El hecho de desear la independencia política, económica y cultural de Euskal Herria con respecto a los Estados español y francés, y el reconocimiento internacional del pueblo vasco como nación, sigue siendo un aspecto social calificado por muchos de radical y extremo. La sociedad vasca, en cuanto a estos temas, se encuentra por varias razones en una situación de fragmentación bastante importante. La diversidad de opiniones y posturas políticas que se dan entre nuestra población no hacen más que minar una hipotética unidad vasca tan necesaria para lograr aquello que tampoco debería ser calificado de radical si las cosas hubieran sido diferentes desde hace algunos siglos.
¿Cuáles son esas razones, causantes de esta diversidad de opiniones? ¿La ignorancia histórica y cultural, la globalización, el desinterés general? Si ni tan siquiera nosotros mismos somos capaces de creer en esa unidad, en la posibilidad de aunar ideas e intenciones y de darle un valor real y futuro a todo aquello, difícilmente podrá resolverse un conflicto que ya está durando demasiado.
Dicen que el vasco es un pueblo apegado a su tierra. También que el patriotismo une a las gentes que han nacido y viven en un mismo lugar. Por esta regla de tres, los vascos por su característico patriotismo deberían ser un pueblo unido y, sin embargo, todos sabemos que esto no es del todo cierto. Ser patriota no significa que se comprenda por qué una parte de la sociedad vasca desea la independencia, no significa que se conozca la historia del pueblo al que se pertenece y se llegue a la conclusión de que las cosas en la actualidad distan mucho de los que deberían ser.
Si creamos desde el conocimiento y comprensión de la historia de nuestro pueblo una base sociológica firme, entonces tal vez sea factible hablar de unidad vasca o al menos de reducir las diferencias que puedan sentir entre si un habitante de Bizkaia y un zuberotarra o entre un navarro y alguien de Guipúzcoa.
Tener presentes algunos aspectos primordiales del pasado es esencial para entender la situación en la que nos encontramos a día de hoy y para reafirmar ese «apego a la tierra».
Pero no todo se basa en la historia, sino también en la cultura (que no en el folklore). La protección, difusión y estudio de la cultura vasca es la mejor manera de luchar contra la globalización. No teniendo las ideas claras sobre quiénes fueron y cómo vivieron nuestros antepasados, sobre cómo somos hoy en día y lo más importante, por qué, difícilmente podremos establecer esa base firme sobre la que asentar y debatir unas opiniones políticas que, con un poco de suerte, ya se habrían homogeneizado.
Las confrontaciones dentro de la sociedad vasca y la no resolución de los problemas actuales producen cansancio y un inevitable desinterés. De nuevo nos encontramos con esa parte de la población que quiere conocer, se informa y decide apostar por algo que al final no cuadra con la realidad que la rodea, eso cuando no ha llegado a sufrir de primera mano las consecuencias de esa, a veces, tan arriesgada apuesta, la de la independencia del pueblo vasco.
El actual marco político no hace más que confirmar la anteriormente citada fragmentación social, y la proliferación de grupos con su diversidad de planteamientos políticos y su particular versión de los hechos, a vista de la población en general no son más que formas de marear la perdiz y de no abordad el tema de una manera abierta y paciente. A sabiendas de que las decisiones finales quedan en manos de los de arriba y que la sociedad poco influir en aquellos, podemos ser optimistas y creer que una homogeneización de opiniones facilitaría el camino a la resolución del conflicto.
Según un estudio realizado recientemente, los habitantes de Euskal Herria se sienten vascos en diferentes grados: solo vascos, solo navarros, vasco-navarros, más españoles que vascos o más franceses que vascos. La historia de nuestro pueblo iba encaminada en una sola dirección; todo lo sucedido durante los siglos posteriores no ha hecho más que desembocar en esa diversidad de «vascos» que a bien seguro supone una traba más que una ayuda a la hora de poner punto final a esta situación.