La guerra olvidada del Yemen

Con los bombardeos del ejército saudí contra guerrilleros rebeldes del Yemen tras la muerte de varios de sus soldados en una zona fronteriza e, incluso, en un territorio del reino árabe, se ha manifestado esta guerra olvidada. Desde el mes de agosto, los soldados de la republica del Yemen, la mítica Arabia Felix de la historia antigua, combaten con los rebeldes de la comunidad zaydita, una rama de los musulmanes chiíes en las regiones del norte en Saada, Amran, Hajem. En esta guerra ya ha habido alrededor de diez mil muertos y, según la ONU, cincuenta mil personas desplazadas por las luchas. El vecino reino de Arabia Saudí, los EE.UU. y Suecia han enviado socorros a la población civil.

La agravación del conflicto ha sido corroborada por la declaración del presidente Ali Abdallah Saleh sobre la ayuda financiera iraní que reciben los rebeldes y el entrenamiento similar al del Hizbulah libanés. De hecho, estos enfrentamientos armados con periodos de diversa intensidad, treguas y altos el fuego empezaron hace cinco años. El gobierno del presidente, el general Saleh, aliado de la administración norteamericana en su guerra contra el terrorismo en el mundo, acusa a los rebeldes de intentar restablecer el antiguo imanato fundado en el año 888 de nuestra era y que fue desmantelado y derrotado cuando se proclamó en 1962 la republica del Yemen.

Si bien el estado es de población mayoritaria suní, la zona del norte está habitada, sobre todo, por chiíes. Sus montañas sirvieron de refugio a comunidades y grupos opuestos a los califatos abásidas de Bagdad. Los zayaditas impusieron su doctrina sobre las tribus —mucha veces se había descrito el norte del Yemen como la república de los jeques— y creen que el imán Zayd Ben Ali fue el quinto y último imán de los chiíes.

 

Desde hace siglos, Saada ha sido su ciudad más importante. En 1990, cuando se unifica el Yemen del norte con el Yemen del sur —este último un régimen de tendencia marxista, entonces llamado la Cuba de Oriente Medio— hay una revitalización de la doctrina zaydita con la formación de los partidos Hizab el Haq y Chabab el Mumin por el líder religioso Al Huthi, de ideología antinorteamericana y radical. El gobierno le acusó de recibir ayuda de Irán a través del Hizbulah, y en el año 2004 fue asesinado en una masiva acción de represalias militares contra los rebeldes.

La política de lucha contra el terrorismo dirigida por el presidente Saleh es muy impopular en Yemen por sus métodos de represión sectaria, y ha ahondado las divisiones internas como en los años de la guerra civil de 1962 a 1969 entre republicanos, ayudados por el rais Nasser de Egipto y los monárquicos que contaban con el apoyo de Arabia Saudí.

Este renovado conflicto armado tiene lugar en el ámbito de una sociedad arcaica, tribal, en la que el poder del estado aún no ha conseguido imponerse. En el reciente aniversario de la fiesta nacional, el presidente Saleh declaró su voluntad de continuar los combates «cinco o seis años más hasta derrotar a los rebeldes».

Arabia Saudí ha desmentido su apoyo aéreo a las tropas locales en su ofensiva contra los zayditas mientras los rebeldes afirman que esta comprometida a fondo en mantener al presidente Ali Abdallah Saleh, cuyo gobierno hace responsable a Irán de fomentar el activismo chií en las regiones montañosas del norte.

Con la rebelión zaydita, la frustración política y social de los sureños que van poniendo en tela de juicio su unificación con el norte y las acciones terroristas de Al Qaeda, el Yemen tiene el peligro de convertirse en otro Afganistán, en una zona estratégica que incluye el Cuerno de África, con la caótica Somalia.

Un ex vicepresidente de la antigua republica del Yemen del sur ha calificado el comportamiento de las tropas del Gobierno central en Adén, la antigua capital construida en el cráter de un apagado volcán, como si fuesen » soldados ocupantes israelíes». Para Al Qaeda, la topografía montañosa del Yemen, su tribalismo, la profusión de sus armas, lo convierten en un territorio propicio a su acción. Los gobernantes saudíes piden a sus aliados norteamericanos que se resuelva rápidamente el turbador conflicto con los chiíes, cabe a su larga frontera de mil quinientos kilómetros.

Publicado por La Vanguardia-k argitaratua