El triunfo de Barack Hussein Obama ha sido presentado como la victoria del cambio y la ilusión, pero para ilusión la que ha venido albergando el propio Obama desde hace años. Toda su carrera política ha estado marcada por la búsqueda de su propio acomodamiento en las instituciones y el sistema actual, más que a buscar cualquier transformación del mismo.
El triunfo de Obama ha estado basado en varios pilares. Una campaña casi ?perfecta? (uso de Internet, movilización de voluntarios, marketing), las grandes dotes comunicativas (como orador y escritor) del candidato, las grandes sumas de donaciones y dinero que ha recibido (claves en las primarias) y una coyuntura política y económica favorable (la crisis financiera de septiembre, cuando las encuestas auguraban un vuelco favorable a McCain, y ser el candidato anti-Bush).
El hecho de que se convierta en el primer presidente negro de EEUU es un factor importante, pero los que tenían esperanzas en un cambio profundo pueden esperar sentados. Los discursos de Obama no varían en el fondo de lo que han defendido sus antecesores en el cargo, y su oposición a Bush era táctica (críticas a los errores y el coste?) más que objeciones morales o éticas.
Como han señalado algunas voces críticas en EEUU, ?Obama ha sido el candidato de las clases dominantes?. Los que manejan la política y la economía en el país impedirían que cualquiera que ponga en duda la ?jerarquía dominante y sus doctrinas? llegara a la Casa Blanca. Y no debemos olvidar que Obama ha recibido ingentes donaciones económicas de esos sectores, así como el apoyo de los medios de comunicación del establishment.
La anécdota de color, con un presidente negro en la Casa Blanca, no significará una mejora sustancial para la minoría negra, ni el racismo estructural que domina la sociedad cambiará. El futuro presidente de EEUU, definido con ironía como ?republicrata? (por su capacidad por absorber los discursos de los dos partidos mayoritarios y dominantes) protegerá los privilegios de las élites y de las poderosas corporaciones, todas ellas dominadas mayoritariamente por blancos.
A partir de ahora el color del dinero en EEUU será el verde del dólar, el de su presidente, negro, pero el de la Casa Blanca, y los pilares que sustentan a ésta, seguirán siendo blancos. La obamanía y las ilusiones que se han creado se irán diluyendo en los próximos meses, dando paso a la fotografía completa de este ?histórico acontecimiento?.
El ocaso del movimiento neoconsevador
Tras las elecciones presidenciales del próximo cuatro de noviembre, la mayoría de analistas coinciden que independientemente del ganador, la política estadounidense puede dar un giro definitivo que signifique el final del llamado movimiento neoconservador, que ha dirigido y controlado la política de aquél país desde hace algunos años.
Una detallada observación del desarrollo de la campaña nos permite reforzar esas teorías, ya que tanto Obama (por razones obvias de distanciamiento ideológico), como McCain (tal vez por estrategia electoral) han manifestado su disposición ha terminar con el reinado de esa nebulosa ideológica formada hace bastantes años.
La historia más reciente de la materialización de la ideología neoconservadora (neocon) abarca un período de más de cuatro décadas. Desde los años sesenta del pasado siglo, esta maquinaria ha ido avanzando en una única dirección, hacerse con el control del poder en Estados Unidos. Las decepciones de los sesenta dieron paso a un surgimiento clave en torno a la época presidencial de Ronald Reegan, que aunque su actuación gubernamental en la práctica no supuso la materialización de la ideas neocon, sí dio un importante impulso retórico a las mismas.
La desaparición del espacio soviético, el fin de la Guerra Fría y la llegada al poder de Clinton supusieron un serio revés para los neocon, y algunos, como lo hacen ahora, anticiparon su ?muerte política?. Una afirmación que pronto se demostraría errónea, ya que en esa misma década (los años noventa) asistiremos a lo que algunos han definido como ?la resurrección del movimiento neocon?. La elección de George W. Bush, como presidente será la oportunidad para llevar a cabo el asalto definitivo por parte del neoconservadurismo.
Finalmente, el 11-s supuso un punto de inflexión, ya que en esa época muchos de los ideólogos e impulsores del neoconservadurismo ocupaban puestos clave en la Administración norteamericana, lo que les permitió hacerse con la maquinaria militar de EEUU, una pieza clave para poner en marcha su ideología.
Poco tiempo antes, el movimiento neocon había sido capaz de hacerse con el control de todo un abanico de ideologías dispares en al ámbito del conservadurismo estadounidense. Así, pudo situarse al frente de tendencias tan dispares como los libertarios, evangélicos, nacionalistas radicales, sectores económicos o las bolsas de trabajadores tradicionalistas.
Esta corriente ideológica se presenta como una realidad diversa y compleja. Más que un representante o dirigente de la misma, los neoconservadores han sabido tejer toda una red ideológica más que la formación de un movimiento de corte clásico. Así, en lugar de grandes mítines o convenciones, prefieren aunar sus esfuerzos en la creación y agrupamiento de personas o instituciones que les permitan una ?homogeneización de las ideas de la derecha norteamericana?, buscando nexos entre las diferentes familias ideológicas y acuerdos sobre unas bases mínimas. Toda un aserie de editores y escritores, periodistas, think tanks, fundaciones? se pondrán al servicio de esta nueva causa.
El llamado ?síndrome DMA? refleja uno de los pilares de esa ideología neocon. Dualista, al presentar el mundo dividido entre EEUU y los otros, sin espacio para posiciones neutrales; Maniquea, el bando de Estados Unidos es el de os, mientras que los ?otros? son el del diablo, el eje del mal; Armageddon, sólo hay una opción, la batalla final.
Junto a ello, la llamada ?superioridad de América?, enraizada en la ?excepcionalidad? de la misma, la importancia de mantener la seguridad doméstica, sobre todo tras los ataques del 11-s, impulsar la hegemonía estadounidense ante una nueva realidad unipolar en el mundo, el indiscutible liderazgo de EEUU en esta nueva fase histórica, anulando o minusvalorando organizaciones como Naciones Unidas y otras alianzas del pasado, impulsando si fuera necesario la unilateralidad en algunas ocasiones (Iraq).
Desde los años sesenta hasta la actualidad el movimiento neocon ha sabido evolucionar, y ha culminado su andadura con la instrumentalización de la política exterior para lograr afianzar sus intereses.
Probablemente tras las elecciones del próximo martes, se abra un nuevo ciclo que a corto plazo no despejará el devenir de la experiencia neoconservadora. Algunas voces ya se han alzado dentro del Partido Republicano, solicitando un nuevo giro ideológico que signifique el abandono de la actual política dirigente del mismo. En el pasado, en noviembre del 2006, tras la derrota republicana ante los demócratas en algunas elecciones, algunos quisieron anticipar el final del ciclo neocon, además los reveses de las ocupaciones en Iraq y Afganistán, columnas del intervencionismo estadounidense, también han ahondado esa percepción.
Pero más allá de certificar la defunción o no del neoconservadurismo, lo cierto es que podemos asistir en los próximos meses a una pugna dentro de la derecha de aquel país para hacerse con las riendas de algún nuevo proyecto. La derecha cristiana, los conservadores internacionalistas (la línea defendida por Colin Powell, y que ha pedido el apoyo para Obama), los propios neocon, los libertarios, los militaristas, la nueva derecha, los paleoconservadores?están afilando sus armas para ocupar el puesto de los defenestrados.
Y sin olvidarnos tampoco de las maniobras en torno al llamado movimiento patriota (las milicias) que aunque minoritarias en algunos lugares tiene un peso cualitativo importante, y sobre todo de la pugna entre los corporativistas (cuya línea central gira en torno a la economía), los triunfalistas (en torno al neoconservadurismo) o los fundamentalistas (la derecha religiosas y la red de predicadores). Todo ello anticipa un invierno muy caliente dentro de las filas conservadoras de EEUU y las maniobras de unos y otros se sucederán independientemente del resultado electoral.
Percepciones de cuatro semanas en Estados Unidos
Pretender realizar una radiografía profunda de un país como Estados Unidos tras recorrer durante casi un mes las carreteras, pueblos y ciudades de cinco estados no alcanzaría un gran rigor académico, pero sí sirve para percibir algunas situaciones y sacar algunas conclusiones, que en muchos casos rompen los tópicos manidos por tanto y tanto analista que no ha pisado jamás aquél país.
Para hacernos una idea de la dimensión geográfica de Estados Unidos, vemos que abarca una superficie cercana a la que representa Europa con la parte rusa de la misma, aunque con algo menos de la mitad de la población en EEUU.
Las minorías: lo negros no viajan, o al menos apenas se ven personas de la minoría afro americana por los lugares más turísticos de esos estados. Por ello, a pesar de que un candidato negro pueda resultar elegido presidente, eso no muestra que la «normalidad racial» es una realidad, pues como bien señala un activista local blanco, «éste es un país dirigido y controlado por blancos, la irrupción un político negro no implica mucho más. Tan sólo que la clases poderosas negras, integradas en este sistema, pueden verse más representadas aún».
Los latinos se encuentran cada vez más «al norte», a más distancia de la frontera con México. En algunos lugares como el barrio Misión de San Francisco no ocultan su origen, al contrario se sienten orgullosos del mismo, pero en otras partes prefieren no mostrarlo abiertamente. Así, en ocasiones es difícil mantener una conversación en castellano, prefieren hacer ver que no lo conocen y hablan en inglés. Muchas veces el principal motivo es ocultar su procedencia, probablemente por carecer de papeles.
En cuanto a los indios, muchos de ellos recluidos en sus reservas, tienen «que buscarse la vida» literalmente, ya que son conscientes que las ayudas del estado federal, si llegan, serán en gran parte testimoniales.
La prensa: en Occidente tiende a presentar a los medios más influyentes del país a los diarios The New York Times y The Washington Post, y tal vez así sea para los que siguen la realidad política desde la distancia, pero en la mayoría de pueblos y ciudades, la prensa local es la que más se vende, y en ocasiones se hace difícil conseguir los medios citados anteriormente. La élite política de la costa este es la que presta atención a esos medios, pero la mayor parte de la población prefiere seguir la actualidad que presentan los periódicos más cercanos a ella.
La cobertura mediática de los deportes es en cierta medida una muestra de esa especie de aislamiento en el que viven gran parte de los estadounidenses. Los medios impresos locales recogen en sus páginas noticias de los deportes del país (fútbol americano, béisbol, hockey sobre hielo, golf, motor…), y apenas referencias a la situación deportiva en el resto del mundo.
El mundo: la mayoría de ciudadanos estadounidenses no tiene pasaporte, y sus viajes se limitan a recorrer su país. Además, los conocimientos de geografía internacional no es algo que les preocupe sobremanera, aunque se jactan de conocer bastante bien la suya. Por todo ello no es de extrañar que lo que acontece más allá de sus fronteras por lo general no es algo que les quite el sueño, aunque hay algunas excepciones puntuales, como Iraq o Afganistán en estos momentos, o la «amenaza rusa» en tiempos de la guerra fría. Por todo ello llama la atención la importancia que algunos medios quieren otorgar al papel del estado españolen aquellos lugares. Recientemente algunos periódicos españoles han resaltado el rifirrafe entre Obama y McCain sobre el desconocimiento de éste de la realidad española. Sin embargo, la cercanía electoral y la necesidad de ganarse el voto latino son los únicos motivos para que ese tema haya aparecido en el debate del pasado viernes. Por lo general, la población conoce «más o menos» donde se ubica el estado español, pero algunos, como unos jóvenes que ya habían recorrido parte de Europa además de buena parte de EEUU, todavía nos preguntan si «Estambul está en España, ¿no?»
Sin embargo, también encontramos gente consciente ideológicamente de la realidad del mundo. Y una señora de avanzada edad nos comentó irónicamente que «No todos somos estúpidos», cuando nos reconoció que conocía Euskal Herria y el contexto de la misma. Es cierto que es una minoría, y que además tiene que sortear un ambiente bastante adverso, pero todavía es posible encontrar personas que se preocupan por cambiar la situación y mantener informados a sus vecinos.
La economía es la gran preocupación. Más allá de los debates sobre la política exterior («apoyamos a nuestras tropas» y «mi hijo es un marine» son algunos de los carteles que se pueden ver), lo que realmente preocupa a la mayoría de la población es el rumbo de los acontecimientos económicos, y sobre todo la crisis hipotecaria y el precio de la gasolina.
La dependencia hacia los coches es absoluta. La vida de buena parte del estadounidense medio gira en torno a su coche (muchos de ellos grandes y consiguientemente de consumo alto), la mayoría de los desplazamientos, por no decir que todos, los realiza en su vehículo, de ahí también la importancia que adquiere para la economía de la población el precio de la gasolina, uno de los verdaderos quebraderos de cabeza de la misma. La adecuación de los servicios a esa tónica de uso es tal que hasta las cabinas de teléfono en muchos lugares están colocadas más cerca del suelo para poder utilizarlas sin salir del coche, por no hablar de las ventanas de algunos establecimientos de comida rápida, ubicadas para que el pedido y la recogida de la comida se realice también desde el propio vehículo.
Sexo y abstinencia es la política impulsada por el movimiento neoconservador desde la época de Reagan, y que en los ocho años de Bush se ha visto reforzado en varios frentes. El embarazo de la hija de la candidata republicana a la vicepresidencia, Sarah Palin ha puesto sobre la mesa el tema nuevamente. Para los republicanos más conservadores el «no al sexo prematrimonial» y el diseño de una «educación sexual» en la misma línea ha sido una de su puntas de lanza en la materialización de sus doctrinas neocons.
Sin embargo, eso no es más que un burdo intento por ocultar la realidad de miles de jóvenes, como la hija de Palin. Según una columnista de un medio local, y basándose en datos oficiales, «hasta un tercio de las jóvenes que se quedan embarazadas tienen menos de veinte años». Una prueba irrefutable de la falsa moral puritana que algunos quieren imponer y sobre todo la plasmación del fracaso más absoluto del llamado «programa de abstinencia».
Las preocupaciones en torno a la salud, también ocupan buen parte de la vida diaria de buen parte de la población estadounidense. Algunos de los norteamericanos que han charlado con nosotros estos días nos señalaban las diferentes formas de afrontar una especie de seguro médico en sus vidas. La necesidad de contratar un seguro privado era la tónica general, con la dependencia económica que se generaba, y sobre todo el temor a perder sus casas u otras posesiones materiales en caso de no poder hacer frente a determinados gastos médicos. En EEUU más de cuarenta millones de personas (uno de cada siete) no tienen seguro médico y la mayor parte de los que tienen uno es con compañías privadas. Las coberturas de éstos varían en base de las aportaciones de los asegurados, con lo que las posibilidades económicas de cada uno de ellos condicionarán sobremanera la cobertura final del seguro.
Una de las causas más frecuentes de las bancarrotas económicas de muchas familias es la imposibilidad de pagar facturas hospitalarias o médicas. Unos de los mayores detractores de la creación de un sistema universal de asistencia médica son las grandes compañías farmacéuticas, que no dudan en donar importantes sumas de dinero a los candidatos para que éstos acepten las directrices que defienden sus intereses, aunque ello signifique ir en contra de las demandas de la mayoría de la sociedad.
Las armas, son otra característica de los estados del medio oeste americano y otras zonas montañosas del norte. La repetición de carteles avisando de que cualquier intruso en unas tierras podrá ser disparado, o la venta de armas de fuego de diferentes calibres en pequeñas tiendas de ultramarinos locales, ponen de manifiesto la importancia de las armas en la vida cotidiana de algunos estadounidenses.
El poderoso lobby Asociación Nacional del Rifle (NRA) es un actor muy importante en la política institucional del país, y la mayoría de sus miembros se declaran partidarios del Partido Republicano y de las políticas conservadoras del mismo. La posesión del arma como argumento defensivo, o con otras connotaciones psicológicas, es una constante, pero ese fervor queda en entredicho cuando se trata de alistarse al Ejército, la Guardia Nacional o a la Reserva, ya que estas tres instituciones militares están teniendo importantes problemas de alistamiento sobre todo a raíz de la invasión de Iraq por parte de EEUU.
Una división poco perceptible pero real, es otra de las características de aquel país. Las diferencias entre las gentes del sur y del norte, con el tema racial en cierta medida en su origen, o las que se encuentran entre el este y el oeste (con la excepción de California) en torno a una sociedad urbana y otra agrícola, son aspectos que planean sobre la realidad sociológica de Estados Unidos. Y junto a todo ello, y en plena crisis económica podría estar visualizándose una grieta muchos más profunda, la que se expande entre una minoría que controla la política y la economía y todo el resto del país, que sufre las consecuencias negativas de las actuaciones de los anteriores.
Y tal vez sea la ciudad de Las Vegas uno de los ejemplos más claros de la complejidad y las diferencias de este inmenso país. El paraíso del juego, donde los casinos permanecen abiertos las veinticuatro horas del día y donde las ofertas culinarias y de habitaciones de los hoteles de esos centros de juego son un importante enganche para miles y miles de turistas locales.
En el centro de la ciudad, donde se agrupan los casinos más importantes junto a los miles de mirones y jugadores se concentran en muchas esquinas cientos de latinoamericanos, mejicanos en su mayoría, repartiendo propaganda de contenido sexual, un aliciente más de este «oasis del juego y del vicio» permitido.
Los grupos de jóvenes estadounidenses de clase media alta, dispuestos a celebrar alguna despedida o un party especial, comparten espacio en los casinos con miles de personas, de recursos mucho más limitados que esperan inocentemente lograr el premio de su vida. Ver a señoras de edad avanzada con sus bolsos sujetos con una cadena a una máquina tragaperras, o a jóvenes de cualquier parte del mundo apostando unos pocos dólares en las mesas de póquer son el ejemplo de esa doble moral del país.
Sin olvidar el céntrico aeropuerto de jets privados que soporta un importante movimiento de personajes de la farándula local y de las élites políticas o económicas del país. Una vez más y en un espacio relativamente pequeño asistimos a las diferentes caras de la sociedad de Estados Unidos, de lo que se quiere ofrecer abiertamente (la riqueza, el país de las oportunidades) y de lo que se pretende ocultar (la explotación y la discriminación).
Estas semanas hemos podido comprobar de primera mano la complejidad de la sociedad de EEUU, pues como señala un antiguo corresponsal europeo en aquel país, «nos encontramos militarismo y también temor y rechazo al mismo; con una cierta unidad en algunos aspectos, pero al mismo tiempo rechazo hacia el otro», y todo ello aderezado de importantes diferencias raciales, de género o de clase.
El voto irlandés
La comunidad de origen irlandés en Estados Unidos es de cerca de cuarenta millones de personas, un porcentaje cuantitativamente muy importante a la hora de apostar por uno u otro candidato. Pero además, históricamente, el peso cualitativo de la misma también ha sido crucial, tanto por las importantes figuras políticas que reivindican sus raíces irlandesas como por el poderoso lobby irlandés. Porque como ya señaló en 1969 John F. Kennedy (JFK) en su visita a Irlanda en 1969, nuestros países están divididos por la distancia, unidos por la historia?
Por regla general ese voto se presenta como principalmente blanco, mayoritariamente católico, en su mayoría pertenecientes a las clases medias y simpatizantes con los políticos que reclaman sus raíces irlandesas?. Ante la cita del próximo cuatro de noviembre, la candidatura demócrata parece contra con los principales apoyos de la comunidad irlandesa.
Mientras que Obama (al que algunos efusivamente llaman O´bama) siempre ha defendido su ascendencia irlandesa, y su candidato a la vicepresidencia, el senador Joe Biden, nació en Scranton (Pensilvania) una plaza fuerte de los americano-irlandeses, y no ha dudado en presentar como uno de sus héroes a Wolfe Tone, considerado como el fundador ideológico del republicanismo irlandés. Por su parte, Obama además, desde los años ochenta ha trabajado con la misma comunidad del sur de Chicago.
El candidato republicano, John McCain no ha tenido una actitud muy positiva para esa comunidad, y a pesar de sus intentos pre electorales por atraerse su apoyo sus iniciativas no han estado exentas de algún que otro traspiés. Así, recientemente, en una reunión con la comunidad americano irlandesa de Pensilvania, quiso hacer un chiste que no hizo ¿ninguna gracia? a su auditorio, al presentar al pueblo irlandés bajo el estereotipo de ¿borrachos?
Pero sin duda alguna lo que le pesa más en su contra es su actitud en el pasado. En la década de los noventa, en los albores del proceso de paz irlandés, McCain mantuvo una postura de apoyo absoluto a las posiciones más intransigentes que al comienzo mostró el gobierno británico, oponiéndose a los esfuerzos del entonces presidente, Bill Clinton, para buscar una salida negociada al mismo. El candidato McCain llegó a definir a Clinton como un ?romántico, con nociones anacrónicas del republicanismo irlandés? Además se opuso firmemente a la concesión de un visado al presidente del Sinn Féin, Gerry Adams, ya que lo consideró un ¿grave error que serviría de publicidad para el SF?
Como irónicamente señalaba hace unos días una importante figura diplomática estadounidense, si hubiera sido por McCain, ¿no se hubiera dado el proceso en el norte de Irlanda, y la paz no habría llegado allí?
La candidatura demócrata ya ha conseguido los apoyos públicos del clan Kennedy y de otros miembros claves del lobby irlandés. Pero más allá de sus raíces y de sus apariciones públicas en algunos actos, lo que la comunidad americano irlandesa ha valorado es la firme apuesta de Obama para ¿asegurar y promocionar el llamado Acuerdo de Belfast? continuando con una política que permita el desarrollo económico y comercial de Irlanda, manteniendo a ésta en una situación privilegiada en sus relaciones con EEUU.
El candidato demócrata ya ha anunciado públicamente la creación de un equipo ?especial? para Irlanda, formado por importantes figuras políticas, así como su apoyo a una investigación neutral sobre la muerte en atentado del abogado irlandés, Pat Finucane (cuya muerte reivindicada por los lealistas pudiera ser fruto de la colaboración de éstos con las fuerzas británicas en el norte de Irlanda).
Otro aspecto clave a la hora de desequilibrar la balanza, lo encontramos en el paquete de medidas y reformas que en torno a la inmigración defienden los demócratas, frente a la política altamente restrictiva del Partido Republicano. No podemos olvidar que las medidas propuestas por Obama pueden permitir regularizar la situación las cientos de irlandeses que viven en EEUU y que a día de hoy pueden tener problemas con la justicia si no lo hacen.
Tampoco ha dejado pasar la oportunidad Obama para criticar la política de Bush en los últimos años hacia Irlanda, y ha reivindicado, en el contexto de su campaña por el cambio, ?un cambio en la relación con una cambiante Irlanda?
A la vista de todo ello se antoja muy difícil que McCain pueda hacerse con el apoyo americano-irlandés, y todo parece indicar que esta comunidad acabará votando por la candidatura demócrata de Barack Obama y Joe Biden.
Las minorías se poscionan en EEUU
Las llamadas minorías “raciales o étnicas” cobran cada vez una mayor importancia numérica en Estados Unidos. Diferentes análisis han señalado que si los miembros de éstas deciden inscribirse en el proceso electoral y su participación en el mismo también es alta, podrían desequilibrar la balanza electoral a favor de uno u otro candidato. De ahí, que en las ultimas semanas éstos hayan buscado el apoyo de las diferentes minorías.
Según algunos estudios, la importancia numérica de las minorías étnicas y raciales crecerá en un futuro cercano, y se anticipa que para el año 2024 los habitantes de EEUU que se identifican como latinos, negros, asiáticos, indios americanos, hawaianos o de las islas del Pacífico, superarán en números a los blancos no-latinos”.
Los flujos migratorios, los altos índices de natalidad en esas comunidades y las elevadas tasas de mortandad entre los llamados “blancos americanos” son algunas de las razones para este cambio cuantitativo. A mediados de este siglo se espera que la población latina se triplique, situándose en torno al 30% del total, y el resto de minorías también apuntan una tendencia porcentual alcista muy importante.
Paralelamente, otros informes señalan que la discriminación y los índices de pobreza seguirán azotando a esos mismos actores. Así, ya en el 2001, un estudio encargado por el Washington Post señalaba que las minorías raciales seguían siendo objeto de “discriminaciones y muchos de ellas se sentían víctimas de discriminación racial por parte de la policía, rechazo laboral y peor servicio en tiendas y restaurantes”. Los índices de pobreza apuntan que uno de cuatro negros sufre la misma, y en otras minorías los datos también son muy preocupantes.
Históricamente los votos de las minorías no se han mantenido fieles a uno u otro partido. La excepción la cumple la minoría afro-americana, que desde los años sesenta vota (cuando lo hace) mayoritariamente al candidato demócrata, y esa tendencia parece que se va a repetir este años, elevándose a demás los índices de participación.
La comunidad latina votó por Nixon y Reegan, pero la política restrictiva de los republicanos en materias de minorías e inmigración ha hecho que mejicanos, portorriqueños y centro americanos hayan optado por candidatos demócratas, manteniendo el Partido Republicano el apoyo entre la comunidad cubana.
Algo similar está aconteciendo con los llamados asiático-americanos, que desde los noventa han cambiado su orientación y se inclinan por votar demócrata. Los cambios generacionales, las políticas restrictivas republicanas y el cambio de los parámetros políticos han contribuido a ese giro.
Finalmente, los republicanos tampoco podrán contar esta vez con los votos de la minoría árabe, estigmatizados por la política neocon y con sus libertades civiles amenazadas desde el 11-s. La sensación de discriminación acentuada desde entonces hará que sus votantes se decanten por Barack Obama.
La alta participación de hispanos y afroamericanos en algunos estados como California, New York, Texas, Florida o Illinois puede decantar el voto en el bando demócrata. Algunos datos, como los de Colorado, muestran que este año los registros de miembros de estas dos comunidades son más elevados que nunca, aumentando considerablemente las expectativas de triunfo para la candidatura demócrata.
Las actitudes de algunos dirigentes republicanos, apoyando las restricciones migratorias, su centralidad hacia los intereses de los llamados “americanos blancos” y la campaña de los candidatos a la nominación presidencial dentro del partido, donde ha primado siempre el interés a corto plazo ha podido hipotecar las expectativas republicanas de cara a recibir votos de determinadas minorías.
Los beneficiarios directos de ello han sido Barack Obama y el Partido Demócrata, ya que a tenor de algunos datos el apoyo de las minorías estaría en manos de éste. Esas fuentes apuntan que Obama contaría con el 91% de apoyos entre la comunidad afroamericana, frente al 4% de McCain. Entre los latinos sería 64-18 a favor del demócrata y 63-37 entre el resto de las minorías. McCain tan sólo lidera la pugna entre los “blancos” con un 48-39 a su favor.
Los cantos de cambio de Obama atraen a unas minorías que quieren acabar con la discriminación que sufren en materias de vivienda, educación, economía y en otras cuestiones del día a día. Sin embargo, muchos de ellos deberían ser conscientes que el sistema de EEUU no está hecho para proteger sus intereses, sino los de las clases dominantes. Por ello, si las condiciones económicas continúan empeorando, deberían ser conscientes que los primeros que van a sufrir las consecuencias serán ellos, y no los mandatarios de la Casa Blanca, independientemente que éstos tengan un color u otro.
TXENTE REKONDO.- Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)