Paseaba el sábado por Bilbao, en las cercanías del Guggenheim me quedé observando de cerca la enorme y grosera “chimenea” de la nueva sede de la eléctrica Iberdrola, la cual tiene varios edificios rendidos a sus pies de muy diferente arquitectura, creando el conjunto una llamativa rotonda. La entrada cubierta y serpenteante del rascacielos de la eléctrica bizkaína (lo único salvable de su arquitectura en mi opinión), está escoltada por dos edificios que me recordaron a una caja negra y gris de zapatos italianos que tuve hace unos años, los otros edificios curvos con pequeños salientes en algunas ventanas, me resultaron insípidos aunque estén construidos con materiales de construcción de alta calidad, todos ellos con su fealdad embellecían aún más otro magnífico, de estilo bilbaíno, que mira a la misma rotonda y al parque de “los patos” o de Doña Casilda, edificio de estilo ecléctico el cual debería de ser referente obligado para cualquiera con permiso de construir en la actual capital bizkaína. Sólo espero que esta prominente torre no siga el camino del “rascacielos” del BBVA de la plaza Circular, hoy a la venta tras un movimiento político de la derecha oficial española que se llevó la central de los dos bancos bizkaínos a la metrópoli, en un puro acto imperialista-colonial.
Por curiosidad, entré en la oficina de turismo en la explanada del museo Guggenheim y puse a prueba a la chica que me atendió. Primero le pregunté por algún otro museo de Bilbao, me dijo que eran once y que estaban en el plano que me enseñaba, pero fue incapaz de venderme la visita a alguno de ellos pues seguramente no los conocía personalmente, ni siquiera el magnífico museo de Bellas Artes que teníamos enfrente. Su grado de desconocimiento subió enteros cuando le inquirí por otros lugares a visitar en Bizkaia, llegando la chica a confundir en el plano que me enseñaba la foto de la ermita de Santa Catalina de Mundaka con la de San Juan de Gaztelugatxe de Bermeo que tenía un poco más arriba, pero lo que más me extrañó es que fuera incapaz de decirme un pueblo interior de Bizkaia merecedor de ser visitado (sólo me recomendó los parques naturales), ni siquiera el monumental Elorrio. Pese a todo, su simpatía y paciencia conmigo fue muy superior a lo que estoy acostumbrado cuando viajo.
Antes de finalizar la animosa charla le pedí el libro sobre Bizkaia que me estaba enseñando, fue al salir de la oficina de turismo cuando se me revolvió la bilis, por lo que estuve a punto de volver a entrar para poner una queja, pero me di cuenta que de lo que quería quejarme no era por la atención o el servicio que fue muy correcto (un poco más de pasión en un trabajo parece que es pedir mucho hoy por hoy), sino que mi queja era para el escribiente del librito de turismo de Bizkaia firmado y pagado por la Diputación Foral (por tanto por todos los bizkaínos), con tantos errores en los poquitos párrafos de historia como desconocimiento del patrimonio de Bizkaia del autor reducido al apartado que denomina “lo esencial”.
Pese a que los vascos presumamos de ser el pueblo más viejo de Europa, el apartado de historia del librito que se entrega a todos los turistas que visitan Bizkaia o Bilbao empieza en la Edad Media, el texto es muy breve y menos mal, pues en tan pocas líneas comete errores tan evidentes que ni siquiera hay que saber nada sobre la historia de Bizkaia o de Bilbao para darse cuenta, el texto empieza así:
«Las primeras referencias a Bizkaia aparecen en la Alta Edad Media» hasta aquí correcto, «siglo XII, época en la que se forma el señorío del mismo nombre que ostentaba la casa de Haro, bajo la órbita de Castilla». La Alta Edad Media acaba en el año 1000, luego el siglo XII es la Baja Edad Media, pero Bizkaia aparece por primera vez a finales del siglo IX (año 886) en textos asturianos que dicen que no son tierras suyas sino poseídas por sus moradores:
“Alabanque, Bizcai, Alaone et Urdunia, a suis reperitur semper esse possessas, sicut Pampilona, Deius est atque Berroza.” Crónica de Alfonso III (866-909), llamada también de Don Sebastián.
Desde el 920 sabemos que está dentro del reino de Pamplona al estar casado su conde Munio López con una princesa hija del rey nabarro Sancho I, desde principios del XI podemos seguir con seguridad a los condes de Bizkaia que parecen tener la categoría superior de señores desde Eneko López «Ezkerra», que además era tenente en Nájera –entonces capital del reino, por tanto un cargo muy importante-, casado con otra princesa nabarra, Doña Toda, pero hasta la traición de esta familia, no se denominan «casa de Haro».
Castilla invadió con su ejército el señorío de Bizkaia y la Nabarra Occidental entre los año 1173-1200 con la ayuda de los Haro, territorio nabarro gobernado por los alabeses Gebara bajo el amparo del Derecho Pirenaico que, sin embargo, conseguimos los bizkaínos conservar hasta el siglo XIX, son los Fueros; por tanto Bizkaia como la Nabarra Occidental fue invadida y robada a su Estado que es Nabarra.
Sólo son los primeros errores del librito turístico de la Diputación aunque hay otro aún más irritante en estas tierras, donde el pueblo con tanto ahínco y sangre ha defendido durante siglos lo suyo frente al imperialismo primero y frente al centralismo uniformizador después, así, es hiriente leer frases de toda una Diputación “Foral” de Bizkaia como: «Bizkaia se gobernaba a través de los fueros (en minúsculas), que se basaban en una legislación específica no escrita derivada de los usos y costumbres tradicionales que regían la vida de la comunidad», vamos, tal y como lo escriben, parece que eran cosas arbitrarias y diferentes a los Fueros de otros territorios baskones.
En el caso de Bizkaia los Fueros son tremendamente parecidos al resto de los territorios que conformaban el reino de Nabarra y sobre todo a los Fueros de Lapurdi (lo que demuestra una unidad política anterior al no ser territorios que tengan frontera común). El catedrático de Derecho Foral Adrián Celaya sobre los Fueros de Bizkaia dijo en una entrevista el año pasado a un periódico (el máximo estudioso vivo de los mismos): “Las mayores similitudes de Iparralde eran con Bizkaia. Cuando hablé por primera vez (con la catedrática Maite Lafourcade) nos quedamos impresionados: eran iguales”.
Los Fueros no son más que las leyes consuetudinarias que nos dimos los baskones para nuestra convivencia y que terminaron de desarrollarse bajo el amparo del Estado baskón o reino de Nabarra: es el conocido como Derecho Pirenaico. El Fuero de Bizkaia está vigente al menos desde 1110 y se escribe el 21 de julio de 1452 el Fuero Viejo, reescrito de nuevo en 1526. El catedrático por la universidad de Cambridge, el estellés Jon Oria Oses, es contundente sobre la importancia de los Fueros no solo para nosotros, sino para el mundo jurídico en general: “Los ingleses, afincados por siglos en la Gascuña (la romanzada Baskonia continental) e imitadores de nuestro sistema legal y representativo, llamarían a Navarra la cuna del “sistema justo”, legal y representativo y comienzo de la democracia constitucional en Europa (…) Navarra es considerada por los anglosajones como la cuna del parlamentarismo y de la democracia moderna”
Siguen las perlas en el libro de turismo que se reparte a todos los que nos visitan: «Bilbao fue fundada hace 700 años» y acto seguido transcribe sin sonrojo alguno una parte del fuero de villa que contradice esta frase: «fago en Bilbao de parte de Begoña nuevamente población y villa qual dicen el puerto de Bilbao», vamos que Bilbao no se fundó hace 700 años sino que entonces fue separado de Begoña su puerto de Bilbao (que contaba con tres calles) y se le dio carta de villa, que, básicamente, son privilegios comerciales y obligaciones de fortificación para la defensa, además de tener que pagar por todo ello al señor de Bizkaia.
El historiador nabarro Tomás Urzainqui comenta al respecto: “Don Diego López de Haro V no es quien fundó propiamente la población de Bilbao, pues ya existía como puebla marítima ocupado por mareantes y pescadores. Existían ya algunas casas torre y la iglesia de Santiago, y con complacencia de todos los vizcaínos la convirtió en villa el 15 de Junio de 1300. Los pobladores de este lugar de Bilbao, según privilegio, se regían por el fuero de Logroño. Este fuero era a su vez una reproducción del Fuero de Jaca de 1077, otorgado por el rey de los nabarros y aragoneses, Sancho Ramírez, extendido a Logroño por el invasor Alfonso VI en 1090 y mejorado por Sancho VI el Sabio de Navarra.”
Pero es más, historiadores como el mondragonés Esteban Garibay (s. XVI) señalan que Bilbao era el nombre de una casería situada donde hoy crece Bilbao “la Vieja”, al otro lado del puente de San Antón. Según recoge el historiador bilbaíno Teófilo Guiard y Larrauri (1876-1946, el cual tiene una calle dedicada en la villa bilbaína cerca del parque de Doña Casilda) en su libro “Historia de la noble villa de Bilbao”: “emanó á esta Noble villa, digna de título de ciudad, de otra antiquísima población pequeña, que está allende del río, con una casa llamada también Bilbao, que, á diferencia de esta nueva, vino después aquella á cognominarse vieja, como hoy día la llaman, nombrándola “Bilbao la Vieja”.
Señor Diputado General de Bizkaia y/o señor que escribió este libro sobre Bizkaia para turistas, háganos un favor: conozca su historia, siéntanse orgullosa de toda ella y enséñela a todos los que nos visitan y quieran conocerla, no se invente nada, no nos hace falta.
Jon Oria Oses: “La historia de Navarra nos la han manipulado nuestros propios verdugos, los Falsarios españoles, y nos la han colonizado”.