Esta es la cuestión, y la larga práctica: cuando consiguen algo, tratan de conseguir otra. Cuando ganan un trozo de terreno, avanzan posiciones y maquinan la próximo ganancia. El objetivo es claro, antiguo y confesado: destruir hasta la raíz cualquier forma de valencianidad que se fundamente en la verdad y en la razón, como en la unidad de la lengua, de la literatura, de gran parte de la cultura y de la historia, y en la necesidad de consolidar para el Pais Valenciano un lugar en su propio espacio en la península y en Europa. El objetivo es romper toda atadura del Pais Valenciano con el único espacio más amplio que le da sentido como país: ni historia, ni lengua ni literatura ni nada. Levantar el muro con Cataluña, aislar, separar, y así con toda facilidad reducir los valencianos a simple y útil apéndice de Castilla, gloria de España, delegación regional, modesta autonomía impotente y arruinada. Folklore banal, lengua no catalana, y una literatura sólo de estar por casa. ¿Quién resistirá, entonces, el amplio espíritu de España, la «lengua universal», la absorción en una gran literatura dominante? El proyecto nacional español, el de los Borbones, el de la Constitución de Cádiz, el de Canalejas y Emilio Castelar, el de Azaña, José Antonio Primo de Rivera, Franco, Suárez, Alfonso Guerra y Abril Martorell, parece incompatible con una mínima catalanidad los valencianos. No digo en política, que sobre esto no deberían sufrir nada, ni preocuparse. En nada. No debemos tener nada propio que sea también catalán: ni el origen histórico, ni arquitectura gótica ni consulados del mar, ni la lengua misma. Y en los programas escolares, ni siquiera la literatura, ¡válgame el beato Ramon Llull! Con un objetivo tan claro, han seguido el sistema periódico: periódicamente hacen un movimiento táctico, ganan terreno, hacen retroceder al enemigo. Esta es la batalla de Valencia, sin comillas, y no otra guerra o batallita. Avanzaron con el Estatuto, con el nombre del no-país, con la bandera, con la letra del himno aprobado por el lermismo, con la lista de palabras prohibidas en la RTVV de Amadeu Fabregat, con el arrinconamiento doctrinal de la Universidad, y ahora con esta farsa grotesca contra la AVL y su inocente diccionario. Es el sistema: periódicamente.
EL PAIS