerte. Oyendo sus requerimientos el Papa expidió una Bula fechada el día 5 de las calendas de junio -28 de mayo de 1197- en la cual aseguraba que había llegado a su conocimiento las negociaciones que Sancho de Navarra verificaba con los musulmanes, los cuales habían ofrecido grandes sumas de dinero para que no ayudara al rey de Castilla en su lucha contra Jakub.
Encargó el Papa al cardenal Sant Angelo, sobrino suyo y Legado en España, que exhortara al rey de Navarra a renunciar a tales alianzas y a asociarse a los reyes de Castilla y Aragón, prometiendo que todas las tierras conquistadas a los mahometanos, serían repartidas en partes iguales entre los tres monarcas.
Hay quien sostiene que el monarca vasco fue excomulgado y su reino puesto en entredicho; niéganlo otros por no existir una prueba concluyente, estimándose en general de acuerdo con los hechos posteriores que el rey Sancho se dispuso por el momento a seguir los consejos pontificales. La diplomacia castellana había triunfado en sus ardides ante una Roma papal influida todavía por la unidad romana y aún la gótica imperial que les hacían muchas veces desconocer los derechos y hasta la existencia del reino pirenaico (9).
Los reyes de Castilla y Aragón, creyendo alejado el peligro del acuerdo vasco-musulmán, ante la actitud sumisa de Sancho de Navarra, volvieron a su viejo proyecto de conquistar y repartirse el reino de Navarra, comenzando otra vez la guerra contra el reino vasco. La peligrosa situación en que se encontró Sancho el Fuerte se agravó a causa de sus dificultades económicas, harto comprometidas hasta entonces en las guerras de Aquitania, Castilla y Aragón. Esta situación era bien conocida por estos reyes, y también por el emperador de Marruecos.
Por carta del propio rey Sancho expedida en Tudela en julio de 1198, sabemos que para rechazar la agresión castellano-aragonesa, tuvo que acudir al obispo García de Pamplona que le prestó una suma de 70.000 sueldos, hipotecando para obtenerlos hasta su propio palacio real de Pamplona.
Ricardo de Inglaterra su cuñado, peleaba contra Felipe Augusto de Francia la gran batalla por sus posesiones continentales y ningún auxilio podía esperar de él. La situación de Europa, como luego examinaremos, entraba en un período de profunda renovación y lucha. A partir de este momento, el monarca vasco pensó definitivamente en la alianza con Jakub, marchando al África. No fue gesto aventurero como algunos sin el suficiente estudio han afirmado, sino una determinación obligada por altos intereses políticos que envolvían la propia existencia de su reino. Relatamos primero el viaje.
LA LEYENDA DE LA PRINCESA MORA Y SANCHO EL FUERTE
Debemos a Hoveden una atrayente página que merece un comentario para separar lo que haya de historia y de leyenda en sus noticias. Dice Hoveden: «Durante este tiempo la hija de Boyac El Emir Aimimoli, Emperador de África, habiendo oído hablar de las proezas de Sancho, rey de Navarra y hermano de Berenguela, reina de Inglaterra, quedó tan profundamente enamorada de él que anhelaba hacerlo su esposo. Cuando ya no pudo ocultar por más tiempo su inclinación, comunicó a su padre el Emperador que se mataría si es que no conseguía casarse con Sancho rey de Navarra. A lo cual su padre contestó: «¿Cómo quieres que tal cosa se realice si tú eres pagana y él cristiano?» (10).
Mas su hija le respondió: «Dispuesta estoy a abrazar la religión cristiana y vivir conforme a sus preceptos con tal de casarme con el rey de Navarra, cosa que tú podrías conseguir fácilmente, pues todos te temen y extienden los brazos hacia ti. Pero dejemos de un lado la intimidación y usemos el halago; suplica y envía presentes a ese hombre, pues por esos medios podría ganarlo para mí. Créeme que es cosa noble el dar (11). Manda también a su madre y hermana y a los demás de su familia valiosos regalos, para que le permitan dar asentimiento a tu propuesta. Aquello que se trabaja con muchas manos prontamente se consigue» (12).
A esto el padre respondió así: «Mientras fuiste sencilla amé tu cuerpo y tu espíritu; pero ahora has empeñado tu belleza en viciosas inclinaciones (13). No sé lo que hacer, pues las dificultades por todas partes me acechan. Si el rey de Navarra no corresponde a tu pasión, entonces tú te matarás. Trataré por lo tanto de ganarle con súplicas y varios presentes, de manera que de alguna guisa pueda conseguir que sea tu esposo. Sin embargo, mucho más hubiera preferido que hubieras escogido esposo entre los hombres de tu misma nación». A lo cual contestó la doncella: «Antes preferiría ser devorada por la tierra o abrasada por el fuego de una exhalación, que tomar por esposo a un hombre que no sea el rey de Navarra» (14).
En consecuencia el Emperador de África despachó mensajeros a Sancho, rey de Navarra, instándole a que acudiese para casarse con su hija por lo que le daría todo el dinero que quisiera además de los territorios comprendidos entre las extremidades de los dominios del rey de Portugal y del monte Muncian, que son los que dividen los territorios de los paganos en España de aquéllos del rey de Aragón. Pero hallándose el rey de Navarra en camino, murió Boyac el Emir Amimoli, de manera que cuando aquél llegó al África, se encontró con el emperador muerto y con su hijo que aún era tierna criatura para gobernar el reino, mientras que eran muchos los pretendientes que le disputaban el Imperio.
Habiendo llegado el rey de Navarra con el firme convencimiento de hacer su esposa a la citada doncella, se encontró con que el niño que iba a reinar le anunció que si estaba dispuesto a ayudarle en sus intentos de obtener el trono, le otorgaría a su hermana por esposa en conformidad con la promesa de su padre, pero que, en caso contrario, le condenaría a cautiverio de donde jamás podría salir.
Viéndose colocado en semejante dilema, escogió el servirle antes de ser cautivo, en conformidad con aquella máxima de San Agustín: «Cuando una persona ha sido encerrada entre paredes sin escape posible, arrójese por donde la pared esté más baja».
En consecuencia, con la venia del Señor y habiéndose puesto Sancho, rey de Navarra, sus mejores recursos en el espacio de tres años, el hijo del Emir Amimoli subyugó a sus adversarios y se hizo Emperador. Mientras tanto, Alfonso, rey de Castilla y el rey de Aragón, invadieron los territorios del dicho rey de Navarra cada uno por un lado, con el resultado que, el primero tomo veinticuatro ciudades y dieciocho el segundo.
No es posible aceptar la opinión de los historiadores que, sin estudio suficiente de los textos, califican de fábula el relato de Hoveden, porque resulta comprobado en sus partes más fundamentales por otros documentos coetáneos. El viaje del rey Sancho a África, es incuestionable. Se duda de la veracidad de los amores de la princesa árabe y de los románticos detalles que acompañan el relato.
El historiador Moret en el siglo XVII, fue el primero que utilizó el texto de Hoveden, admitiendo íntegramente su contenido, por ser el inglés coetáneo de los sucesos y vivir en la corte inglesa. Además, siendo la reina Berenguela hermana del monarca vasco, sostiene que no sería extraño que recibiera información directa y auténtica de Pamplona. Moret cree poder probarlo con el auxilio de documentos obrantes en los archivos vascos (15).
Jaurgain, apoyado en los mismos argumentos de Moret y en que «Hoveden pasa por un historiador digno de fe», llega a sostener la existencia del matrimonio de la princesa musulmana con Sancho de Navarra que aparece según él, confirmado en la carta que en diciembre de 1211, extendió en Tudela el rey confirmando ciertas donaciones en favor de Garcia, Abad de Fitero; verificadas por el reposo de su alma, de la de su esposa doña Sancia y la de sus antepasados.
Cree Jaurgain que Sancia «era la hermana de Mohamed el Nasar que había tomado el nombre de Sancia al hacerse cristiana». «Solamente un matrimonio contraído -añade Jaurgain- puede explicar las riquezas que Sancho el Fuerte trajo del África», y replicando al Arzobispo de Toledo, dice que «los regalos por considerables que fuesen, no podían justificar las sumas enormes que dispuso Sancho algún tiempo después de su regreso, ya que en 1197 ó 1198, se vio obligado a pedir en préstamo 70.000 sueldos al Obispo de Pamplona para hacer frente a sus gastos de guerra y a devolverlos por donación que hizo de sus palacios de Pamplona con su capilla, jardín, bodegas y muebles, además de otros bienes» (16).
Estos argumentos no ponen en claro sin embargo, el matrimonio de Sancho con la hija de Jakub, episodio que tiene todo el aire de una leyenda incrustada en la Historia, sin que sepamos de dónde la tomó Hoveden.
En cambio los relatos del analista inglés relativos al viaje al África del rey de Navarra y la desmembración del Reino Vasco, aparecen plenamente confirmados en otros relatos coetáneos. «No se puede dudar -dice el Marqués de Mondejar- del pasaje de D. Sancho de Navarra a África por asegurarlo así el Arzobispo don Rodrigo que nació su vasallo y fue concurrente suyo, el cual hablando del mismo príncipe, escribe:
«Pero en el ínterin Sancho, rey de Navarra, de ánimo fuerte, valeroso en las armas pero obstinado en su propia voluntad, dexando desamparado el reyno se pasó a los árabes con pocos compañeros de su peregrinación y conservándose algún tiempo con ellos esperó a los embajadores que habían enviado Miramolin ultramarino, los cuales sin embargo de traerle dinero y presentes, continuando la causa de su viaje, se detenía en las ciudades árabes y moraba en su Patria» (17).
EL ATAQUE CASTELLANO A LA NABARRA OCCIDENTAL
El Arzobispo, a quien siguen todos los historiadores posteriores, nos relata también la agresión que sufrió el reino vasco en ausencia de su rey cuando dice: «Entretanto D. Alfonso comenzó a combatir a Ibida (Trebiño) y Álava y expugnar a Vitoria con cerco de largo tiempo: ausente en África el rey de Navarra, cansados los de Vitoria con los asaltos y trabajos del sitio y extenuados con la falta de víveres, se vieron precisados a entregarse, pero el venerable García, Obispo de Pamplona, agradable por el deseo que tenía de su libertad, pasó apresuradamente a hablar al rey Sancho en tierra de los árabes con uno de los sitiados y declarándole la verdad de las cosas, obtuvo licencia para que se entregase Vitoria al rey de Castilla…».
Cumplido con este uso feudal y rendida Vitoria, nos dice el Arzobispo que «el rey de Navarra volvió cargado de regalos del agareno (onustus muneribus Agareni) pero despojado de todo lo referido y del honor». A pesar de que sus casi siempre desfavorables al rey y al reino del que era originario, juicios son el relato del Arzobispo que vivió todos estos sucesos y a quien siguen todos los historiadores posteriores, confirma mayor parte las noticias que Hoveden nos transmite (18).
Pero más importantes son los siguientes problemas históricos: ¿En qué época realizó viaje África Sancho Fuerte Navarra? ¿Cuáles fueron los motivos fundamentales del mismo?
(7) Jaurgain: La Vasconie, tomo II, página 227.
(8) El marqués de Mondejar, cronista de las glorias de Alfonso VIII, dice siguiendo el relato del arzobispo don Rodrigo de Toledo: «Lo cierto es que para continuar nuestro príncipe la guerra con los reyes de León y Navarra ajustó por algún tiempo tregua con Miramamolín para evitar los estragos con que asolaban sus reinos los infieles y evitar la diversión que le ocasionaban sus insultos como se reconoce en la cláusula ultima con que termina el Arzobispo la relación de estos sucesos. Pero el noble rey Alfonso juzgando debía ceder al furor que le amenazaba, hizo treguas por algún tiempo con el rey de los árabes para poder con más seguridad oponerse a los reyes vecinos». Memorias históricas de la vida y acciones del rey D. Alfonso el Noble, octavo del nombre, recogidas por el marqués de Mondexar, Madrid 1765, página 221. Comprendida en la colección de Crónicas de Castilla tomo IV, bajo el titulo Crónica del rey D. Alfonso VIII, llamado el Noble y el Bueno.
(9) Un texto de Bula del Papa Celestino III en el archivo de Pamplona, cajón 3, número 99. Sobre el discutido asunto de la excomunión, el marqués de Modejar, siguiendo la relación de Oderico Raynaldi en sus Annales Ecclesiastici, se expresa así: «Para apaciguar a España y ratificar de nuevo las treguas con el rey de Castilla que había roto el de Navarra y separar el incestuoso matrimonio del rey de León que había casado con su sobrina, hija del rey de Castilla, puso gran diligencia el nuevo Pontífice (Inocencio III), cometiendo entrambas dependencias a Raynerio, señalado varón en semejantes empleos que hasta entonces había desempeñado con singular acierto, Gregorio, Diácono Cardenal del Título de Sant Angel, legado de la sede Apostólica, descomulgando al rey de Navarra poniendo en entredicho a su Reyno. Por lo cual ahora Inocencio mandó a Raynerio examinase la verdad de este suceso y si rotas las treguas hubiese ocupado las fortalezas del rey de Castilla uniéndose a los sarracenos contra él. y hallándose ser así confirmase con la autoridad Apostólica las descomuniones promulgadas y procurase con gran diligencia se observasen», (Marqués de Mondejar, obra citada, página 231).
(10) Hoveden, ibidem, tomo II, página 189. Dice su traductor Ripley que hubiese sido más apropiado decir «seguidora de Mahoma» que no pagana.
(11) «Crede mihi res est ingeniosa dare«. Es cosa singular, dice Riley, que una dama mahometana cite a Ovidio. No es la princesa árabe quien lo cita, sino Hoveden, quien por otra parte no es el único cronista de aquellos tiempos que emplea eruditas evocaciones para abrillantar sus relatos.
(12) De Ovidio: «Fit Cito per multas preda petita manus«.
(13) Ovidio: «Donec eras simplex, animum cum corpore amari. Nune men tis vitio laesa figura tua est«.
(14) De Ovidio: «Devorer ante precor subito teeluri hiatu, Antrutilo Missi fulminis igne cremer«.
(15) La redacción del analista inglés, aparece según Moret, confirmada: 19 Por la Bula del Papa Celestino III que alude a las relaciones del rey Sancho con el emperador de Marruecos; 29 Por el testamento otorgado en 1196 por un tal Rodrigo de Argaiz que se conserva en el archivo de Leyre y que comienza así: «Testamento que hizo Rodrigo de Argaiz en la salida de los sarracenos». En estas palabras ve Moret una alusión a la embajada que envió a Pamplona el emperador de Marruecos; 3° Por el texto de una sentencia pronunciada el 2 de enero de 1235, es decir, un año después de la muerte del rey Sancho, por D. García Artiga, gran comendador de la orden de San Juan de Jerusalén en España, por D. Juan Iñiguez, Prior de la misma Orden de Navarra y otros dignatarios escogidos como árbitros por Teobaldo I, sucesor de Sancho, para dirimir un pleito sobre el pago de los diezmos pendientes en la Iglesia de Tudela. Moret citó el pasaje siguiente: «Supimos en verdad que el rey D. Sancho (el Sabio), abuelo del rey Tibalt, muyto tiempo entro que vino de Marruecos…. etc.». Este documento prueba la persistencia del recuerdo de este viaje que sirve de efemérides aún para asuntos ajenos al mismo. Seguimos en estos comentarios el severo estudio crítico de Arturo Cambión: Euskariana. Parte 3: «La jornada al África del rey D. Sancho el Fuerte», Bilbao.
(16) Ver Jaurgain: La Vasconia, tomo II, páginas 231 y 232. José Yanguas (Diccionario de las Antigüedades del Reino de Navarra, Pamplona, 1840, tomo III, páginas 24-28), dice que Sancho de Navarra «posteriormente dio señales de haber adquirido grandes riquezas que pueden atribuirse a su expedición al África con las cuales compró muchos pueblos, castillos y otras posesiones».
En efecto, desde 1209 a 1232 Sancho de Navarra empleó más de 340 mil sueldos sanchetes (seis sueldos de moneda navarra equivalían a un maravedís de oro). Prestó entre otros al rey Pedro de Aragón. primero 2,000 maravedís de oro en 1209 y 10.000 mamuntines de plata. en 1212 Más tarde el propio Jaime de Aragón en 1231, tomó en préstamo 14.2865 maravedís alfonsinos de oro.
(17) Marqués de Mondejar: Obra citada, página 205.
(18) Rodrigo de Toledo: De Rebus Hispanias, libro capítulo 32: Arzobispo de Toledo, don Rodrigo Ximénez de Rada, nacido de Gares (Puente la Reina) en el reino de Navarra, fue gran panegirista de su amigo protector Alfonso VIII de Castilla, a quien debió mitra de Toledo. Olvidado de su extirpe vasca, la recordó en el Concilio de Letrán de 1215, en el que pronunció un discurso en lengua vasca. (P. Estrella: Apuntes de Historia Vasca. Buenos Aires, página 31, nota 10). Quizá la atención que despertó tal originalidad fuese el motivo fundamental del recuerdo dirigido a su Patria, harto olvidada en sus escritos.
Escrito literal de José Antonio Agirre Lekube (salvo los subtítulos), Lehendakari del Gobierno de Euzkadi (1936-1960), en su libro «FIN DE LA DINASTIA PIRENAICA. Reinado de Sancho el Fuerte», publicado en 1966 por la editorial Erein de Buenos Aires (Argentina).
La explicación de cómo y porqué escribió este libro:
https://lehoinabarra.blogspot.com/2022/03/jose-antonio-agirre-el-lehendakari.html